River volvió a dar muestras de que su techo futbolístico está muy lejos y quedó en evidencia ante un ordenado y ambicioso Talleres, que encontró el justo triunfo 1-0 en una de las últimas jugadas del partido, aunque ya había acumulado méritos mucho antes para llevarse la victoria del Monumental.
Es cierto que River debió afrontar el partido con varias bajas obligadas. Sin embargo, Marcelo Gallardo contaba con suficiente material como para darle otro protagonismo a su equipo, que muy rápido quedó en evidencia que no se sentía cómodo con el planteo del conjunto cordobés. Con orden y una evidente intención de atacar cuando su rival se lo permitiera, Talleres se plantó sin complejos y terminó generando las chances de gol más claras a lo largo del encuentro.
Obligado por las circunstancias y empujado por su público, River fue para adelante, pero sin claridad ni ideas. Así chocó una y otra vez contra la línea de fondo cordobesa y el arquero Herrera pasó una noche por demás tranquila. Por el contrario, cada vez que tuvo la pelota, el conjunto del interino Javier Gandolfi -ganó cuatro de los cinco partidos que dirigió tras la salida de Pedro Caixinha- encontró profundidad con Valoyes por el costado izquierdo y la llegada de volantes como Pizzini y Garro, que tuvieron a maltraer a Centurión, el seguro reemplazante de Armani.
A medida que corrían los minutos, las posturas se acentuaban y quedaban más expuestas. Centurión se lució al desviar un puntinazo de Garro, que terminó pegando en el travesaño, pero fue un aviso de lo que vendría después, acaso una síntesis perfecta de lo que fue el partido: Juanfer Quinteros ejecutó un tiro libre al área, que rechazó el arquero Herrera con los puños y ese despeje terminó cayendo en los pies del ingresado Diego Ortegoza. El volante central se llevó la pelota, corrió 50 metros sin que nadie lo detuviera, evitó el trancazo de Palavecino y sacó un derechazo al primer palo que venció la resistencia de Centurión. Así Talleres consiguió el gol por el que había hecho méritos y dejó a River practicamente afuera de la pelea por el título.