Una baja del desempleo a niveles históricos, una industria recuperándose y ahora un descenso de la pobreza no parece coincidir con las escenas cotidianas de gente durmiendo en la calle, vendiendo pañuelitos descartables en bares, semáforos y negocios, tocando timbres para pedir plata, ropa o un plato de comida. PáginaI12 consultó a especialistas en la temática: ¿Por qué los números de actividad y empleo se vuelven asintomáticos cuando se entra a los barrios populares? ¿Qué hace falta para bajar la pobreza en Argentina?
La pobreza alcanzó al 36,5 por ciento de las personas en el primer semestre de 2022. Significa una reducción de aproximadamente cuatro puntos con respecto al mismo periodo del año pasado, y de casi un punto con respecto al semestre anterior. Sin embargo, los analistas alertan por el componente estructural que no permite perforar, aún con crecimiento económico, el piso del 35 por ciento de pobreza. Le agregan una preocupación por lo que se puede esperar en el marco de un segundo semestre que empezó con inflación acelerada, crecimiento de empleo precario e ingresos que no acompañan.
El mal mayor: la inflación
"A pesar de las mejoras que ha habido en materia de desempleo y crecimiento de la actividad en el primer semestre, el problema principal de la pobreza es el nivel de inflación alto hoy en Argentina", asegura en diálogo con PáginaI12 el director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA Agustín Salvia. Daniel Arroyo, ex ministro de Desarrollo Social de la Nación hace un doble click en este análisis: "El principal problema en Argentina hoy es el precio de los alimentos. Es el pan a 280 pesos, la leche a 240 y el kilo de asado a 1300 pesos que genera otro efecto que es el sobre endeudamiento de las familias. Están ahí los dos problemas centrales y coyunturales de la pobreza en Argentina".
Los niveles acelerados de precios impactan directamente en los ingresos de las personas en un mercado de trabajo que no da respuestas por ningún lado: por el del trabajo asalariado formal persiste el fenómeno de "trabajadores pobres" donde los salarios pierden semana a semana poder adquisitivo ante los aumentos de precios. Pero, además, la baja del desempleo se explica sobre todo por el crecimiento del empleo formal y precario.
"Hay una muy baja tasa de demanda de empleo en sectores formales y dinámicos con buen salario y protección social. Lo que más crece es el empleo no registrado y el cuentapropismo precario, como las changas", asegura Salvia. El especialista distingue dos momentos de la primera parte del 2022: un primer trimestre del 2022 más virtuoso y un segundo más afectado por los problemas estructurales que tiene el modelo de crecimiento argentino en un contexto de alta inflación.
Salvia sentencia: "Con una inflación tan desbordante se mantiene crónicamente la pobreza a pesar de que aumente el empleo. No existe posibilidad de que a través del trabajo creado por este mercado tan heterogéneo dadas las bajas remuneraciones, pueda vencerse un piso de pobreza estructural que sigue estando en 35 por ciento. Está creciendo el nivel de pobreza estructural en Argentina".
Segundo semestre
Los indicadores de pobreza del primer semestre no contabilizan los índices de inflación de julio y agosto, que superaron la barrera del 7 por ciento. Al ser consultado por lo que se espera para el fin del 2002, Agustín Salvia dice: "Esa lógica de aumento de precios e ingresos precarios terminará de producir para este segundo semestre del año un aumento sistemático pero no nocivo de la pobreza. El tercer trimestre se vislumbra como mas complicado, más recesivo, con menos crecimiento de actividad formal. Eso se profundizará el cuarto trimestre más allá de que se esté previendo un sistema de programas de asistencia social para atender situaciones mas críticas que habrá de generar este fenómeno de recesión e inflación que se conoce como estanflación".
El sociólogo e investigador del Conicet Gonzalo Asussa reconoce que la situación "puede volverse crítica, sobre todo ante escenarios de incertidumbre creados y aprovechados por algunos sectores para acumular aún mas riqueza. Por delante tenemos un periodo de fin de año que nunca es muy amable en términos de conflictividad y estamos siempre luchando con una macroeconomía inestable".
¿Qué proponen?
"Yo fui el ministro de la pandemia", dice Arroyo, "y mi tarea fue contener la paz social y lo logramos con mucho esfuerzo del Estado y de la gran red comunitaria que tiene la Argentina. Hoy la realidad es distinta y el desafío es mejorar los ingresos y estabilizar el precio de los alimentos. La política social debe estar orientada a una canasta básica alimentaria de acceso real, una mejora de ingreso y complementarla con la urbanización de los barrios populares, el consolidar que todos los chicos vayan al jardín de infantes y generar mecanismos para que mejoren las condiciones de los trabajadores informales".
"En el último tiempo, sobre todo desde la pandemia, venimos discutiendo la cuestión redistributiva no solo viendo cómo favorecer los ingresos de los sectores más bajos, sino también financiarlos extrayendo recursos de los sectores más concentrados", asegura Asussa y continúa: "Ahí hay una ventana abierta de posibilidad muy potencial donde se pueden tomar experiencias de todo el mundo para repensar la cuestión social. Esto no implica crear impuestos con objetivo en la riqueza concentrada sino también en un proceso de evasión impositiva y comenzar a recaudar a partir de estructuras existentes".