“La figura de Francisco nos trasciende a todos”, dicen, para justificar su asistencia, los dirigentes de los distintos partidos políticos que salen de la catedral de la Plata. Fueron convocados por uno de los arzobispos más cercanos al Papa, Víctor Manuel "Tucho" Fernández, que, aprovechando la unidad que genera la figura del sumo pontífice, replicó a nivel provincial lo que hizo en la basílica de Luján su par, Jorge Eduardo Scheinig, luego del intento de magnicidio de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. En este caso, en primera fila estuvo sentado el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, con parte de su gabinete y con los intendentes oficialistas de Ensenada, Mario Secco, y de Berisso, Fabián Cagliardi. Encabezando otra fila de bancos estuvo el intendente opositor de la Plata, Julio Garro, con legisladores provinciales también opositores. Si bien durante su exposición el arzobispo evitó hablar del tema, al terminar el evento dijo a la prensa que el intento de magnicidio a CFK “fue terrible y angustiante", y agregó que "si ya se saltó ese límite, preparémonos porque lo que se viene puede ser muy jodido".
Quienes conocen al Papa dicen que está muy preocupado por el aumento de la violencia política que se vive en la Argentina en el último tiempo. Además, cuentan que está molesto porque algunos medios locales intentaron desmentir el llamado que le hizo a la vicepresidenta luego del intento de magnicidio y que CFK se encargó de contar cuando se reunió en el Senado con los curas villeros hace un par de semanas. La vicepresidenta dijo que Francisco reflexionó con ella al teléfono que "los actos de odio y de violencia siempre son precedidos por palabras de odio y violencia. Primero es la agresión verbal y después ese clima va creciendo". El Papa también les transmite esa preocupación a los líderes de la iglesia católica local y por eso se están esforzando como institución para juntar a los referentes de los distintos espacios partidarios, intentar bajar el tono a las discusiones y encontrar puntos de unidad.
Según enumera una persona muy cercana al Papa, el llamado de Francisco fue la primera acción, la misa en Luján la segunda, el encuentro en el Senado con los curas villeros la tercera y ahora se suma este evento en la Catedral de la Plata, para intentar calmar las aguas. En esta ocasión, el arzobispo Fernández decidió mostrarse vestido de civil y, en lugar de dar una misa, prefirió brindar una especie de "clase" sobre las encíclicas Laudato Sí y Fratelli Tutti del Papa con, incluso, una presentación en Power Point de la que él mismo se encargaba de pasar las diapositivas.
“Hay gente de distintos partidos políticos y eso requiere de un hermoso coraje que queremos ofrecerle al Papa, que tanto habla del encuentro”, dijo para romper el hielo. La catedral, además de contar con la presencia de oficialistas y opositores, se encontraba repleta de trabajadores de los movimientos sociales que pasadas las 16.30 entraron con sus banderas y chalecos. Estaba Movimiento Evita, Barrios de Pie y también representantes del sindicalismo, tanto de la CGT como de la CTA.
Desde la iglesia católica están tratando de hacer lo que la política parece no poder. Buscar puntos de convivencia pacíficos en medio de una escalada de violencia simbólica y también física. El arzobispo habló en todo momento desde el lugar de los pobres y, citando las palabras del propio Francisco, les dijo a los presentes que “el amor político se expresa en la apertura a todos con renuncias que hagan posible el encuentro y buscando la confluencia".
Luego, ante la mirada atenta de Kicillof y de Garro, que estaban encabezando filas distintas, subrayó que "hay que lograr que todos tengan un espacio y generar procesos de encuentro que construyan un pueblo capaz de recoger las diferencias. La cultura del encuentro exige colocar en el centro de toda acción política, social y económica a la persona humana y su altísima dignidad". Por último, Fernández puntualizó que "para iluminar todas las situaciones sociales tiene que crecer el amor en intensidad, pero también en extensión para poder ampliarlo a los que no son como uno".
El arzobispo llevó adelante él mismo la tarea de convocar a los políticos. "La organización fue muy artesanal", explicó el religioso en diálogo con este diario. Llamó a uno por uno por teléfono insistiendo y discutiendo. Todos tenían sus recaudos: querían saber de qué se iba a hablar y si podían acceder al contenido de la presentación. No fue tarea fácil. Pero, según dijo Fernández, fueron todos a los que les envió invitación. Se enfocó centralmente en los dirigentes de la región. "No hubo resistencia, pero si preguntas y tuve que conversar varias veces de los dos lados", remarcó.
Del oficialismo bonaerense, además de Kicillof y los intendentes de Berisso y Ensenada, estuvieron en las primeras filas la ministra de Gobierno, Cristina Álvarez Rodríguez, y el jefe de asesores, Carlos Bianco, los ministros de ambiente, Daniela Vilar; de Mujeres, Estela Díaz; de Trabajo, Walter Correa, y de Justicia, Julio Alak, y la Presidenta del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, Florencia Saintout. También estuvieron el diputado Eduardo Valdés y el titular de la Alameda, Gustavo Vera, ambos cercanos al Papa Francisco. Por parte de la oposición estuvieron, además de Garro, los legisladores Daniel Lipovetzky --que sin empacho decía cerca de Garro que trabaja para su candidatura como futuro intendente de La Plata-- y Fabián Perechodnik.
Algunos del oficialismo más reticentes a la idea del diálogo dijeron a la salida del encuentro que "vinimos porque somos respetuosos y compartimos el criterio de la iglesia en muchos aspectos, pero no estamos acá para hacer amistades con Garro. Nos interesa la unidad del pueblo argentino, no la unidad con dirigentes que apuestan a seguir enriqueciendo a los más poderosos".