Sampedrino de nacimiento y por elección, César Mascetti no podía —mucho menos quería— morir en otro lugar que no fuera su amado San Pedro. En esa ciudad que la herencia familiar le dio y que el periodista abrazó sin dejarse encantar por las luces de las cámaras de TV ni las de la Ciudad Buenos Aires, el conductor televisivo y radial murió hoy martes 4 a los 80 años.
De larga trayectoria en los medios, su nombre está íntimamente asociado en el imaginario colectivo a las noticias, a partir de la conducción entre 1992 y 2003 de Telenoche, el noticiero central del viejo Canal 13, en tiempos en los que los informativos en la pantalla chica alcanzaban una popularidad que ningún programa en la actualidad ostenta. Junto a Mónica Cahen D´Anvers, también periodista y su esposa, conformaron una de las duplas televisivas más queridas del país: para todos fueron, son y serán simplemente “Monica y César”.
“La Municipalidad de San Pedro comparte con gran tristeza el fallecimiento del periodista César Mascetti. Su enorme trayectoria en los medios de comunicación, su historia ligada a la prensa sampedrina a través del periódico de su padre, El Independiente, y su vínculo con la producción de la zona a través de La Campiña son solo algunas de las tantas razones por las que su figura es parte de la historia de los sampedrinos", informó la municipalidad de la ciudad, en la que el 9 de diciembre de 1941 naciera César Alberto Mascetti.
La carrera de César Mascetti
Aunque nunca se sabrá con certeza, bien puede pensarse que el destino de Mascetti estaba marcado. O al menos su vida tenía una hoja de ruta que lo llevaba inexorablemente hacia el periodismo. Es que su abuelo Alejandro fue el fundador del periódico El independiente, de su localidad natal, allá por 1892. Una tradición periodística que luego continuó su padre al frente de la publicación, donde un joven César dio sus primeros pasos. Formado en periodismo en la Universidad de La Plata, en el medio gráfico familiar -confesó alguna vez- hizo de todo: escribió entrevistas, notas sociales, crónicas policiales, artículos deportivos y hasta críticas de cine. Para él, cualquier hecho era bienvenido. “Todo me apasionaba”, afirmó alguna vez sobre aquellos años.
Fue en 1965 cuando tuvo la gran oportunidad que estaba esperando para saltar del periódico familiar a uno de tirada nacional: el diario Clarín lo contrató y tuvo que mudarse -muy a su pesar, pero entendiendo que era necesario para su crecimiento profesional- a la “gran Ciudad”. En esa redacción trabajó durante tres años, para en 1968 recalar en el diario La Razón. En aquél tiempo solo pensaba al periodismo en su dimensión gráfica. Algo que iba a cambiar en 1971, cuando se enteró de que en Telenoche andaban buscando un cronista de exteriores. Se postuló al puesto y quedó. Por entonces, el noticiero central estaba conducido por Andrés Perciavalle, Tomás Eloy Martínez, y una joven y distinguida Mónica Cahen D´Anvers, con quién años después comenzaría una relación amorosa que terminaría trasladándose a la pantalla, cuando en la década del '90 condujeron el informativo en su segunda etapa.
Sin estridencias, Mascetti honró la profesión teniendo como premisa que la noticia eran los hechos y no los periodistas. Aún en su rol de cronista, entrevistador o presentador, el periodista nunca se corrió de esa máxima que mamó desde su casa natal. A lo largo de su carrera, Mascetti entrevistó a las más importantes personalidades de su tiempo, de todas las disciplinas: desde el expresidente chileno Salvador Allende hasta Jorge Luis Borges, pasando por Arturo Illia, Juan Domingo Perón, Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Atahualpa Yupanqui y Marcel Marceau, por citar solo a un puñado de tantos. En efecto, fue el primer periodista argentino en entrevistar a un Beatle: fue a George Harrison, allá por 1977, en una playa en Río de Janeiro, con el piloto de Fórmula 1 Emerson Fittipaldi como traductor. La entrevista, que se grabó con el periodista y el músico en cueros (!) y con el mar de fondo, se puede encontrar en YouTube.
Como cronista, Mascetti cubrió para la TV argentina sucesos relevantes de la historia del siglo pasado: el retorno de Perón, la muerte del dictador Francisco Franco o la tragedia del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya en la Cordillera de los Andes son algunos de sus trabajos más recordados. Incluso, se animó a la corresponsalía de guerra, en el enfrentamiento civil de Nicaragua durante la Revolución sandinista hasta la caída de Somoza. Con un estilo sobrio y contundente, sin necesidad de exagerar absolutamente nada, Mascetti delineó un estilo que puso al entrevistado o a la información en el centro.
Claro que Mascetti iba a conocer la popularidad cuando en el verano de 1992 el renovado Telenoche reencontró profesionalmente a quienes ya eran pareja en la vida real: Mónica y César formaron una dupla icónica, una marca registrada que inexorablemente esta ligada a la vida de los argentinos que peinan canas. “La conducción es el punto culminante de la labor periodística como puede serlo el director de una revista. Hay que conocer todo lo que se presenta y manejar los detalles, nada te puede tomar de sorpresa. Hay que darle entrada a los móviles, hacer las preguntas precisas al entrevistado, aunque uno está en el estudio, para conseguir la respuesta que se busca”, contó Mascetti en una entrevista acerca del rol televisivo que compartió junto a su compañera hasta 2003.
Ni bien abandonaron el noticiero, Mónica y César institucionalizaron la relación afectiva que los unía desde hacía un cuarto de siglo. Se casaron el 7 de junio de 2003, para sus bodas de plata, en el único lugar que podría ser: San Pedro. “Aprovechamos la fecha y nos casamos. Nos pareció que era un buen regalo de aniversario. Le dije a César: ‘¿No te parece que es hora de que firmemos un papelito para que se sepa que esto es en serio?’. Y lo hicimos”, contó Mónica hace algunos años.
El retiro de César Mascetti
Tras su retiro de la televisión, sin la obligación del aire de noticiero, la pareja se instaló en San Pedro. Hasta que al año siguiente, Marcelo Tinelli los convocó para que se pusieran al frente de un programa en Radio Del Plata, la emisora que había adquirido recientemente. El programa, titulado Mónica y César, se mantuvo al aire de la emisora hasta 2015, cuando ambos se retiraron de la profesión y se instalaron definitivamente en la ciudad de la provincia de Buenos Aires. Allí, alejada del ruido y rodeada de la naturaleza, la pareja desarrolló y gestionó “La campiña de Mónica y César”, una charca turística en la que se convirtió en amable anfitriona. Sin el periodismo como foco, con el tiempo Mascetti supo desarrollar un hobby que lo apasionaba: la colombofilia, actividad que le permitió criar todo tipo de palomas y participar de competencias de palomas mensajeras. Para César, la Ciudad -al igual que los medios- era ya un lindo recuerdo.
“Nunca nos arrepentimos del cambio. Cuando estábamos pensando en irnos de la tele, un brillante psicoanalista con el que hacíamos terapia nos tiró una frase que terminó por definir nuestra decisión: ‘No sé ustedes, pero yo quiero que a mí la muerte me encuentre vivo’, nos dijo. Y ahí se nos bajó el telón. ¿Qué sentido tenía seguir trabajando con semejante carga horaria si eso no nos permitía estar más conectados con la vida? Nosotros también queremos estar vivos cuando nos llegue la hora. Somos viejos vitales y transitamos esta etapa de nuestras vidas con la plena certeza de que estamos aprovechando cada instante que tenemos”, contó César hace un tiempo, rodeado de la naturaleza sampedrina y con la sonrisa cómplice de Mónica. Honró su palabras hasta el final.