La tensión acumulada en torno al reclamo de les estudiantes que mantienen tomas y protestas en más de 15 colegios y seis escuelas secundarias de la Ciudad de Buenos Aires, llegó ayer a un punto que complejizó al extremo el cuadro de situación cuando el gobierno porteño endureció su posición. El jefe del gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, anunció lo que hasta ahora sostenía la ministra de Educación, Soledad Acuña: desconocer la posibilidad del diálogo con les estudiantes. "Nosotros queremos hablar y nos responden con violencia, la violencia no es la solución sino el diálogo, al que estamos abiertes", retrucaron los dirigentes estudiantiles. También hizo un llamado al diálogo el ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk: "Los chicos están pidiendo ser escuchados. Hay que dar respuestas a estas demandas que no son tan difíciles de resolver, escuchando y hablando", sentenció.
La postura del alcalde porteño es clara: mantenerse “inflexibles” hasta que no se levanten las tomas. Bajo ese precepto, optó como respuesta la criminalización de la protesta estudiantil expresado en las notificaciones a las familias, entregadas por efectivos de la Policía de CABA, y en las rondas intimidatorias con que la misma policía hostiga a los colegios tomados.
Ante la decisión de no abrir el diálogo, la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) llamó a un paro para el martes 4 de octubre y entre los puntos de la convocatoria se destaca la solidaridad con el reclamo estudiantil. En la misma línea, el ministro Perczyk afirmó que la escalada del conflicto "es responsabilidad” del gobierno porteño que “tiene un problema y generó otro más grande. Porque yo escucho a chicos y a padres, algunos a favor y otros en contra, pero lo que hay es un reclamo”, sostuvo. Así, demandó “escuchar a los chicos”, para desandar el conflicto.
Los reclamos están referidos sobre todo a la estructura edilicia de los colegios, a las viandas que reciben y a las pasantías obligatorias en empresas privadas que no reportan instrucción a les alumnes --por caso limpiar baños o lavar pisos--. Esto motivó las tomas. Y ayer por la tarde, ante la postura de Larreta y con la policía rondando los colegios, los estudiantes reunidos en asambleas, decidieron sostener estas seis tomas y los actos de apoyo. Lo que buscan es que se abra el diálogo y expresar a través de las tomas el reclamo por un presupuesto educativo recortado. Aun así, la presión policial del gobierno de CABA influyó para que ese acto disciplinatorio, debilite el reclamo estudiantil: hizo que muchos padres retiren el apoyo a sus hijos en la saludable expresión democrática que expresa el reclamo.
La jornada de ayer condensó así, en una serie de acontecimientos entrelazados, una radiografía socio política de la Ciudad de Buenos Aires, cuyo gobierno pretende reflejar a escala, y a instancias del reclamo estudiantil; genuino; la polarización que impulsa Juntos por el Cambio, a nivel nacional. En horas de la mañana, se conoció la ruda postura Larreta, quien sostuvo en conferencia de prensa una determinante posición “inflexible” frente al conflicto: no ceder "ante la extorsión" de "estos grupitos". Toda una bravuconada considerando los oscuros sucesos ocurridos en dos colegios el jueves por la noche, y sobre todo, mientras la policía de CABA seguía hostigando a estudiantes en los colegios y amedrentando a las familias entregando en los domicilios particulares, insólitas notificaciones por “contravenciones” de les estudiantes.
Dos episodios –conocidos hasta ahora-- dieron cuenta de actos intimidatorios ocurridos en la noche del jueves. Padres solidarios con sus hijes fueron amenazados por una pareja de "vecinos", en las puertas de la toma del Normal Superior Lenguas Vivas Sofía Esther Broquen de Spangenberg, conocido como "Lengüitas". Otro fue la intromisión de dos policías al Colegio Nacional Buenos Aires, que depende de UBA, aun cuando esto está prohibido por la ley.
Larreta, respaldando lo que hasta el momento había sido enunciado por el soliloquio de la ministra Acuña, ratificó las sanciones contra las familias que apoyan a sus hijes, y advirtió que los días en que no hubo clases por estas protestas “van a ser recuperados”. “Vamos a ser inflexibles”, aseveró. A esto le sumó, para justificar la rudeza de su pose, un cóctel de ideas que no se hilvanan en la realidad: mezcló la protesta estudiantil con “grupos pseudomapuches”, con “la extorsión del sindicato del neumático” y con “el kirchnerismo que intenta anular las PASO”. Así, la violencia del lenguaje, entró en el cuadro de situación.
Aun cuando las tomas surgieron de una serie de medidas previas y pacíficas de les estudiantes y frente al vacío en que caían sus pedidos. Larreta no solo desconoce esos pedidos, sino que decidió ubicar el reclamo estudiantil en una línea de confrontación directa respecto a la disputa electoral de 2023 sin considerar las necesidades reales de les estudiantes: "No somos mano de obra gratis", "Con hambre no podemos estudiar", se lee entre los carteles sobre las puertas de los colegios tomados.
En un claro gesto disciplinador, el gobierno porteño diseñó una estrategia que incluyó la movilización de la Policía de CABA frente a los establecimientos educativos, e incluso instruyó que llegaran a las casas de las familias de alumnos que participan de las tomas. El objetivo expuesto fue la entrega de notificaciones por considerar una contravención la saludable intención de les estudiantes de expresar pacíficamente su posición frente a las malas condiciones del ámbito educativo. El objetivo no dicho es la intimidación.
El reclamo estudiantil es concreto. Y fue expresado con lógica ayer por la tarde, cuando también los estudiantes hablaron con la prensa: “Nosotros queremos hablar y la primera respuesta es la violencia” dijeron estudiantes del Lengüitas, sobre las amenazas a padres de sus compañeros en la noche del jueves, y ante la intimidación policial. "La falta de diálogo también es violencia, porque nosotros queremos hablar" aseguraron.
Las pasantías que impone el Ministerio de Educación de CABA los obliga a trabajar gratuitamente en empresas privadas, en horario escolar, y en roles que no aportan instrucción: lavar platos o pisos, atender cafeterías. A eso se suma el deterioro del presupuesto que se evidencia por caso en las viandas que no cubren la nutrición mínima necesaria y que en muchos casos no pueden consumirse por estar en malas condiciones: “Las naranjas y manzanas tienen gusanos”, “los productos con fecha de vencimiento ya están caducos”, explican les estudiantes. Y la urgencia por reparar los edificios, cuya precariedad atenta contra la integridad física de alumnes y docentes.
Frente a la criminalización de la protesta estudiantil, la Defensoría del Pueblo se dispuso a acompañar a les estudiantes. En tanto legisladores nacionales por CABA también plantearon su posición con una denuncia al Gobierno porteño, ante la Defensoría de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Fue presentada por la diputada nacional Mara Brawer (Frente de Todos), y acompañada por el senador Mariano Recalde y los diputados Leandro Santoro, Carlos Heller, Paula Penacca, Gisela Marziotta, Itaí Hagman y Eduardo Valdés, del mismo FdT. Ante las demandas penales contra las familias de las y los alumnos que tomaron escuelas, advierten sobre el avance del Ministerio de Educación de CABA contra los derechos y libertades de las y los adolescentes que participaron estos días en distintas jornadas de protesta.