Entre la Ciudad Vieja y el Barrio Sur. En esos dos barrios históricos, que en Montevideo están pegados, se moldearon las canciones de Una casa (2021, Los Años Luz), el tercer disco del cantante, guitarrista y compositor uruguayo Toto Yulelé. En medio del confinamiento social de 2020 –que en Uruguay fue más breve-, el cantautor se encontró solo en una casa del Barrio Sur y con tiempo para componer, escribir y grabar. Y varias cosas para decir sobre su infancia, las reiteradas mudanzas de su vida y la soledad. “En medio del proceso de producción me mudé a la Ciudad Vieja y la verdad es que la casa nueva tenía una acústica mejor, entonces terminé de grabar muchas cosas ahí”, cuenta el músico, acostumbrado a los movimientos. De hecho, en marzo de este año se vino a vivir a Buenos Aires y presentará oficialmente el disco este sábado a las 21 en Café Vinilo (Estados Unidos 2483). La apertura estará a cargo de la cantautora uruguaya Clarisa Roldán.
La creación de este disco coincide con un proceso artístico novedoso y de aprendizaje para el músico. En primer lugar, se encontraba en un proceso de exploración de producir su propia música y en segundo lugar, era la primera vez que realizaba una grabación casera. “Grabar en una casa te da más tiempo de exploración que si grabás en un estudio, donde ya vas con cosas más decididas”, distingue el uruguayo. Y se suma otro factor contextual vinculado a las limitaciones del aislamiento social: “Como estaba grabando en mi casa contaba solo con los elementos que tenía ahí: una guitarra eléctrica, una guitarra acústica, un controlador midi y un micrófono. Esos elementos terminaron siendo fundamentales en el sonido del disco”.
De este modo, el disco conecta con cierta intimidad, austeridad y despojo. Es un disco reflexivo y profundo; de balance y autodescubrimiento. Y la poética no intenta esquivar el componente autorreferencial. De hecho, una de las canciones más representativas del disco es “Lo que aprendí”. La letra dice: “Aprendí a cuidarme, a poner el pecho/ a parar las balas, a pagarme el techo/ a decir que no si no tengo ganas/ a disfrutar solo en las mañanas”. “La escribí cuando estaba atravesando la crisis de los 30, un momento en el que a muchas personas nos pasa de hacer un balance de la vida”, cuenta el músico. “Y cada una de las oraciones son referencias concretas de cosas que me sucedieron. Fue un momento de quiebre y balance. Me interesa poder llegar a lo profundo a partir de cosas reales. Al final de la canción digo ‘nunca tuve casa, siempre tuve amigos’. Quizás nunca tuve una casa, pero hoy tengo amigos que hice a los cinco años y eso me parece un capital mucho más importante que tener una casa propia”.
-En la canción de autor hay un punto de encuentro entre la ficción y la realidad, un territorio a veces difuso. ¿Hay un grado de vulnerabilidad a la hora de exponer ciertas cosas que pueden haber sucedido o cuando cantás ocurre tal nivel de ficcionalización en el que ya no importa si es verdad o no lo que se canta?
-A mí me cuesta mucho ficcionalizar, crear cosas que no sucedieron. Siempre escribo de cosas reales que me pasaron, incluso los nombres que aparecen en los discos son de personas reales. Y siempre a eso se le suma un nivel de reflexión o pensamiento. Le doy mucha importancia a la letra de la canción. Y siempre pienso a la música como un elemento que viene a sostener o a darle cuerpo a esas palabras. La mayoría de las canciones están escritas en primera persona. Este disco no tiene casi nada de fantasía, hay muchas referencias a cosas que me pasaron. Por eso tocar estas canciones me emociona mucho y a veces me cuesta cantarlas. Porque cada palabra que digo refiere a momentos específicos de mi vida y a recuerdos de mi infancia.
-El candombe "Soy un ñery" no se podría haber escrito en otro lugar, ni siquiera en Buenos Aires. ¿Creés que de alguna manera sos un continuador de una tradición musical uruguaya, que tal vez tiene a Eduardo Mateo como su principal exponente?
-Es una búsqueda que me interesa. Soy un gran aficionado de la música uruguaya, realmente me formó esa música. Mis referentes principales pertenecen a la tradición de la canción uruguaya: Mateo, Jaime Roos, Fernando Cabrera. Y para mí no es solo una cuestión de influencia o de gustos, sino una especie de compromiso político en el que siento que es necesario que las nuevas generaciones vayamos reviviendo y reinventando los ritmos para que no mueran y se puedan transformar. También en el campo de la poética, de las palabras. Por ejemplo, "ñery" en Uruguay es una palabra cargada de muchísimo sentido y siempre significa algo distinto. Después, "suerte en pila" es un dicho muy característico de Uruguay, es una frase que quiere decir muchas cosas (buenas y malas). Esas influencias en mí están atravesadas por otras, como el indie rock, la música argentina y la latinoamericana. Y de ese combo sale mi forma particular de hacer candombe o murga. Alfredo Zitarrosa también es un gran referente en lo que tiene que ver con la emocionalidad de la canción y de la interpretación, incluso en la forma de impostar la voz, esa cosa grave.