A 56 días del debut de la Selección Argentina frente a Arabia Saudita en Qatar 2022, Luis Adolfo Galván, campeón del mundo en 1978, analiza el presente del seleccionado comandado por Lionel Scaloni.
“Argentina cambia la manera de jugar de un partido a otro y eso marca la diferencia. Pero no la veo candidata al título. Depende mucho también de los rivales que le toque”, argumenta el ex futbolista de 66 años.
El santiagueño fue un defensor de bastón y galera. Un tiempista que salía jugando desde el fondo con una pulcritud increíble y una precisión sensacional. Agil y rápido, pese a su 1,75 metros saltaba más que cualquiera.
Sin embargo, en la previa al único Mundial organizado en nuestro país fue bastante resistido, al punto tal de que a cuatro meses del inicio no era parte del plantel comandado por César Luis Menotti. Pero fue llamado a último momento por Roberto Saporiti, ayudante de campo de Menotti, para ocupar un lugar en la lista de 22 futbolistas.
A pesar de ser cuestionado por casi todos, Galván disputó los siete encuentros como titular en el torneo que consagró al conjunto nacional, y fue distinguido con el premio Fair Play a la caballerosidad deportiva.
“Menotti me agarró previo a la final con Holanda, me tocó la espalda y me dijo: 'Luis, juegue como lo hace en Talleres'. Yo pensaba que no me estaba pidiendo nada. Algunos te dan indicaciones, pero este hombre me palmeó la espalda y me remarcó que disfrute el partido como lo hacía siempre. Después de sus palabras, salí agrandado al campo de juego del Monumental”, describió el lateral derecho que, además, jugó cinco encuentros en España '82.
Mas allá de su paso por el seleccionado, Galván se destacó en Talleres de Córdoba, siendo subcampeón del Nacional 1977 y múltiple campeón de liga cordobesa, como también figura destacada en los torneos metropolitanos y llegó a ser el de más presencias.
"Jugué más de 500 partidos en Talleres, 12 años seguidos y con dos interrupciones. Soy un agradecido del fútbol. Jugué campeonatos locales, con parte de los mejores de nuestro fútbol. Eso me permitió jugar en la Selección de Menotti, la que nos dio uno de los dos títulos mundiales", comentó a Líbero.
--¿Cómo observa a la Selección nacional comandada por Lionel Scaloni?
--Se hace difícil analizar en profundidad porque no la veo seguido. Cuenta con muy buenos jugadores, pero la mayoría se destaca en el exterior. En mi época, citaban a cuatro futbolistas de River y los conocías, pero hoy vienen de afuera y no sabes cómo están físicamente. Sí me preguntás dónde juega cada uno, no lo sé, ni tampoco como juegan. Les perdí el rastro a todos. Hoy, los sistemas son diferentes y se juega mucho con línea de cuatro defensores. De esta manera, se hace difícil tener una opinión acertada sobre la Selección en base a cómo juega.
--¿Qué le pareció el haber ganado la Copa América en Brasil?
--La vi bien a la Selección Nacional. No pude ver todos los partidos, pero sí el choque por semifinales y la final ante el local. En las instancias finales sí me pongo a ver al seleccionado, pero los primeros encuentros no me llama la atención. Con el paso del tiempo, le perdí un poco el entusiasmo a la Selección porque estoy más abocado a Talleres de Córdoba. No soy de ver todos los partidos del seleccionado, y además los amistosos es más difícil que los vea.
--¿Es candidata al título en Qatar?
--Argentina cambia la manera de jugar de un partido a otro y eso marca la diferencia. Pero no la veo candidata al título. Depende mucho también de los rivales que le toque. Igualmente, yo siempre apuesto al jugador argentino que tiene un plus. No conozco a los citados por Scaloni ya que no sé dónde juega la mayoría. Antes era diferente ya que sabías dónde jugaba cada futbolista y casi todos lo hacían en el fútbol local.
--¿Argentina cuenta con un plus extra por tener a Lionel Messi en el equipo?
--Sí, claro que sí. Los Mario Kempes, Diego Maradona, Daniel Bertoni, los Messi marcan diferencia siempre; y son los que llevan el equipo al hombro. Obviamente, cuenta con el apoyo de sus compañeros. Messi tiene la capacidad de hacer una diferencia en un partido, pero hoy no es el mejor jugador del mundo. Los rivales ya lo conocen y ninguno le pone una marca personal, siempre lo esperan; algunos antes de la mitad de cancha y otros en tres cuarto de cancha. La diferencia que hace Messi es cinco metros previo al área grande donde puede hacer un gambeta y le pega fuerte con zurda. La derecha la maneja bien, pero la mejor es la izquierda.
--¿Por qué no pudo la Selección Argentina ganar una Copa del Mundo desde 1986 hasta ahora?
--En aquel momento el cuerpo técnico contó con un tiempo largo para conocer a sus jugadores y Carlos Bilardo los tuvo a disposición para marcar los errores, y las cositas importantes antes del comienzo de México '86. Nos va a costar bastante ganar una Copa del Mundo porque Scaloni sólo cuenta con sus futbolistas durante 15 días, y no le alcanza el tiempo de trabajo. El entrenador debe tener un período de labor para conocer a sus jugadores.
--¿Para poder convivir con ellos también?
--Si, claro. Hoy casi no tienen convivencia y eso tampoco ayuda. Tomo muy en cuenta el trabajo que hacía Menotti desde lo personal, no sólo futbolístico. Me llamaba y me decía: 'Entrenamos a las 16, pero estate una hora antes porque quiero trabajar con vos y Daniel Passarella a solas'. Trabajábamos mucho en los entrenamientos y esto nos permitía conocer bastante a nuestros compañeros.
--¿Tiene relación cercana con Passarella?
--Sí, hablamos cada fin de año o en la previa a algún partido importante, pero sólo nos saludamos. No únicamente con él, sino con Osvaldo Ardiles, Kempes y otros más. Cuando me enteré de que Daniel estaba mal, intenté comunicarme, pero no me respondía. A veces los ex jugadores tenemos esos decaimientos porque estamos alejados del fútbol y nos afecta. El Káiser fue el gran capitán del seleccionado y de River durante mucho tiempo, pero de un día para el otro se quedó sin nada y el estar alejado del fútbol lo afectó; le cortaron las piernas sin poder hacer nada.
--¿Qué se siente ser uno de los 22 campeones del mundo de 1978?
--Somos unos privilegiados, porque en un país tan futbolero y de tantos jugadores, ser parte de un plantel consagrado por primera vez en la historia fue muy satisfactorio. Fue una tarea muy difícil, pero son momentos únicos en la vida.
--¿Cuántas veces volvió a ver la final ante Holanda?
--Hace bastante que no la veo. En algún tiempo sí la veía, pero ya no. Cuando voy a la casa de mi hijo, la vemos juntos. Fue un partido soñado, perfecto. Nada se dio producto de la casualidad porque todo se trabajó. César tenía la virtud de valorar las condiciones de cada futbolista, porque hay técnicos que, en su afán de imponer, te dicen que no podés gambetear tanto, y el jugador se siente mal porque no puede explotar lo que mejor le sale.
--¿Que le recomendaba Menotti antes de los partidos del Mundial?
--No me olvido más. César me agarró previo a enfrentar a Holanda, me tocó la espalda y me dijo: 'Luis, juegue como lo hace en Talleres'. Yo pensaba que no me estaba pidiendo nada. Algunos te dan indicaciones, pero este hombre me palmeó la espalda y me remarcó que disfrute el partido como lo hacía siempre. Después de sus palabras, salí agrandado al campo de juego del Monumental.
--¿Llegó a tocar la Copa?
--Si, la alcancé a tocar un poquito. Tenía compañeros que la tenían más cerca y no la querían largar (risas). Me encontraba medio lejos y no la toque por completo. Pero en mi casa tengo una réplica de la copa del mundo.
--¿Conserva algunas camisetas de cuando era jugador y la medalla del '78?
--Sí, tengo todo. Lo bueno de conservar esas camisetas es que en ese momento no tenían publicidad. Hoy, hasta te confunden los colores de la casaca con los sponsors. Pero la del '78 no tenía publicidad y era toda celeste y blanca. También conservo la que utilicé en los Juegos Panamericanos del '75, y las de las semifinales y la final en el '78.
--¿Intercambió camisetas con rivales?
--Sí, me guardé la de Paolo Rossi de Italia y una de Holanda; no conservo la de Perú. Tengo seis hermanos varones y dos mujeres, y quería regalarles camisetas a todos. Por eso, guardaba también la de los entrenamientos. Tras la consagración en Argentina '78, viajé hacia mis pagos en Santiago del Estero y les llevé casacas a toda mi familia. Verlos llorar a mis hermanos y a mis viejos son recuerdos inolvidables.
--¿A qué se dedica ahora?
--Por ahora seguimos trabajando en Talleres como profesor en las divisiones inferiores. Ya pasó la época que jugábamos al fútbol con los muchachos; ya no nos juntamos para eso. Estoy trabajando como director de la escuela de fútbol, en las inferiores y en el fútbol femenino de Talleres de Córdoba. Mi tarea es recorrer las 15 canchas del predio y corregirles algunas cositas a los profesores de diferentes categorías. Camino muchísimo y eso me ayuda a descansar bien por las noches. Hace 20 años que me desempeño en esta labor.
--¿Trabaja en el club que lo tiene como uno de sus máximos ídolos?
--Jugué más de 500 partidos en Talleres, 12 años seguidos y con dos interrupciones. Soy un agradecido del fútbol. Jugué campeonatos locales, con parte de los mejores de nuestro fútbol. Eso me permitió jugar en la Selección de Menotti, la que nos dio uno de los dos títulos mundiales.
--Luego de colgar los botines, ¿a qué se dedicó?
--Trabajé como director de mi escuela, Luis Galván, donde di clases de fútbol durante dos años. Hasta que me llamó Talleres para sumarme al grupo de trabajo para desempeñarme como profesor, y hoy mi tarea es diferente.
--¿Siguió siempre vinculado al fútbol?
--Sí, por suerte siembre vinculado a la pelota. Tratamos de enseñarles a los más chicos el camino del fútbol. Profundizamos en la marca, el remate, el defender con o sin la pelota, en los diferentes sistemas de juego. También, en defensa, en la mitad de cancha y en la delantera. Todo para mejorar el rendimiento de los chicos y las chicas.
--¿Continúa despuntando el vicio de jugar un poco?
--No, ya no, tengo 66 años. A los 34 años jugando en Loma Negra padecí una lesión difícil en la rodilla y me costó un tiempo largo recuperarme, porque a esa edad y luego de tanto tiempo de haber jugado, me pusieron un yeso y cuando me lo quitaron no doblaba bien la rodilla. Entonces, a la noche sufría por los dolores.
--¿A qué edad se retiró?
--A los 40 años. Y a partir de ahí, me dediqué a la tarea de profesor. Mi último año fue en Santiago de Estero, para concluir mi trayectoria donde nací. Además, me costaba estar lejos de la familia. Entonces, se me hacía difícil ir a entrenar y de esta manera decidí dejar de jugar, y dedicarme a la tarea de entrenador que no se dio porque tenía un problema en el corazón. Mi médico me recomendó estar tranquilo y hablando con mi familia les comenté: 'Me gusta tanto el fútbol, pero no me quiero morir dentro de una cancha'. En ese momento, decidí colgar los botines.
--¿Es difícil el retiro, el día después?
--Sí, sí, el día después es muy difícil. Yo jugué hasta grande y me costó. Si vos te retirás y a la semana te contratan para trabajar en algún lado sería sencillo, pero a la mayoría no les pasa. Dejás de jugar y ya nada es igual.
--¿Qué padecía en el corazón?
--Tuve un marcapaso. Jugué un tiempo con el marcapaso, pero el médico me dijo que eso no es bueno, porque a veces en un partido recibís un pelotazo o un golpe del rival que te puede ocasionar la muerte. El doctor me dijo: 'Si usted quiere seguir jugando lo autorizamos, pero no es lo más conveniente'. Inmediatamente, hablé con mi familia y abandoné todo. Estuve dos años sin hacer absolutamente nada. Fue tremenda la situación que viví. Más allá de que me decían que camine 30 cuadras por día, no era lo mismo; es difícil pasar por esa situación. Me fui hacia Santiago para estar junto al resto de mi familia.
--¿Qué otras situaciones le prohibió el médico?
--No podía manejar mi auto. El doctor me dijo que no podía conducir, porque en una situación de golpe en una ruta me podía pasar algo e iba a generar una catástrofe. Con el tiempo me llegó la autorización y hoy puedo manejar. También me prohibió usar el celular.
--¿Por qué motivo?
--Por el problema de corazón, ya que si usaba al celular, el marcapaso no podía andar bien. Con el tiempo me acostumbré a no usarlo, pero en caso de urgencia un compañero del trabajo me presta el suyo.