El informe del Club de Roma o “Informe Meadows”, cuyo título es “Los límites del crecimiento” y fue elaborado en base al “Modelo World 3”, acaba de cumplir medio siglo. Fue el primer documento público de difusión masiva que señaló la existencia y desarrollo, por el momento, irreversible de la crisis ecológica.
Realizado por un equipo de investigadores dirigidos por Donella Meadows, una química y biofísica del Massachusetts Institute of Technology (MIT), fue una bomba conceptual que sorprendió por su simpleza y pertinencia. El punto de partida fue la sencilla constatación: algo finito como es nuestro planeta no puede satisfacer necesidades infinitas. Esta forma simple de expresar la realidad fue la que permitió de tomar conciencia de algo evidente. Es uno de los documentos que más impacto ha tenido en la opinión pública en general y en la profesión de los economistas en particular.
La teoría económica se funda en la escasez, situación donde las necesidades y los deseos son ilimitados que se enfrentan los recursos disponibles limitados. Esto explica la existencia de los precios que excluyen a quienes no disponen de los recursos para proveerse de los bienes que satisfacen sus deseos, y además jerarquizan las necesidades y el modo de satisfacerlas. El informe explicaba a nivel del planeta lo que es habitual en la vida cotidiana: tener recursos limitados deben permitirnos satisfacer una parte de las necesidades ilimitadas.
Los recursos no alcanzan para todos
El Club de Roma fue el nombre adoptado por una institución formada por un grupo de personas presididas por Aurelio Peccei, miembro del Consejo de administración de la Fiat y de Olivetti, así como representantes de la OCDE, de la Fundación Rockefeller.
El informe dio una base científica de análisis a las múltiples preocupaciones vigentes en ese momento: el incremento de la demanda de materias primas, el aumento de la población, la creciente insuficiencia de la cantidad de alimentos, pero ponía, además, en tela de juicio la certidumbre de que todos estos y otros problemas podrían solucionarse meced a la tecnología.
El carácter finito de los recursos fue un llamado de atención porque el modelo permitía predecir que, dada la utilización exponencial de un recurso, éste dejaría de estar disponible y no habría más remedio que limitar su utilización o substituirlo.
Los economistas conocíamos el problema ya que Nicolás Georgescu Roegen, un economista de origen rumano que estudió y trabajó en Francia y que emigró a los Estados Unidos, había planteado la situación e insistido en la necesidad de cambiar el paradigma de la ciencia económica. Había sugerido la aplicación de la segunda ley de la termodinámica, el llamado principio de la entropía o principio de la irreversibilidad, al circuito económico. Sugería que en un sistema cerrado la pérdida de calor hace que entra en desorden y pierde su energía de manera irreversible, y no puede volver a su estado anterior en lo económico sucede algo similar.
Críticas por derecha y por izquierda
El Informe del Club de Roma publicado en 36 idiomas y más diez millones de ejemplares fue duramente criticado tanto por la izquierda tradicional como por los economistas ortodoxos. La primera afirmaba que quienes lo habían encomendado eran representantes del capitalismo multinacional y que sus conclusiones solo eran un llamado a monopolizar los recursos raros en algunas manos para excluir a quienes no pudieran procurárselos.
Los economistas ortodoxos y en general los portavoces de los poderes económicos fulminaron el informe ya que ellos han profesado la necesidad de estimular el crecimiento económico para satisfacer las necesidades crecientes de bienes. Por un lado sostuvieron que en World 3, no hay ninguna función de producción, no se substituyen los factores de producción, y no hay un sistema de precios. Por otro lado, afirmaron que en el informe los recursos naturales existentes habían sido subestimados y que los errores del modelo invalidaban las conclusiones del informe.
El economista von Hayeck en el discurso de recepción del premio Nobel dijo que “lamentaba la enorme publicidad dada recientemente por los medios al informe que supuestamente se fundamenta en la ciencia, y el silencio de los mismos medios de la críticas devastadoras de las a sido objeto, por parte de expertos competentes”.
Crisis climática
El informe es muy vago sobre los cambios necesarios pero probablemente no fuera esa la intención de Medows. Señala que la humanidad se encuentra frente a la necesidad de elegir qué hacer y debe “decidir los cambios profundos en las estructuras económicas y sociales que han modelado la cultura a los largo de siglos de crecimiento económico”. Keynes en su opúsculo Las posibilidades económicas de nuestros nietos, siguiendo la tradición de los clásicos, evocaba la “Edad de Oro” como un “estado estacionario” ya presente en Stuart Mill, es decir un equilibrio global óptimo, justo y estable a largo plazo.
Más allá de los dichos de unos y otros hoy, se sabe que el informe Meadows se quedó corto ya que aunque las materias primas y los recursos naturales energéticos o alimenticios puedan soportar una población mundial muy numerosa, la crisis climática tiene características que el informe no preveía.
No predecía ni tenía en cuenta que la utilización de los combustibles fósiles, el gas, el petróleo y carbón, producen el efecto invernadero y que este provoca un cambio climático ya que satura la atmósfera de bióxido de carbono.
El efecto invernadero
El carbono gas predominante en la atmósfera fue captado por los vegetales que se nutrían de él y fue enterrado en su descomposición que a lo largo de millones de años se transformaron en gas, petróleo y carbón. Su extracción y utilización los devuelve a la atmósfera en un proceso invertido al que permitió la vida en el planeta proceso que provoca el proceso inverso al indicado. Dicho cambio provoca no solo enfermedades crónicas recalienta el planeta acentuando la falta de agua cambiando el régimen de lluvias y altera las condiciones de la producción de alimentos.
Así aparece que al problema de los recursos finitos es necesario agregar el efecto invernadero, lo cual implica cambiar el modo de vida y llegar a la “neutralidad carbono”, vale decir a una emisión neta igual a “0” o lo que se denomina el “crecimiento sustentable”.
El efecto invernadero es mucho más potente de lo que se había supuesto y la necesidad de limitar la emisión de monóxido de carbono no es un problema de tal o cual país, sino claramente del conjunto de la humanidad.
* Doctor en Ciencias Económicas de l’Université de Paris. Autor de La economía oligárquica de Macri, Ediciones CICCUS Buenos Aires 2019.