Limbo (estreno de Star+ la semana pasada) combina thriller y melodrama familiar, una opulenta puesta en escena y las ínfulas de hacer reunir dos de las producciones del momento -Succession y Euphoria- más inequívocas referencias a la aristocracia local. Sofía Castello (Clara Lago de Ocho apellidos vascos) habita en un estado de desconexión de la realidad por la muerte de su padre (Enrique Piñeyro), el vínculo tirante con sus dos hermanos, Ignacio (Mike Amigorena) y Andrés (Esteban Perez), y su propia identidad tóxica. Una chica oriunda de Barrio Parque que nunca fue al Planetario, quien pasó varios años en España y deberá hacer frente a la rivalidad con los de su propia sangre, junto a otros secretos que el patriarca tenía guardados bajo llave.
La protagonista es “la única mediocre de un linaje extraordinario”, cuenta una inquebrantable y muy elocuente voz en off que estructura el relato. Es arduo conectar con ese universo cínico y recargado guiado por una protagonista ídem. ¿Ejemplo? La chica llega al funeral del padre, y entre sarcasmos varios, la invitan a vestirse con un vestido de Pablo Ramírez. Cada plano está trabajado como una versión VIP de lo que refiere su título. La producción de diez episodios fue desarrollada por la dupla Cohn & Duprat, aunque legaron la dirección en Agustina Macri (Soledad) y Fabiana Tiscornia (La reina del miedo).