La muerte de una joven de 22 años mientras estaba bajo custodia de la Policía de la moral iraní ha encendido una protesta a lo largo y ancho de Irán, que lejos de disminuir ha ido a más en la última semana. Masha Amini, una joven de origen kurdo, fue detenida por la Policía de la moral y llevada a un centro de reeducación. Su delito: llevar mal puesto el velo. Poco después fue ingresada en coma en un hospital, donde murió. La versión oficial afirma que sufrió un paro cardíaco, pero diversos testigos han asegurado a medios de comunicación que fue golpeada dentro de la furgoneta que la transportó a la comisaría y que tenía signos de maltrato.
Su muerte ha sido la gota que ha colmado el vaso y ha espoleado la indignación en las calles por todo el país. Una protesta en la que las mujeres encendieron la mecha. Desde el momento en el que se conoció su fallecimiento, miles de ellas comenzaron a protestar grabándose vídeos mientras se cortaban el pelo a mechones o quemaban los velos a cara descubierta y lo compartían en las redes sociales. También en las calles fueron las más activas, quitándose la hijab y entonando cánticos contra el régimen de los ayatolás: "Mujeres, vida, libertad" o "muerte al dictador", mientras encendían fogatas y se enfrentaban a la Policía.
El descontento por décadas de represión y de discriminación estalló en un clamor entre las mujeres. Por un lado, exigen justicia y conocer los detalles de lo que le ocurrió a Amini en su detención. Pocos en Irán parecen creer la versión oficial que afirma que la joven tuvo un infarto repentino e inmediatamente fue hospitalizada. Tampoco que el Gobierno vaya a realizar una investigación imparcial y a fondo de los hechos, como han prometido después de que estallara la protesta.
No es la primera protesta protagonizada por mujeres que tiene lugar en Irán por la violación de sus derechos, pero la muerte (o la firme sospecha de asesinato) de Amini tiene características que hasta ahora no se habían visto. Muchas de las acciones en el pasado habían sido puntuales y más bien individuales: mujeres que se quitaban el velo, que se organizaban para protestar. Pero esta respuesta espontánea ha sacado a miles de mujeres a la calle desafiando no sólo las normas, sino a la Policía. La respuesta oficial ha sido más represión. Amnistía Internacional (AI) afirma que al menos ocho manifestantes han sido asesinados por las fuerzas del orden, que utilizan munición y gases lacrimógenos para dispersarlos. La televisión estatal iraní cifra los fallecidos en las protestas en 17, "entre manifestantes y policías".
Las mujeres lideran las protestas
La politóloga iraní Nazanin Armanian explica que la represión ha ido en aumento en la misma medida que la corrupción del régimen y afirma que hay dos características en esta revuelta que son únicas. Por un lado, que la joven muerta era kurda, que es el sector de la izquierda iraní y muy considerado por la población. La segunda es que no solo las mujeres han sido las protagonistas de este estallido, sino que han liderado la protesta, arrastrando a los hombres a las calles y manteniéndolos junto a ellas. "Esto es un dato novedoso e importante, porque hasta ahora no había hombres en las protestas por los derechos de las mujeres".
Este estallido se viene a sumar a una situación de indignación y descontento que ya existía en el país. Es, de alguna manera, la gota que colmó un vaso que se ha ido llenando a lo largo de muchos años. "Esta revuelta no es solo una rebelión contra el velo. No nos equivoquemos. Es la chispa que ha encendido el descontento acumulado durante más de un año por la inflación y la represión. Desde hace meses hay una huelga de los obreros de la petrolífera Abadan (la más grande del país), en la que también estaban las mujeres mayores, porque su poder adquisitivo ha bajado de forma drástica. La inflación en Irán es de un 400%, se ha asesinado y ejecutado a mujeres, detenido a ecologistas, a líderes sociales... Solo en lo que va de año, que en Irán comienza en marzo, se ha ejecutado a 350 personas. Irán es hoy el país que más ejecuciones realiza", añade Armanian. Los vetos de Estados Unidos y la comunidad internacional hacia Irán por no haber sellado un acuerdo nuclear han dejado al país sin recursos económicos para aliviar el descontento, añade.
Amnistía Internacional denuncia el yugo que ejerce la Policía para controlar la situación. "No es nuevo el tema de las detenciones por no llevar el velo ni la brutalidad de la represión. Este movimiento de mujeres y de algunos hombres que las respaldan viene dándose desde 2015, con picos de actos simbólicos, como subirse a lugares altos de la ciudad y ondear el velo de forma simbólica. Pero en todos los casos la represión ha sido brutal", comenta Yolanda Vega, portavoz sobre Irán de AI.
Para intentar frenar las protestas, además, el régimen de los ayatolás, que gobierna el país con mano férrea desde que subió al poder en 1979, ha comenzado a cortar el acceso a internet y a aplicaciones de redes sociales como WhatsApp o Instagram. Los medios de comunicación internacionales tienen poca presencia en el país y muchas restricciones a la hora de cubrir noticias. Por ello la medida de limitar o cortar el acceso a Internet es un intento de frenar la salida al exterior de cualquier información y de evitar que las protestas no sigan extendiéndose por otras partes del país.
Vega afirma que es necesario poner en valor la valentía de estas mujeres que han conseguido el apoyo de parte de la población. "A lo largo de estos últimos años hemos visto cómo el Estado se ha metido en todos los ámbitos de la vida cotidiana. Se viola el derecho a la igualdad, a la intimidad, a las creencias religiosas... El régimen ha ido ocupando una buena parte de la vida cotidiana de 40 millones de mujeres y niñas que ven reducido su espacio social. Es imprescindible que se deroguen las leyes discriminatorias".
Casi 50 años de recortes de derechos
Hasta la revolución de febrero de 1979, las mujeres tenían reconocidos muchos de sus derechos. No estaban obligadas a llevar velo, podían abortar, ir solas a estudiar... "Hoy una mujer de 80 años con estudios universitarios no puede casarse si no es con la autorización de un hombre", añade Armanian. "Dos meses después de triunfar la revuelta de los ayatolás, las mujeres fueron las primeras que desafiaron al régimen -recuerda esta politóloga-. Ese 8 de marzo salieron a la calle en protesta". Entonces ya se había empezado a recortar sus derechos. A lo largo de estas últimas décadas el círculo se cerró del todo.
El código penal islámico establece que las mujeres que se muestren en público sin velo deberán ser castigadas con penas de cárcel, multa o latigazos. Esta norma se aplica a niñas a partir de los siete años, cuando son obligadas a utilizarlos. También permite a la Policía arrestar y detener arbitrariamente a decenas de miles de mujeres cada año por mostrar mechones de pelo que asomen de sus pañuelos o por usar ropa corta y colorida. Las mujeres iraníes son objeto habitual de acoso verbal y agresión física por parte de la Policía, sufren amenazas, insultos, son obligadas a quitarse el maquillaje, abofeteadas o golpeadas con los puños o con bastones.
Han sido miles las mujeres represaliadas por estas normas. En 2018, la abogada Nasrin Sotoudeh fue detenida. Su delito fue defender a otras mujeres que habían desafiado las normas quitándose el velo. Por ello fue condenada a 38 años de prisión y a 148 latigazos. Desde Amnistía afirman que esta activista se encuentra en estos momentos en su casa por motivos médicos y que los latigazos aún no se han cumplido, pero que la pena sigue aún en vigor.
Tras la revuelta por la muerte de Amini, el Gobierno afirmó que abriría una investigación interna para aclarar el caso. Las protestas no pararon. Nadie en Irán cree que el Gobierno pueda llevar a cabo una investigación transparente. Amnistía Internacional reclama que se realice desde Naciones Unidas: "Dentro de Irán no se va a llevar a cabo. Pedimos que se establezca un mecanismo de rendición de cuentas dentro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU que realice una investigación independiente que garantice aclarar los hechos, justicia y reparación".
"Las consecuencias de esta revuelta son impredecibles", afirma Armanian, que está convencida de que las protestas no se van a detener. "El régimen no tiene herramientas para calmar la situación, excepto la represión, y no creo que el aumento de ésta pueda acallarla. Hay 12 millones de parados y el 45% son jóvenes titulados universitarios. Un grupo de sacerdotes medievales no la puede parar, porque no tiene medios para hacerlo. Recurrirá a más represión, pero el pueblo ha perdido el miedo. Quiere que se deroguen las leyes".