Chubut se encuentra en alerta por el hallazgo de 10 ballenas muertas “sin evidencia de lesiones traumáticas ni enmallamientos” por la zona del Golfo Nuevo, en la Península Valdés. El titular de Flora y Fauna Silvestre de la provincia, Fernando Bersano, anunció este viernes a la tarde en una entrevista radial que se habían encontrado dos ejemplares más de los siete que había confirmado el Instituto de Conservación de Ballenas (ICB), y este sábado a la mañana, el organismo informó haber hallado uno más. Se presume que el posible disparador de los descesos es la aparición de biotoxinas por floraciones algales nocivas, comúnmente llamadas marea roja.
"Hasta ahora la hipótesis más firme sigue siendo la ingesta de la toxina de marea rojas, ya que es una temporada con valores muy altos en toda la costa de Chubut", explicó el director del organismo, y añadió que llamaba "su atención" la "aparición tan rápida de los cuerpos" de estas especies, ya que desde hace "catorce años que no hay un caso así", expresó.
La última ballena de la especie franca austral fue hallada en las cercanías de Punta Pardela, donde en días anteriores encontraron otros dos. También aparecieron otros ejemplares en El Pedral, Cerro Avanzado y Punta Alt, todos parajes marinos cercanos a Península Valdés, el emblemático punto de avistajes que resulta de enorme atractivo turistico para locales y extanjeros.
Desde el sábado 24 de septiembre, los especialistas del ICB detectaron seis adultas hembras y un subadulto macho. Se desconoce el sexo de los otros tres ejemplares que aparecieron en las últimas horas.
La principal hipótesis del motivo de la muerte de las ballenas de Chubut
Una de las investigaciones que están llevando adelante los especialistas del ICB, de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, el CENPAT y el Laboratorio Provincial de Salud Ambiental, entre otros, es la presencia de toxinas en el agua donde nadan y habitan las ballenas. Este fenómeno es conocido como marea roja, e implica un crecimiento desproporcionado de algas que producen una toxina que afecta a los moluscos—alimento de las ballenas—y los hace peligrosos para el consumo. Es por ello que recogieron muestras los tejidos de los animales, del agua y de los bivalvos.
Los moluscos bivalvos, como las almejas, mejillones, ostras y vieiras, a medida que crecen, depositan “carbonato de calcio en los bordes de sus valvas y lo hacen incorporando elementos del ambiente”, explica la investigadora del CONICET María del Socorro Doldan.
La científica señaló que al crecer los moluscos bivalvos, queda “preservado un registro continuo de información ambiental”, lo que los convierte en una suerte de “archivo ambiental”, con lo que “es posible hacer una reconstrucción continua de las variables, analizar cambios y vincularlos con fenómenos oceanográficos que hayan tenido lugar”.
Al momento, rige en Chubut una veda precautoria dispuesta por la Secretaría de Pesca vinculada a los moluscos, debido al período de toxicidad de la marea. Durante este tiempo, se limita el consumo y compra de mariscos sólo a los establecimientos, pescaderías, restaurantes o locales de comidas debidamente habilitados.