El sector del tango siempre reclamó, entre otras cosas, un estudio profundo de lo que sucedía hacia adentro del campo. En plena pandemia, fueron sus propias actores los que se organizaron y desde la Asamblea Federal de Trabajadores del Tango lanzaron una investigación que sirviera para describir la realidad del sector. El resultado de esta Encuesta se publicó en Estado de Situación del Tango en la Argentina 2020, publicado por RGC Libros y con la firma y el análisis de tres sociólogos y antropólogos: Matías Zarlenga, Hernán Morel y Agustina Coloma.
Más allá de algunas limitaciones propias del contexto en el cual debió producirse el estudio y el alcance al que se aspiraba (retratar la realidad del sector tanguero en toda su dimensión y en todo el país), el resultado es un instrumento introductorio para empezar a tener datos concretos del circuito, o mejor dicho, de los circuitos tangueros, generar políticas públicas para el emblemático sector y abrir la puerta a futuras investigaciones que puedan avanzar y profundizar en cuestiones puntuales. Además, la investigación sirve para confirmar lo que siempre manifestaron las organizaciones tangueras a lo largo de los años, poner números concretos al fenómeno y sus características.
Los resultados también ameritan algunos matices. El estudio alcanzó a un buen universo de encuestados (más de 2000 trabajadores de tango de todo el país), pero estuvo lejos de ser un censo y al ser un estudio autoadministrado (es decir, participaron quienes quisieron o pudieron acceder a él) algunas cifras quedaron truncas. Por caso, en la caracterización de directores de orquesta, el estudio señala que son en su totalidad varones, cuando por estas páginas se señalaron en numerosas oportunidades a varias directoras de orquestas y grupos como Analía Goldberg, Cintia Trigo, Nazarena Cáceres, Patricia Szilagyi, Pamela Victoriano y Julieta Winokur, entre otras y sin contar, además, a las cantautoras. Aun así, el estudio abarcó desde bailarines a letristas, músicos, vestuaristas, técnicos escénicos, productores de calzado o indumentaria, fotógrafos, comunicadores, terapeutas, agentes turísticos, y desde escuelas de baile hasta empresas de ropa, y desde instituciones de salvaguarda histórica hasta asociaciones gremiales.
Como era previsible, la mayoría de la actividad se concentra en la región central del país (37 por ciento en CABA, 27,3 en provincia de Buenos Aires, 8,5 en Santa Fe y 6,5 en Córdoba). El dato significativo es que la quinta provincia es Río Negro, con un 2,9 por ciento de los trabajadores de tango de todo el país y que la región patagónica es la tercera, con casi la décima parte del sector, sólo por detrás de Centro y CABA. “Más allá de un posible sesgo muestral, el dato es significativo. Algunas de las razones podrían ser el turismo internacional o la razón de ser provincias pobladas con flujos migratorios relativamente recientes y de distintas procedencias”, destacan los investigadores.
El estudio también viene a confirmar algo que los trabajadores del sector destacan desde hace tiempo: tienen un enorme proceso de formación que contrasta con ingresos magros y pésimas condiciones laborales. La media de años de formación, destaca la investigación, alcanza los 15 años. La acreditación formal de ese nivel educativo, además, es predominante entre la franja etaria de los 30 a los 45. La acreditación formal crece en importancia conforme baja la edad, lo cual se condice con la evolución del sector, en que muchas de las generaciones pioneras del circuito aprendieron sobre la marcha o entre pares y que el estudio del tango se formalizó en las últimas décadas. Es notable, además, que casi la mitad (44,8 por ciento) tiene educación superior completa, que para los investigadores es señal de “un nivel de profesionalización significativo y una necesidad de actualización y formación permanente”.
Uno de los datos más llamativos del estudio es que más de la mitad (59,1 por ciento) declaró recibir ingresos mensuales menores a 25.000 pesos. El dato se compartió con alarma en portales especializados y redes sociales, pero exige ciertos matices. En primer lugar, el estudio fue hecho en 2020 y consultó por datos de 2019 (no se aclara el mes). De modo que esta cifra debe actualizarse según el Índice de Variación de Salarios. En este sentido, si se toman los guarismos más modestos (los del sector informal, donde se enmarca la mayoría del sector de tango) y se contraponen los de junio de 2019 (índice en 188,8) a los del mismo mes de este año (558,7), esa cifra debería actualizarse a 73.980 pesos. El matiz permite quitar dramatismo a la situación, pero evidencia que los ingresos del grueso de los trabajadores del tango siguen siendo muy bajos para un sector de enorme profesionalización y eso explica que muchos deban complementar sus ingresos con otras actividades.
Las condiciones laborales precarias e inestables se constatan aún más entre les jóvenes. 4 de cada 10 trabajadores de menos de 20 años lo hacen ad honorem y la mayoría (62,2 por ciento) de quienes tienen menos de 30 no están registrados formalmente. Además, quienes no tienen cobertura médica, ni seguro de trabajo ni aportes jubilatorios están por encima del 70 por ciento. Sólo para 1 de cada 10 trabajadores del sector las condiciones laborales ameritan tildar la casilla de “buenas”.
Finalmente, la
Encuesta Federal de Trabajadores del Tango abordó las organizaciones, que van
desde milongas hasta empresas u orquestas. Los investigadores destacan que la
mitad fue creada en el lustro 2016-2020 y que la cantidad de fundaciones
recientes (el 70,1 fueron creadas en la última década) “indica el actual
crecimiento y dinamismo del sector del tango”. Por eso, destacan, “resulta
necesaria una política pública cultural sectorial y federal que permita el
desarrollo de la actividad en su conjunto en todas las regiones del país. Esta
clase de políticas potenciaría a un sector caracterizado por su dinamismo y el
alto capital cultural de sus personas trabajadoras”.