Una mano en ele con el dedo índice hacia arriba y el pulgar recostado se replica en Brasil como gesto de apoyo a Lula. Otra mano en señal de disparo, como si fuera la mímica en el uso de una pistola, simboliza el culto a las armas que pregonó Jair Bolsonaro durante su gobierno. La misma “L” tiene dos significados bien distintos. Reconocidos artistas apoyan al candidato del PT con un jingle pegadizo que invita a votarlo. “Vira vira voto/ vira vira vira, vira o voto da María, o voto do João” cantan en un par de videos de casi dos minutos. En español quiere decir “cambia, cambia, el voto… cambia el voto de María, el voto de João…” Con un ligero movimiento de la muñeca transforman en un segundo el ademán del militar ultraderechista en la consonante inofensiva que comunica el respaldo al expresidente. Son dos significantes que expresan un país dividido, polarizado y en vilo por una elección que definirá el futuro de esta potencia regional. Sí continúa por el camino del fascismo y la confrontación o retoma las políticas de inclusión y de respeto a las diversidades que componen su árbol genealógico.
La ingeniosa campaña Vira voto que busca evitar una segunda vuelta – está prevista para el 30 de octubre – entre los dos candidatos con más chances y darle la victoria a Lula el domingo 2, tuvo la participación de músicos, cantantes, actores y actrices en dos videos que circularon como un mantra en las redes sociales. En el primero y más difundido aparecen Caetano Veloso y su hermana Maria Bethânia, Gal Costa, Daniela Mercury, Nando Reis, Arnaldo Antunes, Mart'nália y Margareth Menezes entre las personalidades de la música. En una edición de imágenes sucesivas se los ve cantando, bailando y moviendo una mano para componer la ele de Lula o negar con un movimiento de cabeza el arma parodiada con que Bolsonaro suele saludar. El gesto de identidad más difundido en su raid electoral.
Del video de casi dos minutos también participan artistas de TV Globo a quienes en Brasil se los llama Globais (Globales): Alinne Moraes, Caco Ciocler, Zezé Polessa, Cláudia Abreu, Cissa Guimarães, Marcelo Faria, Silvero Pereira y Sergio Loroza. En el otro mensaje editado y apenas más corto, se los ve a Milton Nascimento, María Gadu, Lenine, Preta Gil (la hija de Gilberto Gil, el compositor, músico y ex ministro de Cultura de Lula), además del actor José de Abreu y el célebre caricaturista, humorista y escritor Ziraldo de 89 años.
Es tan abrumador el apoyo del ambiente artístico a Lula que el saludo con la ele se extendió por las redes, multiplicado en chats de Whatsapp, hilos de Twitter y posteos de Instagram y Facebook. El 17 de septiembre, adelantándose a todos, otro grupo de actores encabezados por Wagner Moura y Bruno Gagliasso cuestionó a Bolsonaro. El primero es el director y el segundo protagoniza la película Marighella. La historia sobre el guerrillero brasileño asesinado por la dictadura militar cuyo estreno no fue autorizado durante casi dos años por el gobierno del militar ultraderechista. Presentaron una canción-manifiesto con un numeroso grupo de intérpretes como Chico César y Zelia Duncan que se llama Himno del Innombrable, con letra de Carlos Rennó y música de Chico Brown y Pedro Luis.
“Estoy a favor de la dictadura”, dijo/ “Del pau de arara y la tortura”, concluyó/ “Pero el régimen, más que haber torturado/ debió haber matado a treinta mil” dice una de las estrofas que alude a Bolsonaro sin mencionarlo. En otra parte de la composición vuelven sobre el actual presidente: “Mi especialidad es matar, soy capitán del ejército”, gruñó/ E indujo al brasileño a armarse, que “todo el mundo, oye, tiene que comprar un fusil”/ porque “la gente armada no va a ser esclavizada/ en una cruzada por la muerte en el país”.
Sem medo de ser feliz
Pueblo creativo el brasileño, se expresa a través de la música en la campaña más polarizada de la que se tenga recuerdo. En el PT ya habían relanzado en mayo pasado el jingle de campaña de 1989 Sem medo de ser feliz (Sin miedo a ser feliz) cuando la esposa de Lula, Rosângela da Silva, más conocida como Janja, lo presentó en un acto. Aquella versión original que repetía el estribillo “Lula la…” llegaron a cantarla juntos Gilberto Gil, Chico Buarque y Djavan.
Con algunas encuestas electorales que ya anuncian la posibilidad de que el líder del PT se imponga en la primera vuelta, el clima de crispación en el oficialismo aumenta. Pero no cede el mensaje hacia la sociedad para que procure armarse ante distintas “amenazas” que alimentan las usinas de fake news del gobierno. El día que comenzó la primavera, en Santa Catarina – uno de los estados más rabiosamente anti PT – el empresario bolsonarista Luiz Henrique Crestani y su esposa Patricia difundieron en Instagram cómo practicaban tiro al blanco sobre una imagen de Lula. No hizo falta que realizaran con sus manos el gesto de un arma porque portaban ambos dos escopetas semiautomáticas. La Policía Federal abrió una investigación sobre el hecho y el tirador, propietario del Grupo Luke, de logística e ingeniería, borró el video pero no pudo impedir que se tornara viral.
Cuando se vio comprometido por su incitación a un crimen de odio político contra el expresidente, quiso maquillar su video y declaró: “Si bien nuestra posición política es antagónica, ello no significa en ningún caso que incitemos a la práctica de actos que irrespeten los valores jurídicos establecidos en nuestro país” y se despidió con un poco creíble “que gane el mejor”.
Bolsonaro recoge lo que sembró. Sus imitadores se esparcen por todo el país, cuatro años de gobierno después. Cuando en 2018 hacía campaña para la presidencia que ganó en octubre frente al candidato del PT, Fernando Haddad, repitió por enésima vez la mímica del arma que dispara con su mano derecha. En aquella oportunidad, mientras visitaba Goiânia, cometió un sinsentido valiéndose de la inocencia de una pequeña niña a la que subió al escenario y le enseñó a hacer la imitación de una pistola que tira hacia un blanco imaginario.
La gestualidad belicista del presidente no es solo una postura para su electorado, una pose o el reforzamiento de su dialéctica de mano dura. Es además un negocio incipiente que ha importado desde Estados Unidos uno de sus hijos, Eduardo Bolsonaro. El año pasado repitió el típico ademán de pistolero que hace su padre frente al monumento por la paz que se encuentra en Naciones Unidas desde 1988. Es una escultura creada por el artista sueco Carl Fredrik Reuterswärd que representa un revólver cuyo caño termina amarrado en un nudo. La concibió como un homenaje a John Lennon, asesinado de varios disparos el 8 de diciembre de 1980.
El hijo del presidente y además diputado federal por San Pablo convocó a principios de septiembre a los seguidores del clan familiar bajo una consigna: “¿Compraste un arma legal? ¿Tienes un club de armas o vas a uno? Entonces tienes que convertirte en un voluntario de Bolsonaro…” El portal de noticias Seeing Red, de Nebraska, EE.UU, publicó el 15 de diciembre de 2021 que “Eduardo Bolsonaro fue presentado a la extrema derecha estadounidense y a la NRA (Asociación Nacional del Rifle) a principios de 2016 por dos brasileños: Royce Gracie, exluchador de la UFC y actual promotor de la industria armamentista estadounidense, y Tony Eduardo, empleado de 88 Tactical Omaha y dueño del club de tiro 38, en el sur de Brasil”. A dos semanas de asumir el gobierno el 1° de enero de 2019, el hombre que quiere revalidar su mandato el 2 de octubre, comenzó a suprimir una a una las restricciones para la compra y uso de armas en Brasil.
Cuando ingresó al Palacio del Planalto en Brasilia, estaba entre los invitados el presidente de la Asociación Nacional de la Industria de las Armas y Municiones (ANIAM) y dueño de la compañía Taurus, Salesio Nuhs. Juntos, el empresario y Bolsonaro se tomaron una foto. Fue un presagio de lo lejos que llegaría el lobby armamentístico que desde San Leopoldo, en Río Grande do Sul, exporta hoy a más de un centenar de países. Es líder mundial en la fabricación de revólveres y la mayor vendedora de armas ligeras del mundo.