A principios de la década del 70, Haydeh Changizian era primera bailarina del Ballet Nacional de Irán: el público y la crítica la bañaban en elogios, rendidos ante su técnica virtuosa y sus interpretaciones dramáticas. Dejó la compañía en el ’78 para fundar la suya propia y un instituto de danza, deseosa de crear un repertorio basado en la antigua cultura iraní y en la mitología y la literatura persas. Sin embargo, al año siguiente su proyecto se truncó: de pronto la danza estaba prohibida en Irán, tachada de “pecaminosa”. Frente a semejante escenario, a Changizian no le quedó otra que irse de su país e instalarse en los Estados Unidos, donde siguió su carrera como bailarina.
También por esos años, la popularidad de la cantante y actriz Googoosh -nom de plume de Faegheh Atashin- estaba por las nubes, diva máxima de la música gracias a discos como Mordab, Kuh, Hamsafar… Obligada al silencio y la sumisión en el ‘79, esperó más de 2 décadas para abandonar Teherán y pararse nuevamente frente al micrófono.
Si bien la renovadora, díscola poeta Forugh Farrojzad había muerto trágicamente en 1967, a los tempranos 32 años, su voz transgresora también se vio acallada en 1979 cuando sus poemas se prohibieron terminantemente…
En fin, apenas algunas mujeres de las artes cuyas vidas y obras se vieron brutalmente interrumpidas cuando acaeció en Irán la Revolución Islámica de, ajá, 1979. Mujeres que hoy vuelven a estar en el candelero gracias a la exposición Rebel Rebel de la pintora Soheila Sokhanvari, que actualmente exhibe la galería Barbican de Londres. Nacida en Shiraz, instalada en Cambridge, la artista celebra en esta serie “a 27 íconos feministas del Irán prerrevolucionario, muchas de las cuales se vieron obligadas a exiliarse”, en sus propias palabras. Lo hace con retratos en pequeño formato “de estas glamorosas figuras que fueron borradas de la historia iraní aunque hayan sido fundamentales para nuestra cultura”.
Sokhanvari agrega: “Se les prohibió actuar,
cantar, bailar… Como artista femenina, siento que es muy importante contar sus
vidas, prestar atención a sus luchas”. Sobra decir que la muestra cobra otra
dimensión actualmente, en miras de las heroicas manifestaciones que están
liderando las iraníes que, aun a riesgo de represión y muerte, siguen en las
calles reclamando tras el brutal asesinato de Mahsa Amini en manos de la “policía
de la moral” por llevar mal el velo.