Un grupo de mujeres marchó este sábado hacia el centro de Kabul, la capital de Afganistán, para repudiar un atentado suicida ocurrido ayer en un centro de formación universitaria, que dejó un saldo de al menos 35 muertos y 82 heridos.
La Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán (MANUA) informó que un hombre se hizo explotar en el barrio Dasht-e-Barchi del oeste de la capital afgana, donde predomina la comunidad musulmana chiita, y en donde vive la minoría hazara de ese país. Según un estudiante que se encontraba en la institución cuando se produjo la explosión, "la mayoría de las víctimas son chicas".
"Pocos chicos fueron alcanzados porque se encontraban en la parte trasera de la clase, y el kamikaze entró por la puerta de delante, donde las chicas estaban sentadas", declaró otro alumno, Ali Irfani.
En tanto, en la mañana de este sábado, varias mujeres y jóvenes desafiaron la prohibición impuesta por los talibanes de reunirse en público para expresar su ira. Vestidas con pañuelos negros, marcharon a lo largo de la calle principal del barrio donde ocurrió el ataque para pedir un "alto al genocidio de los hazaras". Además, llevaban carteles en los que se leía: “¡No es un crimen ser chiita!".
En tanto, reporteros de agencias internacionales informaron que un gran número de talibanes armados que estaban presentes en la protesta efectuaron varios disparos al aire en un intento de dispersar a las manifestantes. No obstante, la marcha culminó en el hospital donde fueron trasladadas varias víctimas.
La ONG Amnistía Internacional manifestó que el ataque del viernes fue "un recordatorio vergonzoso de la ineptitud y el fracaso absoluto de los talibanes" para proteger al pueblo afgano.
La pérdida de derechos y libertades en Afganistán a poco más de un año del regreso de los talibanes
Los talibanes tomaron el poder en Afganistán el 15 de agosto de 2021, aprovechando el retiro precipitado de las fuerzas extranjeras dirigidas por Estados Unidos. Su victoria puso fin a los combates y dio algo de respiro a los afganos, particularmente en zonas rurales devastadas por dos décadas de violencia.
Pasó poco más de un año del retorno al poder de los talibanes y el país está hundido en un espiral de crisis: financiera, económica y humanitaria. Millones de afganos viven en la pobreza, muchos se han endeudado por primera vez este año y las mujeres perdieron las pocas libertades que habían conquistado.
El barrio de Dasht-e-Barchi se vio muy afectado en los últimos años desde el regreso al poder de los talibanes. Varios atentados fueron reivindicados por el EI-K, la rama regional del Estado Islámico (EI), que considera a los hazaras como herejes. Así todo, ningún grupo se hizo cargo por el ataque de este viernes contra el Centro de Educación Superior Kaaj.
Los talibanes también consideran a la comunidad hazara como pagana, y los grupos de derechos humanos les han acusado a menudo de atacarla. Desde su regreso al poder, los talibanes prometieron proteger a las minorías y combatir las amenazas a la seguridad. Pero esta es una realidad completamente opuesta a la prometida.
En mayo pasado, al menos 85 personas, en su mayoría niñas, murieron y unas 300 resultaron heridas al explotar tres bombas cerca de una escuela del Dasht-e-Barchi. Ningún grupo se atribuyó la autoría de ese atentado, pero un año antes, el EI reivindicó un atentado suicida contra un centro educativo de la misma zona, en el que murieron 24 personas. El grupo EI es desde entonces un importante problema de seguridad para los talibanes, que afirman haber derrotado a los yihadistas.