Tras la ocupación del colegio Mariano Acosta, donde los alumnos hacen asambleas para votar si mantienen la medida, este lunes el centro de estudiantes del Lengüitas se suma a la protesta de los secundarios, con su propia toma: ocuparán su escuela para reclamar al gobierno de la Ciudad que mejore el servicio de alimentación escolar y ningún estudiante se quede sin vianda. También piden a Horacio Rodríguez Larreta y a la ministra de Educación de Caba, Soledad Acuña, que modifique el sistema de pasantías en empresas privadas, al que consideran una forma de precarización del trabajo: “Ninguna pasantía en empresas del sector privado debería ser gratuita”, plantean.
Será una semana movida en los colegios secundarios, porque además de las dos tomas, otros centros de estudiantes van a pasar la noche del martes al miércoles en las escuelas. Como respuesta, el ministerio de educación porteño mandó mails a los padres en los que les advierte que si no retiran a sus hijos de la ocupación, serán responsables “por los hechos y daños que pudieran ocasionar”. En el Acosta tuvieron presiones menos apegadas al formalismo legal: les cortaron la luz apenas se definió la toma y aparecieron mensajes intimidantes en los parabrisas de los vehículos de padres y madres. Circulan también versiones sobre pedidos de listas a las autoridades de los colegios sobre los estudiantes que participen en las tomas.
Domingo al mediodía en la puerta del Mariano Acosta. Dos chicas cuelgan de las rejas un cartel que dice: "No van a apagar a les pibxs". Por la vereda van y vienen adultos con bolsas. Los familiares no pueden ingresar, pero acercan comida y pasan a preguntar cómo va todo. (“A los mapadres nos pidieron que firmemos un papel que tiene que ver con el protocolo antitomas; decidimos hacer guardia en la puerta y no firmar nada”, dirá más tarde una de las madres). Isabella Spátola, coordinadora del centro de estudiantes, y Carla Andrade, la presidenta, se acercan a la puerta para contar los motivos del conflicto.
-- Hay cuatro ejes de reclamos, que abarcan muchas cosas. El primero es por la viandas. En la escuela somos 850 pibes y nos llegan 180 viandas -dice Carla.
-- El problema principal es que si no llegas antes del recreo a agarrar una vianda te quedas sin desayuno si sos de la mañana, o sin almuerzo si sos de la tarde. También reclamamos la calidad de las viandas. No tienen valor nutricional, son un sanguchito con muy poco queso y jamón, a veces una mandarina, otras una barrita de cereal. No es el valor nutricional que necesitamos para poder pasar tantas horas en la escuela --agrega Isabella.
Otra demanda es por el sistema de pasantías, que tienen, explican, “dos salidas: al mundo laboral y por otro lado, acercamientos a estudios superiores. Nosotres concordamos con que tienen que haber pasantías, pero deben tener un marco pedagógico y no pueden ser obligatorias. Además deben ser pagas. No está bien que te manden a laburar gratis cuando sos menor de edad, para empresas amigas de Larreta ”.
También con las pasantías vuelve a aparecer el problema de tener hambre en la escuela. Claramente, es el tema más presente en momentos en que a la mayoría de las familias les cuesta llegar a fin de mes y no disponen de un extra para darle a los chicos para que, como les han sugerido, “se pidan un Rappi”. La presidenta del centro de estudiantes lo cuenta así: “A estudios superiores nos han mandado a diferentes institutos, incluso privados, y no se nos dan viandas. En esos lugares no hay cantina, por lo que los pibes no tienen acceso para comer, lo único que te dicen es que podés pedirte un delivery. O sea que quien no tiene esa posibilidad, ese día no come”.
La ministra de Educación, Soledad Acuña, sostuvo que la escuela “está tomada por intereses partidarios” y culpó “al populismo”. Pero el vicerrector del Acosta, Julio Pasquarelli, confirmó que el problema de los alimentos que envía la Ciudad a los estudiantes es real: “Los chicos reciben viandas que no son suficientes para jornadas extendidas de tres días de 8 a 19 horas", los respaldó.
Los otros dos ejes del reclamo tienen que ver con el modo de gestionar la Educación del gobierno porteño (“no hay diálogo, toman las decisiones sin consultar”, dicen los secundarios) y con las condiciones edilicias.
Otros colegios
El sábado una decena de centros de estudiantes se reunieron para definir cómo sumarse al plan de lucha. Si bien ya desde hace dos semanas venían analizando tomar medidas, la situación que se vivió en el Mariano Acosta tensó el clima.
Carla Andrade contó, por ejemplo, que además de cortarles la luz de la escuela, con lo que tuvieron que permanecer las primeras 26 horas de toma a oscuras, “a familiares y docentes del colegio les llegaron mensajes intimidantes para que levantemos la toma. En los autos dejaron papeles diciendo que no se podían acercar, que no vinieran, amenazando con que lo que estaban haciendo no estaba bien y que iba a haber consecuencias”.
La Defensoría del Pueblo mandó a un técnico a reconectar la electricidad, que al ir de reparar las instalaciones opinó que el corte había sido intencional. Pero por estas horas la medida que más afecta el ánimo de la toma fueron varios mails -no está claro todavía si reales o hackeados- con anuncios de suspensión de las clases en todos los niveles mientras dure la ocupación. El Acosta tiene todos los niveles: jardín, primario, secundario, profesorado. Los estudiantes no quieren que las clases se suspendan por su toma, que está acotada al secundario. La ocupación que iniciaron el viernes había sido votada inicialmente sólo por el fin de semana, hasta este lunes a las 7.45; por eso con nuevas asambleas definirán cómo seguir.
Sobre los otros colegios, está confirmado que algunos, como en la escuela de Educación Media Julio Cortázar, harán un pernocte desde la noche del martes a la mañana del miércoles. Otros aún lo tienen que someter a votación.
Desde el centro de estudiantes del Cortázar, Luana Pereyra habló de la distancia entre el discurso del gobierno porteño (por ejemplo, la importancia de tener más días de clases) y la realidad de las aulas. “Hoy en día es gravísima la emergencia docente, las horas libres en los colegios no paran de aumentar. Hemos tenido más de 5 cursos a la vez en hora libre. La escuela no es simplemente una guardería donde mandan a los pibes y los docentes o preceptores se deban hacer cargo”, apunta Luana. Y agrega que “en esa situación en la que faltan profesores debido al vaciamiento del profesorado que hizo el propio ministerio de Educación, nos imponen un nuevo régimen de faltas. En nuestra visión de la educación que queremos, planteamos que la escuela debería ser una segunda casa, un lugar de contención, donde los pibes puedan estar si la pasan mal en sus casas o por lo que sea. Pero no obligándolos. Y con el nuevo régimen que plantean, con el que no podemos entrar o salir fuera del horario de clase, los pibes empiezan a sentir que están obligados a estar en un lugar aunque no haya profesores para dar la clase”.
“En la Belgrano decidimos que vamos a arrancar con una toma el martes. No sabemos cuánto va a durar todavía. Entendemos que después de lo que les pasó el viernes al Acosta, es necesario solidarizarse contra este acto de persecución política medidas parecidas. Todavía no se sabe si arranca por la mañana o luego del horario de clase. Estamos en un período de asambleas y todo se va a terminar de definir en la asamblea del lunes”, dice Flor, coordinadora del centro de estudiantes de la escuela Manuel Belgrano.
“Tenemos muy en claro que hay reclamos que ya se volvieron históricos. Como la infraestructura: no puede ser que los techos se sigan cayendo. En la Belgrano llegó la Secundaria del Futuro y las aulas de los primeros están todas perfectas con las pantallas, mientras que salís al patio y se te cae un pedazo de techo. También somos una escuela doble jornada, así que sostenemos que la alimentación es súper importante por la carga horaria que tenemos. Y lo único que nos da el GCBA es un sanguchito. También es complicado entrar en los padrones para pedir la beca de comida, y nosotros no aparecemos como jornada completa. De los 5 días que vamos al colegio, yo veo todo el tiempo a mis compañeres comer ese sanguchito y es lo único que comen”.
Con las medidas de esta semana los centros de estudiantes le pedirán a la ministra Soledad Acuña una audiencia en la que plantear los reclamos. No existen buenas chances de que esto se concrete, si se observa lo que viene pasando desde el inicio de su gestión. Lo más probable es que la apuesta del PRO sea a polemizar a través de los medios, una receta que le rinde buenos frutos en el electorado porteño.
También se volverá a poner en debate el protocolo anti toma de colegios que diseñó el gobierno porteño en 2018 y transfiere la responsabilidad de las tomas a las familias de los alumnos. Aunque la jueza Elena Liberatori consideró que las tomas de colegios no constituían un delito porque los alumnos están ejerciendo derechos constitucionales -Liberatori emitió un fallo vedando su uso-, luego la Sala II de la Cámara de Apelaciones porteña revocó ese dictamen y repuso la aplicación del protocolo.
Informe: Diego Castro Romero.