La “fuerza activa” de la literatura es un modo extremo de abrirse al mundo. Volvió el Filba (Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires) a la presencialidad y la alegría por el reencuentro, en el auditorio repleto del Malba, emergía en los pequeños gestos: sonrisas, abrazos y besos. “Como el deseo, la poesía es díscola por naturaleza; no se deja encuadrar, gobernar, restringir. Entre la ley y el desacato, elige siempre el desacato”, planteó la poeta, narradora y ensayista María Negroni durante la apertura de la decimocuarta edición del festival, que tendrá como invitados internacionales a Laurie Anderson (Estados Unidos), Julia Armfield (Gran Bretaña), Tim Maughan (Gran Bretaña), McKenzie Wark (Estados Unidos), Laura Fernández (España), Andrés Barba (España), Nona Fernández (Chile), Diego Zúñiga (Chile), Giovanna Rivero (Bolivia), Edmundo Paz Soldán (Bolivia), Jazmina Barrera (México) y Clyo Mendoza (México), entre otros.
La autora de notables libros como El corazón del daño, Elegía Joseph Cornell y Pequeño mundo ilustrado aseguró que toda escritura que se precie reflexiona sobre la inadecuación entre lenguaje y mundo, algo que se puede encontrar en los ensayos de Octavio Paz, Marina Tsvetáieva, Mario Montalbetti o Tamara Kamenszain. Todo se trastoca en la poesía. “La emoción piensa, la sintaxis se emociona, la obsesión se hace forma, la forma defiende la soledad en que estamos y el silencio alcanza el difícil estatuto de la palabra muda”, comparó Negroni. Y luego confesó que Néstor Sánchez (1935-2003) es uno de los narradores argentinos que más admira porque practicó “una insularidad radical” cuando vivió de homeless en Manhattan, “buscando que la calle fuera la puntuación de la vida, que su yo no solo fuera otro, sino mejor, ninguno”. Negroni recordó que el autor de Siberia blues y Cómico de la lengua “abogaba por una escritura sin personajes ni historias evidentes, contraria al testimonio, el consenso, la misera informativa”.
Desde temprano se formaron colas para ingresar al Malba. El último Filba Internacional presencial había sido en 2019. Entonces, Fabián Casas inauguró esa edición que contó con la presencia de Lorrie Moore, que llenó la sala María Guerrero del Teatro Cervantes hace tres años, en una entrevista con Santiago Llach donde la que autora de Autoayuda recorrió su trayectoria. En esta edición habrá lecturas, talleres, charlas y entrevistas en primera persona en la que participarán también poetas y narradores argentinos como Diana Bellessi, Leila Guerriero, Beatriz Sarlo, Claudia Piñeiro, Gabriela Massuh, Dolores Reyes, Claudia Aboaf, Pedro Mairal, Betina González, Iosi Havilio, Marie Gouiric, César González y Hernán Ronsino, entre otros. Pablo Braun, presidente de la Fundación Filba destacó que la permanencia de este encuentro es “un ejemplo claro de trabajo colectivo” entre muchas y muchos que sostienen que “el mundo es mejor gracias a la literatura”. “Queremos que la literatura circule. Que los libros lleguen, que los autores se conozcan, que los lectores se conecten”, enfatizó Braun y agregó que el lema de esta edición es pensar la literatura como una “Fuerza activa” que pone en movimiento ideas y que tiene la potencia de cambiar al mundo.
Negroni dijo que “la poesía pertenece a la política de un modo singular” porque produce “un cortocircuito entre el sentido y las palabras para que el ruido de lo convencional, siempre repetitivo y asfixiante, pueda ser puesto en silencio”. Además recordó que para el brasileño Paulo Leminski la poesía es un “inutensilio”, un cofre que aspira a mostrar lo incompleto, “lo fuera de lugar de nuestra condición en el mundo”, según aporta la autora de Archivo Dickinson . “Sería un error pensar que la literatura va en busca de la verdad; la verdad es la más peligrosa de las mentiras”, advirtió la escritora que dirige la Maestría en Escritura Creativa en la Untref (Universidad Nacional de Tres de Febrero) y precisó que el lenguaje “se construye en torno a un hueco y que siempre falta algo en toda representación”. Según Negroni, la conciencia de este hueco es crucial para quien escribe “no sólo frente al Estado (que siempre quiere entender todo y fijar de una buena vez las ataduras entre significantes y significados), sino también frente al asedio de las agendas sociales que, aun siendo justas, acaban perdiendo su fuerza transgresora apenas el mercado (y otras instituciones culturales) las recogen, transformando la desavenencia en moda, la discrepancia en ocasiones de financiamiento”.
La “fuerza activa” de la apertura se materializó en una “entrevista falsa a Paul Valéry”, una creación lúdica y fragmentaria de Negroni, destinada a ser reproducida como si fuera una entrevista “verdadera”. ¿Qué opina de la tríada hablar, escribir, existir? “Eso no es una tríada, es una verdadera trinidad -afirmó Valéry by Negroni-. Una trinidad falaz, pero trinidad al fin. Como lo hubiera dicho Poe: las palabras, como las imágenes, son sepulcros animados. Uno ejercita, en ellas, ritos de resurrección. Entra a escondidas en panteones y deambula entre los huesos para ver si puede hacer salir el sol en París”. Como Pascal Quignard –de quien citó la frase "escribo para que me lean en 1640"-, Negroni propuso practicar “el arte de volverse anacrónico”, en el sentido de percibir “aquello que está más próximo al origen”. Prefiere Negroni “hablar del mundo sin hablar de él” o “aullar sin ruido”, como postuló Marguerite Duras. “Lo actual es territorio de la oferta y la demanda, tiene que ver con los trayectos comerciales del marketing, no con los proyectos de escritura”, cuestionó y agregó: “De lo actual, mejor ausentarse”.
Para la escritora, un libro “busca herir el acuerdo, desbaratar las definiciones, fundar un lugar donde quepan el bies, el borde, la cojera, el silencio y la infancia antes de la palabra”. Y que esto mismo comparten Clarice Lispector, que dijo que le gustaría que la “lean en los renglones vacíos”, y la poeta norteamericana Louise Glück, en unos versos brevísimos: “En una época/ solo la certeza me daba/ alegría. Imagínense.../ La certeza, una cosa muerta”. Negroni subrayó que la frase de Lispector y los versos de Glück son “piedras lanzadas contra la estupidez, lo políticamente correcto y la calamidad didáctica”, y que lo que se busca es siempre “un carozo de infancia”. La eco performance “Ruge el bosque” desplegó una reflexión poética urgente sobre los cambios en los ecosistemas desde una perspectiva plural e interespecie. El eco de las piedras afiladas de Negroni, tan lúcidas y necesarias, iluminó el regreso del Filba.