Con la consagración de Fabián Doman como nuevo presidente en las elecciones del domingo pasado, Independiente se ha transformado en la nueva cabecera política del PRO en el fútbol argentino. La pertenencia de Doman, sus vicepresidentes Néstor Grindetti y Juan Marconi y de Cristian Ritondo (electo como representante pero máximo operador del espacio) dentro del partido creado y liderado por el expresidente Mauricio Macri está a la vista de todos y ninguno de los 11.492 socios que los votaron podrá alegar desconocimiento o sorpresa ante esta realidad. El giro ha sido dado e Independiente ha saltado sin escalas intermedias de un modelo tradicional de club encabezado y financiado por un sindicalista peronista como Hugo Moyano a otro modelo con sesgo privatista y gerencial que llevarán adelante políticos y personajes de los medios que nunca ocultaron (e incluso militaron) sus preferencias por las ideas de derecha.
Si alguna duda podía quedar respecto del alineamiento político de las nuevas autoridades de Independiente, el tuit de felicitación de Patricia Bullrich, presidenta del PRO y precandidata presidencial de Juntos por el Cambio, dejó todo expuesto. "¡CHAU MOYANO! Se terminan la patota y la mafia en Independiente, y eso que no pude votar porque Moyano me expulsó. Las nuevas autoridades reconstruirán el club; nosotros, el país" , escribió Bullrich el domingo apenas se vislumbró la tendencia irreversible de la victoria de Doman quien por su parte aseguró que "ahora que se fue Moyano, van a llegar más recursos a Independiente".
Agotados por la sucesión de malas campañas y por la sensación de que el club parece lanzado a una decadencia sin remedio, los sufridos asociados rojos apostaron legítimamente por un proyecto que suponen nuevo y mejor. Se verá en el futuro si la elección resultó acertada o si por el contrario, una vez más volvieron a comprar espejitos de colores. Y si tienen algún sustento las promesas de Doman de atraer inversores que eliminarán el pasivo de más de 4500 millones de pesos y traerán refuerzos de verdadera jerarquía que le permitan a Independiente volver a ganar copas y campeonatos. Su último título a nivel nacional fue el Apertura 2002 y desde entonces, atraviesa los peores 20 años de su gran historia futbolística.
Antes de fin de año, Doman y su equipo de trabajo deberán entregar respuestas concretas que darán la pauta del rumbo de su gestión. Tendrán que definir si Julio Falcioni continúa siendo el director técnico (da toda la impresión de que no), la renovación o no de doce contratos que vencen a fin de año, levantar la inhibición que le declaró FIFA por la deuda con el defensor uruguayo Gastón Silva y el embargo por 4,8 millones de dólares que le trabó el delantero Gonzalo Verón y encaminar el pasivo multimillonario. Tal vez, su cercanía con las ideas de derecha y su adscripción al PRO les facilite la gestión y fluyan los fondos frescos que se prometieron. Habrá que verlo. Como casi siempre, todo lo terminarán definiendo los piques imprevisibles de la pelota.