La Argentina productiva posee en el gas oil un parámetro de sus vicisitudes. Consume 14 millones de m3 por año y solo refina un 70 por ciento. La diferencia, de unos 4 millones de m3, se importa a través de alrededor de ochenta barcos de Gas Natural Licuado anuales. La guerra entre Rusia y Ucrania hizo aumentar el precio de este combustible a cerca de un dólar por litro, lo que le produce al país un drenaje que llega a más de 4.000 millones de dólares por año. Una tragedia para la política de ahorro de dólares.

La industria hidrocarburífera en el país posee una insuficiencia estructural en su capacidad refinadora, y la brecha del refino persistirá si no se realizan ampliaciones para procesar más crudo apto para el gasoil. Se agrava ante la demanda récord, tanto industrial como del parque automotor, pero principalmente por la reducción en la densidad media del crudo producido y su efecto sobre las refinerías adaptadas a crudos más pesados. 

El abastecimiento incremental respecto de la capacidad implica costos crecientes que afectan al normal abastecimiento. Hay inversiones prometidas por YPF de ampliar la capacidad de refino en Plaza Huincul. Además, se incentiva un plus de producción a través de la baja de impuestos que determina el decreto 3239 de junio de 2022. Resulta clara la necesidad de impulsar medidas de abastecimiento incremental y la compensación de los costos extraordinarios, pero no hay señales de realizar una nueva destilería.

En el caso del gas natural la problemática no es menor: la demanda es superior a la oferta. Aun considerando la entrada del gasoducto Néstor Kirchner, Argentina deberá importar en el 2023 una cantidad cercana a treinta barcos de Gas Natural Licuado que significan 2000 millones de dólares. Fuentes empresariales estiman que el próximo año las industrias deberán pagar el doble que este año por el combustible. Es probable, pero también es posible que el gobierno use su facultad de fijar el precio boca de pozo (PIST) y mitigue la suba para ayudar a la actividad económica local. 

Más allá del precio, también hay dificultades para conseguir cargamentos de GNL frente a la demanda sostenida por parte de los países de la comunidad europea dada la coyuntura mundial. Es que el gas ruso representó el 45 por ciento de las importaciones de Europa en 2021. El 70 por ciento de todas las cargas de GNL del Atlántico fueron a Europa en septiembre. 

La falta de oferta de barcos es una realidad actual. Si Argentina quiere exportar importantes toneladas de GNL, debería encarar la construcción de un buque criogénico en sus astilleros y, con ello, garantizar una salida del GNL en medio del gran despliegue de transporte hacia Europa.

Un precio de 20 dólares por millón de BTU por el gas importado pareciera ser un valor adecuado para encarar sustituciones del gas oil, una opción cada vez más desarrollada en los grandes motores diesel. Si bien el gas natural en forma de GNL ya llegó a cotizarse muy por encima, se estima que habrá una compensación por mayores ofertas desde algunos países de América latina como Venezuela, Trinidad y Tobago y también Argentina que, en su época estival, podrán aportar 12 millones de m3/día lo que significaría un barco cada cuatro días.

Se asume que estos volúmenes serán suministrados por los actuales productores y el convenio entre Petrobras e YPF, que apunta a exportar 140 millones de m3 de gas en forma de GNL en diez años. Pero este luminoso futuro no cubre el presente, cuando  necesitaremos entre 2022 y 2023 más de 6000 millones de dólares para importar el GNL y el gas oil faltante.

Poco o nada se dice sobre la necesidad de ahorrar en meses estivales en almacenajes adecuados de GNL para usarlos en el pico de invierno. Las luces de las avenidas y en los monumentos, principalmente en la Ciudad de Buenos Aires, se mantienen iluminadas toda la noche. Hay decenas de programas posibles de eficiencia y ahorros, y cada acción cuenta: en Suiza el gobierno recomienda bañarse simultáneamente en pareja, para ahorrar agua caliente. Lo cotidiano y pequeño ayuda a entender el cuidado de la energía.

La entrada del gasoducto Néstor Kirchner en junio del 2023 no dará término a la necesidad de ahorro. Los próximos volúmenes de exportación ya sea a Brasil o por barcos GNL al mundo deben dejar precios competitivos para la población y para industrializar con las pymes parte del gas, en función de la abundancia que posee el país y, como corresponde, en pesos. Todas cuestiones que resultan cruciales junto con otros temas como el rol de las energías renovables convenientes y necesarias para una planificación a debatir en un Congreso Nacional de la Energía.

* Vicepresidente del IESO-Instituto de Energía Scalabrini Ortiz, Integrante del CEEN-Central de Entidades Empresarias Nacionales y del Grupo Bolívar.