La reciente devaluación de la libra esterlina y el incremento del costo del financiamiento de la deuda pública británica puso en debate la estrategia económica del partido conservador inglés. Las finanzas del gobierno británico se deterioraron debido a un enorme subsidio de 150.000 millones de libras (diez veces el monto de los subsidios a la energía de nuestro país) para mantener congelado el precio de las tarifas eléctricas ante el impacto en el costo de la energía de la guerra en Ucrania. A ello se suma la suba de tasas de los bonos del gobierno de Estados Unidos, referencia global del costo del financiamiento, que encarece el valor relativo de los créditos a todos los demás gobiernos del mundo. El deterioro de la economía británica se manifestó en la pérdida de valor de su moneda, que cayó casi un 30 por ciento respecto al dólar en lo que va del año.
En ese contexto, el ministro de hacienda, Kwasi Kwarteng, en lugar de reforzar los ingresos públicos para mostrar voluntad de reducir el déficit fiscal y generar mejores expectativas de repago sobre la deuda pública, tomó el camino contrario. El primer alto funcionario británico afrodescendiente anunció fuertes rebajas impositivas con un costo fiscal de 45.000 millones de libras, que enfrentó duras críticas de los laboristas. ¿Cuál es la idea de rebajar impuestos en el marco de una crisis de las finanzas públicas? Según el profesor de historia de la universidad de Columbia, Adam Tooze, el gobierno británico está siguiendo una estrategia que los republicanos estadounidenses denominan “matar de hambre a la bestia”.
La frase se atribuye a los funcionarios de Ronald Reagan, presidente estadounidense en la década de los ochenta del siglo pasado, para justificar políticas de recortes de impuestos. La idea económica detrás de la frase es que, si se le recortan los recursos al Estado (“la bestia”), tarde o temprano tendrá que recortar los gastos. La estrategia política de “matar de hambre a la bestia” se basa en la plausible hipótesis de que es más fácil lograr consenso social para rebajar impuestos que para reducir gastos. De esa manera, el objetivo liberal de reducir el tamaño del Estado no sería políticamente viable mediante un programa de ajuste del gasto, excepto que se cree antes una crisis de finanzas del Estado por una previa reducción de impuestos. Una vez hechos los recortes impositivos, la crisis financiera del Estado permitiría justificar socialmente los recortes en las prestaciones.
La política de “matar de hambre a la bestia” ha fallado en países como EEUU y, muy probablemente, también lo haga en Inglaterra. Dado que dichos países cuentan con una posición hegemónica en las finanzas internacionales, los mayores déficits generados por recortes impositivos terminan siendo financiados con una masiva colocación de bonos, en lugar de recortes de gastos. Pero en países emergentes como la Argentina, con un acceso muy limitado a los mercados financieros internacionales, los recortes de gastos suelen ser la respuesta desesperada ante crisis financieras del Estado.
@AndresAsiain