La prueba de fuego que tenía Huracán en la cancha de San Lorenzo, en su intención de luchar por el título, no pudo ser superada por el plantel de Diego Dabove. El clásico fue para el equipo local, que asumió el compromiso con la idea fija de brindarle un festejo a su público, después de dos derrotas consecutivas.
Los nervios no jugaron a favor de los de Parque Patricios, que desde el principio exhibieron mucha imprecisión y falta de ideas para vulnerar a su adversario. Además, San Lorenzo fue letal en su primer ataque y se puso en ventaja.
Cerutti recibió la pelota sobre la derecha de parte de Juan Méndez, giró rápido y remató cruzado para ubicarla al lado del palo más lejano del arquero.
La diferencia le dio tranquilidad al local, que depositaba en el juego de Barrios sus herramientas para solidificar la victoria. La predisposición de los futbolistas de San Lorenzo era otro de los puntos principales del conjunto de Insúa. Los jugadores disputaban cada pelota con decisión y convicción, algo que le había faltado en los últimos encuentros.
Huracán no lograba que sus hombres más aptos, Cristaldo y Hezze, pudieran tener la posesión de la pelota, y el equipo sufría esa carencia para provocar peligro en el área de Batalla. Inclusive, el visitante tuvo un solo tiro al arco en todo el primer tiempo.
La actitud de Huracán se modificó en la segunda mitad, y el equipo tomó mayor protagonismo. Sus hombres se adelantaron unos metros y eso le permitió quedar más cerca del arco rival.
San Lorenzo se fue acomodando para responder con el contraataque, y en la primera de esas acciones Bareiro estrelló un remate en el travesaño.
El clima se fue caldeando cuando a Cóccaro le anularon un gol por posición adelantada. Los dirigentes y periodistas partidarios lo gritaron, y fueron reprobados por los plateístas locales.
Huracán era el que seguía buscando en el campo rival, con Cóccaro más movedizo y habilitando a sus compañeros cuando se encontraba de espaldas al arco. La pelota seguía en los pies de Huracán, y San Lorenzo se fue retrasando lentamente, con la peligrosidad que eso implica. El ingreso de Ortigoza fue precisamente para que el local pudiera controlar la pelota, algo que no sucedía en la segunda mitad.
La insistencia de Huracán no tuvo premio en el resultado, y San Lorenzo se apoderó de un duelo que le sirvió para recuperar la autoestima. El festejo se hizo interminable, mientras del otro lado tienen claro que el camino al título tuvo un duro traspié.