Los abogados de Cristina Kirchner le pidieron este miércoles a la jueza María Eugenia Capuchetti que profundice la investigación sobre la hipótesis de que Fernando Sabag, Brenda Uliarte y el resto del grupo que intervino aquel 1 de septiembre hayan recibido plata para matar a la vicepresidenta. Pero, además, en el celular de Uliarte se encontraron mensajes de una persona a la que tiene agendada como David y que le menciona “hago espionajes y se los paso a la embajada de estados unidos" (sic). Por los primeros indicios, David sería sólo un consumidor de prostitución que alardeaba con Uliarte. Pero, igual, amerita que se confirme en el expediente. La idea de que hubo un pago surge de varios chats que ya están en la causa. Por ejemplo, el 15 de agosto, medio mes antes de la tentativa de homicidio, Sabag escribió: “Yo quisiera hacerme el vendedor de copos y meterle un corchazo. Yo a ella la trato de bajar, pero a mi me importa la plata”. Y, como adelantó Página/12, hay un mensaje de Joa (Joanna Colman) en el que sostiene “sé que lo hizo por plata, por acomodo, así que el chabón en cuatro año ponele que sale y sale re acomodado mal eh. A ver, como les vuelvo a repetir, uno por plata se vende”. Joana iba a ser citada como testigo este miércoles, pero los letrados de CFK se opusieron porque consideran que se la debe investigar como partícipe. La declaración fue suspendida.
Marcos Aldazábal y José Manuel Ubeira, abogados de la expresidenta, estuvieron en el juzgado de Capuchetti al promediar la jornada y presentaron un escrito con una hipótesis que, en realidad, no es nueva. El texto se mantiene en reserva, pero la agencia Telam difundió algunos párrafos. Ya la propia CFK dijo que el grupo de los que vendían copos de nieve eran autores materiales, pero de ninguna manera son los que pusieron en marcha el plan. El escrito de los letrados enfatiza que hay que avanzar sobre la pista del dinero y también, por lo que surge de un diálogo, sobre la posibilidad -parece remota- de que haya una mano extranjera en el atentado.
Los elementos señalados por Aldazábal y Ubeira incluyen la siguiente secuencia:
* ”Yo quisiera hacerme vendedor de copos y meterle un corchazo”, menciona Sabag. Es una demostración más de que la cuestión de la venta de copos no era para ganar dinero, sino una pantalla para hacer inteligencia y perpetrar el ataque.
* En la misma conversación del 15 de agosto, Sabag dice: “Yo a ella la trato de bajar (refiriéndose a Uliarte), pero a mi me importa la plata, si nos compran o le dan un laburo, ya está salvada, bienvenido sea”. O sea, Sabag está diciendo que Uliarte está obsesionada con matar a CFK pero que él lo haría por dinero.
* Como ya publicó este diario, está el mensaje de Joa: “Sé que lo hizo por plata, por acomodo”. En ese chat, posterior al ataque, Joana tambien dice que, cuando salga en libertad, imagina que en cuatro años, va a estar salvado.
* Y hay un diálogo, que también consta en la causa, entre Uliarte y una persona agendada como David. También es posterior al ataque y poco antes de la detención de la chica. Ella pregunta. “¿Sos poli de la DEA? (por la agencia antidrogas de EE.UU.). “Hago espionajes y se lo paso a la embajada de Estados Unidos. Nada más”. En este chat, está claro que Uliarte ya sabía que el tal David venía alardeando sobre su vínculo con la delegación de Washington, pero en el juzgado -tras una averiguación- afirman que “es un (Marcelo) D’Alessio de cuarta categoría. Era básicamente un consumidor de prostitución”.
Reclamo de celeridad
Más allá de las hipótesis, los abogados de CFK parecen reclamar que se profundice la investigación. Es decir, que hay numerosas pistas, muchos informes, pero es necesario aclarar -cuando está por cumplirse un mes del ataque- cuáles son las hipótesis vigentes y cuáles deben ser descartadas.
Todo indica que el grupo o parte de sus integrantes estuvieron en la esquina de Uruguay y Juncal varios días antes del ataque. No se sabe exactamente quiénes hicieron ese trabajo de inteligencia. Está claro, por ejemplo, que el 28 de agosto, estuvieron Sabag, Uliarte y hablaban con otro individuo de gorro y barbijo. Ese sujeto no está identificado.
Como adelantó en su momento Página/12, se perdió el contenido del celular de Sabag. Por alguna razón se reseteó. El juzgado resolvió que la Gendarmería realice el peritaje, pero el Samsung no se tocó, porque suponen que un manoseo inadecuado podría complicar todavía más la obtención de los datos. El problema es que pasa el tiempo y no se le encuentra el camino de salida a esta evidencia decisiva.
Hay una cuestión que va en el sentido de la presentación de Ubeira y Aldazábal: un diálogo entre Sabag y Uliarte sobre el alquiler de un departamento en Recoleta, enfrente de donde vive CFK, con el objetivo de dispararle desde allí. En ese chat mencionan incluso que tenían que pagar la seña. Todo es inexplicable si se mira que ambos vivían en un monoambiente en San Martín, es decir que ese alquiler, aunque fuera temporario, no se condice para nada con el dinero que tenían. Nuevamente se plantea el financiamiento.
Los mensajes de Joa
En los mensajes del celular de Uliarte llaman la atención los de Joa, Joanna Colman, que parece tener autoridad y otro nivel de análisis. El mensaje en el que afirmó “sé que lo hizo por plata” motivó su convocatoria a declarar. La jueza la citó como testigo y los abogados de CFK le plantearon que, por los textos, hay que investigar su rol en el grupo y el atentado. Es que, además, Joa les va dando instrucciones y tiene un nivel de información superior sobre lo que declaró o no declaró Sabag tras ser detenidos. La jueza Capuchetti resolvió este miércoles suspender la declaración. Todavía no se conoce qué va a decidir la magistrada, pero el escrito de Aldazábal y Ubeira insiste en revaluar todas las pruebas: hay que avanzar en el análisis sobre la ubicación de cada uno en lo que fue el plan de matar a CFK.
Autores intelectuales
Por supuesto que el punto neurálgico es, como lo llamó CFK, la cuestión de los autores intelectuales. En ese terreno, hay varias posibilidades:
* Está claro que actuó un grupo de odiadores, marginales, neonazis, antisemitas, furibundos adversarios del peronismo y el kirchnerismo.
* No se vislumbra una gran estructura, algo que se percibe por el arma usada, antigua y en relativo mal estado. Además, por el nivel de vida que llevaban los protagonistas, incluyendo prostitución, venta de imágenes eróticas y otras actividades similares.
* Sin embargo, eso no quita para nada que alguien los haya influido. Por ejemplo, con el razonamiento de que “estos muchachos nos sirven, nos sirve que vayan a escrachar a Sergio Massa, a la Casa Rosada, a actores, a legisladores, al Instituto Patria”.
* En ese marco, podrían haberlos influido inyectándoles todavía más odio y sugiriéndoles aún mayor violencia. Y, además, aportándoles algún financiamiento.
* No aparecieron hasta ahora elementos que los vinculen nítidamente con Revolución Federal, pero existe un hecho objetivo: Uliarte estuvo en aquella marcha violenta de las antorchas. Además, hay una concordancia muy notoria en las consignas y hasta en las menciones que apuntaba a matar a CFK. Finalmente está el enigmático pago de 1.700.000 pesos que recibió Jonathan Morel en su carpintería, por parte del Grupo Caputo.
* En los tribunales de Comodoro Py, sin embargo, sigue primando la idea de investigar la tentativa de homicidio como si hubiera ocurrido contra cualquier persona. Al menos por ahora se le sacó al expediente y al procesamiento, el contenido político, desestabilizador, de ataque a las instituciones democráticas. A semejante enfoque se agregó la decisión del camarista Mariano Llorens de que el atentado y Revolución Federal se investiguen por separado.
Habrá que ver qué impacto tiene el escrito presentado por Ubeira y Aldazábal en el proceso judicial. No se pueden descartar nuevas detenciones y medidas para profundizar la investigación. El sábado se cumple un mes de esa imborrable imagen de Sabag apretando el gatillo a centímetros de la cabeza de Cristina Kirchner. Lo que hubo detrás, aún no se conoce.