En la Argentina, casi el 5 por ciento de las ventas de comida de productos frescos, perecederos y almacén en autoservicios y supermercados se tira a la basura, lo cual equivale a unas 123 mil toneladas anuales. Esta es una de las principales conclusiones del estudio Desperdicio de alimentos en supermercados y autoservicios de Argentina, elaborado por la FAO, el BID y una serie de entidades del sector privado.
Este jueves 29 de septiembre se conmemora por tercer año el "Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos", integrado al calendario de Naciones Unidas a partir de una propuesta de la Argentina. En un cuadro de indigencia que alcanza cómo mínimo al 8,2 por ciento de las personas --ya que la última medición publicada del Indec corresponde al segundo semestre del 2021, antes del descalabro inflacionario de este año-- tirar comida a la basura debería ser un motivo de preocupación de gobiernos, empresas y organizaciones de la sociedad civil.
Los números
La estimación más amplia sobre el desperdicio de comida en el país fue realizada por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación en 2015, que publicó el informe “Primer ejercicio de estimación de pérdidas y desperdicio de alimentos”. Ese documento estima que cada año 16 millones de toneladas de alimentos no llegan a ser consumidos por las personas y se descartan, cifra que corresponde al 12,5 por ciento de la producción agroalimentaria nacional.
A nivel del sector de consumo masivo, dos grandes trabajos de los últimos años son referencia. Por un lado, Desperdicios… recolectó datos del 41 por ciento de los supermercados del país. Sobre esa base, realizó proyecciones de carácter nacional y estimó que la merma total en las categorías de frescos, perecederos y almacén asciende anualmente a 123.434 toneladas, de las cuales el 82 por ciento son sólidos y el 18 por ciento restante, líquidos.
A nivel categorías, se desperdicia 17.275 toneladas en productos secos, seguido por 14.306 toneladas de galletitas, golosinas y mermeladas. Se tiran 21 mil toneladas de carne y 12.563 toneladas de lácteos, por ejemplo. En relación a las ventas, el rubro menos eficiente es almacén, con el 12,5 por ciento del total en mermas, seguido por lácteos (9,8), bebidas (6,0) y frutas y verduras (5,3). Los productos más afectados son el pollo, bananas, carne vacuna, tomate redondo, lácteos, acelga, papas, lechugas y zanahorias.
Por otro lado, a fines del año pasado se publicó el Tablero de Sustentabilidad y Mermas en el marco de la Plataforma #SinDesperdicio, elaborado en forma conjunta entre la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de Nación, la FAO y diversidad entidades del sector privado. Allí se midieron 58.400 productos en 803 locales de todo el país en las principales categorías de consumo masivo. En esos establecimientos se estimó un desperdicio de 65.440 toneladas de comida en 2021, que equivale al 1,8 por ciento de las ventas en los canales de consumo masivo.
Casi la mitad de la comida que se desperdicia corresponde a la provincia de Buenos Aires, le sigue la Ciudad de Buenos Aires y Córdoba. Medido en peso, la principal categoría que se desperdicia es frutas y verduras. Le siguen productos frescos, lácteos, productos refrigerados, fiambrería y otros artículos de almacén.
Causas y recomendaciones
Las causas conocidas del desperdicio explican cerca de la mitad del fenómeno. Allí aparece la devolución de productos de parte de los comercios a los productores, seguido del vencimiento de los productos y la rotura o avería. Un componente relativamente menor, del 2,9 por ciento del desperdicio, corresponde a donaciones. La otra mitad son causas desconocidas o imposibles de relevar.
"El sector del retail tiene una enorme oportunidad para trabajar en el círculo virtuoso de la prevención de las pérdidas y desperdicios de alimentos. Por ejemplo, con la implementación de estrategias y acciones para trabajar en el rescate o recupero de alimentos saludables a partir de mejoras en la infraestructura logística necesaria para la facilitación de la recuperación como de la donación", indica el informe del Tablero.
Iniciativas
La Red de Bancos de Alimentos es una asociación civil que agrupa a los bancos de alimentos del país. En 2021 se entregaron por esta vía 16,8 millones de kilos de alimentos a partir del rescate de alimentos por parte de la industria, frutas y verduras, supermercados y colectas.
Fueron 50,8 millones de platos de comida que alcanzaron a 1,27 millones de personas que recibieron asistencia alimentaria. Participan de esta red 4818 entidades asociadas y 15 mil voluntarios. La Red cuenta también como donantes a algunas de las principales empresas de alimentos del país, supermercados y empresas de logística.
La Resolución 392/2015 lanzó el Programa Nacional de Reducción de Pérdida y Desperdicio de Alimentos y en octubre de 2018 se sancionó la Ley 27.454, que creó el Plan Nacional de Reducción de Pérdidas y Desperdicio de Alimentos (PDA), reglamentado por el Decreto 246/2019.
La Corporación del Mercado Central de Buenos Aires creó por Resolución 189/2021 el Programa de Reducción de Pérdidas y Desperdicios y Valorización de Residuos. Según las cifras oficiales, en los primeros meses de vigencia de ese plan se rescataron 96 mil kilos mensuales de alimento destinado a comedores populares y organizaciones sociales.
El sector privado también desarrolla iniciativas de carácter comercial de índole novedosa, como es la tienda online peruana Sugo, que vende productos que no llegan a colocarse en el mercado de primera mano, ya sea porque son lotes con vencimiento próximo, tienen fallos estéticos o son inventario excedente. La plataforma ofrece descuentos de hasta el 90 por ciento respecto de los precios originales en bienes de consumo masivo. La empresa afirma haber "rescatado más de 3 millones de productos".
Además, la reducción de desperdicios equivale a un menor ingreso de productos a los basurales, por lo tanto reduce las emisiones potenciales de gases efecto invernadero. Atenta a esta situación nació la empresa Core Zero, que busca conectar inversionistas de bonos de carbono de los países desarrollados para potenciar los ingresos monetarios de proyectos de reducción de desperdicio de comida en América latina, entre otras regiones.