El nivel de desocupación bajó al 6,7 por ciento en el segundo trimestre del 2022, número récord en la serie histórica que calcula el Indec. Sin embargo, este logro convive con otros pendientes: hay más empleo, pero a menores salarios reales. Hay crecimiento económico, pero la distribución de la riqueza creada se encuentra más concentrada.
El factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real, según Friedrich Engels, filósofo y sociólogo alemán colaborador y amigo de Karl Marx. Y la sociedad moderna ostenta un importante desarrollo de sus fuerzas productivas -es decir, las bases del trabajo con las que cuenta una sociedad para organizar la producción de bienes y servicios incluyendo la ciencia, la tecnología, las máquinas y herramientas, los procedimientos y la división del trabajo-, lo que se traduce en la alta eficacia y productividad que muestran los procesos de asignación y movilización de los recursos económicos, humanos y materiales al momento de decidir en qué se invierten y cómo se produce.
Sin embargo, la distribución – que constituye otros de los temas que debe abordar la ciencia Económica - de estos mayores y más eficientes resultados productivos continúa concentrándose en pocos estratos de la sociedad. Esto resulta en una injusticia social y económica a escala global que se profundiza en algunas zonas del planeta.
Trabajadores pobres
Son las masas de personas trabajadoras las que tienen necesidades insatisfechas para demandar de forma efectiva los bienes y servicios creados mediante el trabajo, y también quienes no tienen suficiente capacidad económica para comprarlos. Aun creciendo su salario, las cantidades de bienes y servicios que pueden adquirir disminuyen al aumentar los precios en mayor medida. Es decir, crecen sus salarios nominales - en dinero – pero disminuyen sus salarios reales.
Adam Smith indicaba que el trabajo tiene un precio real y otro nominal. El real refiere a las cosas necesarias que se pueden adquirir con él mientras que el nominal es la cantidad de dinero que se tiene en mano. El trabajador es rico o pobre en proporción al precio real del trabajo que ejecuta, no al nominal.
A su vez los sectores más favorecidos en la acumulación de recursos, que representan a menor cantidad de personas, poseen menos necesidades insatisfechas. De esta manera su consumo es insuficiente para absorber los bienes y servicios a los que las clases trabajadoras no pueden acceder. Surge de esta manera un excedente de bienes y servicios no demandados o vendidos.
Como resultado, la demanda total (demanda agregada) de la economía no es capaz de utilizar, adquirir o comprar todo lo producido (oferta agregada). Es decir, los que necesitan no pueden consumir y los que pueden ya tienen sus necesidades satisfechas. Estas ideas no son una paradoja y se explican con lo que observamos todos los días en la experiencia cotidiana.
Historia económica
Para Karl Heinrich Marx hay una diferencia entre la retribución o salario que recibe la parte trabajadora, creadora de bienes y servicios mediante la aplicación de su trabajo, y la cantidad de trabajo que esta parte entrega o adiciona al proceso productivo.
El sistema capitalista basa su reproducción en que el salario remunerado es inferior a la cantidad de trabajo que fue necesario aportar por la parte trabajadora. Por tanto, hay una parte de trabajo (energías físicas y mentales aportadas) que no es reintegrada a través del salario a los trabajadores.
Teniendo en cuenta que los bienes y servicios se venden a un precio que refleja la totalidad del trabajo ejecutado por esas personas y no de sus salarios, la parte del trabajo recuperado mediante el precio de venta y no pagado en forma de salario significa riqueza o productos y servicios creados que no retornan al trabajador y quedan por tanto en posesión del empleador, empresario o capitalista. Es en este proceso donde aparece una distribución de la riqueza desigual.
Keynes, sin ser marxista, insiste en la necesidad de distribuir más equitativamente la riqueza porque sería una forma de atenuar la polarización de la tenencia de recursos e impulsar su movilización hacia el ciclo económico de inversión, producción y consumo, dentro de las leyes y reglas del modo de producción capitalista. El keynesianismo no propone la eliminación de la propiedad privada de medios de producción, pero observa la necesidad de transformaciones redistributivas que hacen a la conservación del modo de producción.
La brecha distributiva
Ya en nuestros días Frei Betto, cofrade de la Teoría de la Liberación, analiza cómo en pleno auge de la pandemia la fortuna de las 500 personas más ricas del mundo creció en más de un billón de dólares. Si sumamos el patrimonio líquido de ese selecto club de 500 supermillonarios el resultado es de 8,4 billones de dólares, superior al PIB de cualquier país del mundo, salvo Estados Unidos y China.
La mitad de las fortunas de estas 500 familias es suficiente dinero para hacer desaparecer el hambre, la miseria, la pobreza, la falta de acceso al agua potable y el analfabetismo mundial.
Por mencionar solo tres casos de los citados por Frei Betto:
*Elon Musk, estadounidense y nacido en Sudáfrica, posee una fortuna es de 270.000 millones de dólares y sólo en 2021 creció en 114.000 millones. Es inversionista y fundador de Space x, una empresa que fabrica naves espaciales y tecnología de punta, y de la mayor fábrica de autos eléctricos del mundo, entre otras. Quiere privatizar el espacio.
*Jeff Bezos, dueño de Amazon, ganó en 2021 2,04 mil millones y su fortuna es de 192.000 millones de dólares. También promueve la privatización del espacio.
*Larry Page, otro estadonidense, tiene una fortuna de 128.000 millones de dólares, que se incrementó en 46.000 millones sólo en 2021. Especialista en ciencias de la computación, es cofundador de Google.
Nuestro contexto nacional no es la excepción a estos fenómenos de profundización de la concentración de la riqueza, más bien forma parte de la moda de concentrar cada vez más en menos.
El sistema de producción en el que vivimos gran parte de la humanidad ha instaurado la naturalización de la desigualdad social, la creencia de que todos son libres para ascender de la pobreza a la riqueza (la meritocracia) y del poder de dictar leyes y monitorear gobernantes.
¿Será que son incompetentes los ángeles urgentes para salvarnos? O, como agrega Silvio Rodríguez, si fuéramos “un tilín mejores y mucho menos egoístas”.
Presupuesto 2023
El proyecto de presupuesto para el periodo fiscal 2023 no augura cambios en la tendencia de estas realidades en el ámbito nacional. Y, como versa en la academia, el presupuesto del estado es una clara hoja de ruta de la política económica que ejecuta un gobierno.
En esa dirección, algunas de las pocas partidas con incrementos reales son las erogaciones que haría el Estado en pagos de intereses o capital de deudas externas, y en conceptos de defensa y seguridad.
Vale la pena tener en cuenta que si la inflación real del periodo 2023 llega a superar al 60 por ciento prevista en el presupuesto, el gasto real en las actividades del Estado en áreas como salud, ciencia, educación y ayuda social pueden verse aún más alicaídos que lo que ya indican las cifras por ahora en formato de proyecto presupuestario. A los reclamos por una más justa y equitativa distribución, la respuesta no debe ser, como dice Mafalda, con el palito de abollar ideologías.