“Cuando me enteré que querían demoler un pedazo de Biblioteca para instalar un bar, me pareció ya el colmo del abuso de poder y también de ignorancia. Pero por suerte también me enteré de todo lo que estaban haciendo vecinos, escuelas, bibliotecarios y pensé que a los demoledores no les iba a ser fácil ganar esta batalla comercial y ridícula”. Con estas palabras, la escritora y poeta Laura Devetach cerraba hace unos meses la carta de apoyo que le envió a los vecinos y vecinas de Parque Patricios nucleados bajo la consigna “Protejamos la Biblioteca Infantil Enrique Banchs”, cuando todavía era incierta la suerte que correría su biblioteca a instancias del bar que pretendía construir el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en su lugar. Hoy, luego de que la movilización vecinal que se sostuvo desde junio del año pasado lograra mantenerla en pie a través de un amparo judicial, esa misma agrupación denuncia el “vaciamiento de programación y contenidos” en el que el gobierno porteño sumergió a la Biblioteca Banchs, y advierte sobre las consecuencias de ese bar que finalmente será inaugurado este mes en el centro del Parque Patricios.
“Cuando comenzó el conflicto el año pasado, el Gobierno quiso hacernos creer que apostaban fuerte acá. Trajeron la carpa itinerante del Teatro San Martín, promovieron charlas con Norma Aleandro y Ana María Picchio que después no concretaron, hablaron de talleres de huerta, de robótica, que brillan por su ausencia. Ahora que lograron construir el bar, volvieron a dejar la biblioteca en el olvido igual que antes de que nos movilizáramos, esperando a que se muera sola”, advierte el nutrido grupo de mujeres que llegaron desde el Colectivo de Vecinxs Protejamos la Biblioteca Infantil Enrique Banchs para hablar con PáginaI12, en el pequeño anfiteatro que completa la biblioteca. “Es imposible que este bar no perturbe el funcionamiento de las actividades que organizamos y de la biblioteca misma. Empezando por los ruidos y los olores que van a venir desde el bar. Está separado apenas por una reja del anfiteatro, que es donde hacemos las narraciones al aire libre”.
Durante 2014 y 2015, la Biblioteca Banchs había permancido cerrada por una serie de remodelaciones. Un año después, el Gobierno de la Ciudad planeaba derrumbar esas mismas remodelaciones, que habían costado dos millones de pesos, para la instalación del bar. Luego de dos meses en los que no se informaba por qué se cancelaban las visitas semanales de las escuelas y jardines del barrio, y de enterarse de la demolición a través de un boletín oficial, los vecinos y vecinas del barrio comenzaron a poblar la biblioteca de actividades culturales durante los fines de semana para visibilizar la situación. Acudieron miles de vecinos del barrio y artistas como el ilustrador Rep, el director teatral Adhemar Bianchi, la Compañías de teatro comunitario Pompapetriyasos y Catalinas Sur y músicos y bandas como Arbolito y Liliana Herrero, sumados a muchos otros artistas que enviaban su apoyo a la única biblioteca pública infantil que posee la zona sur de la ciudad.
Bajo el resguardo de los árboles, como una pequeña casa dentro del bosque, la Biblioteca Infantil Enrique Banchs –de la que Devetach fue madrina durante muchos años– ocupa un espacio clave dentro del Parque Patricios, transitado y visible desde la Avenida Caseros. Allí, el gobierno porteño pretendía instalar el bar luego de que dos proyectos similares en Parque Chacabuco y Palermo fueran cancelados por la movilización de los vecinos. Al no encontrar ninguna respuesta en los Ministerios de Cultura y de Espacio Público, los vecinos y vecinas de Parque Patricios recurrieron a la justicia para proteger a la Biblioteca Banchs, y el bar fue rediseñado para ocupar todo el terreno que linda con la biblioteca.
“Seguían adelante trayendo gente a la obra y nos decían que no iba a pasar nada. Hasta que finalmente en septiembre cerraron la biblioteca una noche y empezaron a embalar los libros. Los chicos tenían que devolverlos a través de las rejas, fue un maltrato tremendo”, recuerdan las mujeres que integran el colectivo. En esa instancia, la situación llegó a la jueza Elena Liberatori, que ordenó frenar las obras de inmediato.
“Gracias a la jueza pudimos evitar la demolición. Presentamos los documentos de todos los chicos y chicas que son socios de la biblioteca, y fue un amparo colectivo, porque se estaban vulnerando los derechos de todos esos pibes. Pero como el bar está protegido por la Ley de bares, lo hicieron igual, tapando todo lo que es la biblioteca. Y hoy estamos de nuevo teniendo que exigir que garanticen un programa de actividades y de visitas escolares”, dicen desde el colectivo. “Los funcionarios del Gobierno nos repiten que hay que integrarlo, que podemos dejar a los chicos en la biblioteca e ir a tomar un café. ¡Y es justamente lo contrario! Para nosotras se trata de ir con nuestros hijos e hijas y ayudarlos a elegir un libro, acompañarlos, leerles, es un momento para compartir con ellos, y no les entra eso. Para este gobierno la lógica es la del pelotero de McDonald´s”.
En medio de las audiencias judiciales, el colectivo de vecinos no encontró ningún apoyo desde la Dirección General del Libro Bibliotecas y Promoción de la Lectura, dirigida por Javier Martínez, y tuvieron que enfrentarse en soledad a funcionarios del Ministerio de Espacio Público que les aseguraban, casi como una ironía de la historia, que “donde nace un derecho de consumo, nace una necesidad”. A pesar de diversas irregularidades, como el incumplimiento en la disposición de que el bar se mantenga a un máximo de 700 metros de otras ofertas gastronómicas, el proyecto fue llevado adelante y la inversión costó 5,8 millones de pesos. Durante las audiencias judiciales, los integrantes del colectivo fueron testigos también de situaciones inverosímiles, escuchando a miembros del PRO que les aseguraban que la concesión del bar, antes de ser inaugurado, ya estaba entregada a la ONG Cooperadora de Acción Social (COAS), cuya presidenta, Carmen Polledo, es actualmente miembro del mismo partido y vicepresidente 1° de la Legislatura porteña.
“Una vez que consiguieron que el bar se construyera, volvieron a desmantelar la biblioteca, a invisibilizarla, y no pusieron ninguna programación para este invierno. Queda cada vez más en evidencia la desproporción que hay en la importancia que le dan a la cultura y al consumo”, dicen las mujeres del colectivo, que se mantienen alertas a la espera de lo que suceda luego de la inauguración del bar, y volvieron a montar actividades culturales en la biblioteca durante los fines de semana. “Hoy estamos apoyando un proyecto de ley alternativo para derogar esta Ley de bares y usar el bar que acaban de construir como otro espacio de biblioteca para los jóvenes, que hoy no tienen casi ningún material en la Banchs. Y nosotras tenemos que seguir acá para que no la desmantelen, como guardianas en la biblioteca, para que eso no suceda”.