En María e Isabel (una tragedia isabelina), el dramaturgo Roberto Perinelli toma prestada de la María Estuardo, de Friedrich Schiller, la situación ficticia del encuentro entre Isabel I y la destronada reina de Escocia, prisionera desde hace años de la reina de Inglaterra por pretender su trono. Sin embargo, la nueva obra de Perinelli no es un drama de época sino una comedia con muchas referencias históricas que van y vienen en la línea del tiempo con el objeto de propiciar reflexión y humor. Al igual que las piezas de los tiempos de Shakespeare, los personajes femeninos son interpretados por hombres. Con dirección de Guillermo Ghío, la pieza puede verse los domingos en el Teatro del Puebo (Lavalle 3636). Actúan Nacho Vavassori, Juan Carrasco, Lucas Avigliano y Tomás Daumas.

Dos personajes acompañan a las reinas en el castillo de Fotheringhay, John y Paul, “dos mozalbetes que, a la manera del coro griego o del bufón inglés, pasarán el tiempo viviendo las escenas, comentándolas, a veces interviniendo con singular justeza”, según aclara el propio autor y, haciendo obligada referencia al cuarteto de Liverpool, ambos personajes pulsan las cuerdas de sus guitarras en busca de melodías apropiadas a la situación. En cuanto a las protagonistas del encuentro, María Estuardo “engordó por la vida sedentaria, rodeada de 50 asistentes que ella sentía como 50 espías”, según describe el autor en la entrevista con Página/12. En cuanto a Isabel, aunque también envejecida, aparece “amenazante y soberbia, en construcción del imperio inglés, que recién será arrinconado por Estados Unidos después de la Segunda Guerra”.

-¿La obra fue escrita durante la pandemia?

-Querían hacer personajes femeninos, un berretín de actores. Yo les propuse no hacer de mujeres contemporáneas y les armé un esquema de pocas páginas casi sin diálogos, para que fueran trabajando. Pero en medio de la pandemia, como Vavassori me pidió retomar el trabajo, terminé de escribir la obra.

-¿Qué toma de la obra de Schiller?

-Quiero aclarar que no es una adaptación de María Estuardo, de Schiller, sino que es un robo, que es lícito en el arte siempre que el robo vaya seguido de asesinato. En este caso es así, porque solamente quedó el encuentro entre ellas.

-¿Por qué es una tragedia isabelina?

-Primero porque la interpretan hombres, como en esos tiempos, segundo porque todo ocurre en la época isabelina. Y porque como en Shakespeare, se habla del ejercicio del poder como una cuestión humana, no de género.

-¿Qué temas desarrolla desde la construcción dramatúrgica?

-Traté de trabajar sobre el conflicto, algo que suele discutirse en el teatro. Yo lo trabajé estrictamente: acá hay dos personajes enfrentados y cada uno quiere algo distinto. Quise exprimir eso que desde los griegos para acá es el condimento esencial de la forma dramática. Entró en crisis en el Siglo XX y, más aún, en el Siglo XXI. Pero yo no seré quien le dé la extremaunción.

-¿Cómo son estos personajes?

-Isabel y María son dos mujeres en su fase final, arruinadas. María Estuardo era muy atractiva y activa sexualmente, y a Isabel la llamaban “la reina virgen” aunque se dice que hacía gala de una castidad que no era tal.

-¿Qué te propusiste al escribir esta obra?

-Quería hablar de la Argentina aquí y ahora. Hablar de lo que nos pasa. Acá en la obra, como en el país, hay dos proyectos políticos enfrentados y distintos intereses.

-Y una ex soberana enjuiciada…

-Sí, María Estuardo fue juzgada por 42 notables. Pero su muerte no fue una decisión tomada a la ligera aunque aquella era una época muy sangrienta. Al escribir la obra me interesó que pudieran decodificarse sin dificultad las referencias acerca de lo que nos pasa. Cuando Isabel dice que Shakespeare la aburre y que Marlowe le gusta más porque le es más útil, es porque era un espía suyo. Esto es un dato histórico que hace que, como escribió un espectador en Alternativa Teatral, ésta sea ”una obra que conversa con los espectadores de hoy”.

Libro de microficciones

Roberto Perinelli acaba de publicar Hábitos marcados (Macedonia Ediciones) un libro de microficciones. Acerca del género de la microficcción dice el autor: ”A partir de la obra del guatemalteco Augusto Monterroso se establece la corriente de la microficción en castellano”, dice y da un ejemplo: ”Una micro ficción impresionante es la de Hemingway, quien no podía sobrepasar las 6 líneas a pedido del New Yorker y escribió: ”Vendo zapatitos de bebé, sin uso". Perinelli concluye: ”Los que escribimos microficción somos una especie de tribu: en la Feria del Libro nos ‘regalan’ algunas horas para que leamos al público: lo bueno que tiene es que si no gusta, se termina enseguida, pero si gusta, se quedan con las ganas de más”.

*María e Isabel (una tragedia isabelina), Teatro del Pueblo (Lavalle 3636), los domingos a las 20.