Boca venció a Quilmes 3-2 en Mendoza y avanzó a las semifinales de la Copa Argentina, aunque la noche estuvo empañada por la violencia desatada en la popular del estadio Malvinas Argentinas donde se ubicó la parcialidad cervecera.
Con el resultado a favor del equipo de la Ribera 3 a 1, corrían 21 minutos del segundo tiempo cuando Mariano Pavone descontó para el elenco dirigido por Walter Coyette y puso al conjunto que milita en la Primera Nacional a tiro del empate.
Inmediatamente después de esa acción, comenzaron a generarse los disturbios en un sector de la hinchada quilmeña. Un grupo de violentos empezó a arrojar proyectiles contra la platea donde se encontraban los simpatizantes xeneizes.
La situación se agravó cuando algunos vencieron las rejas divisorias y sacaron las butacas plásticas de la zona de plateas para lanzarlas a los hinchas de Boca.
La Policía intervino para dispersar y los Bomberos arrojaron agua a la cabecera para intentar calmar a los hinchas. Luego de 17 minutos, la situación se normalizó y el partido se reanudó.
Como resultado de los disturbios, el jefe de seguridad de Quilmes Pablo Otero, que se encontraba dentro del campo de juego, fue herido en su cabeza tras ser alcanzado por una piedra lanzada desde la tribuna cervecera.
Mientras ocurrían los incidentes, el árbitro Ariel Penel remarcó que "lamentablemente es triste. Venimos a un espectáculo deportivo y tenemos que vivir esto. Creíamos que se podía volver a jugar con las dos hinchadas y ahora vemos este episodio".