A una década de su creación, Silvestre y La Naranja finalmente dejó de ser un artista de nicho. Y esto lo evidencia su flamante inclusión en el circuito festivalero argentino. Como muestra, la banda originaria de la zona norte del Gran Buenos Aires tocará este viernes a las 17.40 en el escenario del Castillo del Festival Capital, en la República de los Niños, La Plata. Además, confirmaron participación en el Festival Bandera (22 de octubre en Rosario), lo que les permitirá seguir ahondando en su plan de expansión.
De todas formas, no son ningunos debutantes en este formato de show, con el que abrieron el año tocando en el Cosquín Rock. Ni tampoco a nivel internacional, tras estrenarse este año en la versión chilena de Lollapalooza. "Dar un recital en el marco de un festival es toda una escuela. Es muy diferente a una fecha propia", contrasta Justo Fernández Madero, cantante y guitarrista de la banda. "Tenemos que adaptarnos a las complicaciones técnicas del festival. No siempre sale como esperamos, pero hay que salir a la guerra", prosigue el frontman.
No obstante, si hay algo que motiva, envalentona y tranquiliza a Justo en cada actuación es saber que se encuentra respaldado por un grupo humano tan consistente que roza la franternidad. Al menos en esta etapa de su carrera. Desde los shows de su primera formación, que alcanzaron su clímax en 2016 con una serie de sold out en Niceto Club, la performance de Silvestre y La Naranja es lo más cercano que hay en la escena local a una epifanía.
► Silvestre no está alone
Aunque entre esa época y ésta hay varias diferencias. "Antes venían los amigos", aclara el músico. "Hubo un recambio generacional, y nuestra música se aferró a quienes nos siguen. Ahora escuchamos cuando cantan los temas." Más allá de que la banda puso énfasis en la puesta en escena, y de que empezaron a tener más espacios para visibilizarse, lo que los hizo fuertes es el poder de la canción. El de su canción.
Semejante cosa puede parecer una paradoja si se toma en cuenta que el grupo entró en crisis y dejó de existir durante dos años. "Hasta llegamos a creer que Silvestre no iba a volver", recuerda Justo. Durante ese hiato, el frontman se mantuvo en contacto con Francisco Nicholson (voz, guitarra y teclados), y aparte de seguir componiendo se dieron cuenta de que la magia estaba intacta.
Ahí renació Silvestre y La Naranja, con nuevos integrantes y otro estilo musical. Si antes flirteaban con la psicodelia de Tame Impala, en esta instancia están más alineados con el pop de Parcels, a manera de GPS indie. "Le doy mucha importancia al cambio a nivel musical", destaca Francisco. "No nos sentíamos identificados con lo que habíamos sacado en la etapa anterior. Mirábamos más para afuera y para el costado que para adentro."
En 2019, la banda puso a circular el disco Anim4les, una suerte de manifiesto de su nueva identidad. No sólo en lo compositivo y la producción, sino también en lo lírico. "A nivel humano, la energía es tan nueva, fresca y motivadora que nos terminó de representar", añade Justo. "Plantamos una semilla que sigue creciendo. Hay una línea que se marcó. Este es el Silvestre real."
► Tengo la banda que quiero tener
Dos años más tarde, aprovechando ese envión estético con detalles del soul y el R&B, el cuarteto lanzó Supersticiones, inspirado en la incertidumbre y la confusión que legó la pandemia. "Nunca dejó de brotar esa necesidad de expresión, de querer comunicarnos a través de la música", dice Francisco. "Nuestra búsqueda es genuina porque respetamos la canción, más allá del género."
Al momento de componer, se definen como "de la escuela beatlesca", revela el cantante y guitarrista. "La música popular te llega por la emoción y por la letra. Necesitamos que fluya sin etiquetas", completa. Luego de sacar en julio el babasónico single Fiebre atemporal que, como bien se jacta en su letra desborda "magnetismo visceral", los bonaerenses estrenaron hace dos semanas otra canción nueva: Levitando lento.
Ambos temas serán parte de su próximo álbum de estudio, grabado en marzo en Santiago de Chile, aprovechando su incursión en el Lollapalooza de allá. "La idea es tirar un par de adelantos más. No hay mucho más para pensar a nivel estratégico porque es un año loco por el Mundial", explica Justo sobre el nuevo disco, cuyos ocho temas verán la luz en un mismo repertorio en 2023.
Esta asunción de Silvestre y la Naranja se produce en una coyuntura particular de abundancia artística, donde lo efímero es la constante y donde además lo inmaterial pareciera dominar a lo tangible. Al pensarse en esta época, el frontman reflexiona: "Nos gusta sacarle el jugo al hecho de que somos una banda, sobre todo en un momento donde pareciera haber más solistas".
Ante la consulta sobre la dinámica interna, Francisco aclara que el grupo funciona como una democracia respetuosa en todos los aspectos. "Como con Justo estamos desde los inicios, pareciera que somos un dúo, pero más que un cuarteto somos cuatro mejores amigos", comenta.
► Naranjas chinas de San Isidro
Aunque para muchos sigue siendo un artista ignoto, Silvestre y La Naranja es uno de los grupos pioneros del Sonido de Zona Norte, una escena musical que hoy revoluciona no solo Argentina sino también el resto de Latinoamérica. "Estamos orgullosos de ser parte de esta escena porque la conformamos con artistas que admiramos", reconoce Francisco. "Somos parte de un movimiento generacional, y ahora más que nunca porque ya sonamos a Silvestre."
--¿Ustedes y Bandalos Chinos compartieron el debut de ambos?
Francisco: Ellos ya tocaban uno o dos años antes, pero compartíamos integrantes, ensayábamos en la misma sala y tocábamos en el mismo barcito para 40 personas de San Isidro. Chapi era nuestro baterista y al mismo tiempo tocaba teclados con ellos. De hecho, él fue el que nos dijo para hacer nuestra primera fecha juntos en ese barcito.
Justo: Es emocionante detenerse a pensar cómo crecimos todos los de esa movida, que coincidió con la explosión de la escena mendocina. Si bien pasó mucho tiempo hasta que evolucionara, todo se basó en la constancia y la dedicación.