“Yo sé que he hecho algo incorrecto pero no siento culpa”. Esas fueron las palabras que pronunció Edmundo O´Neill, juez marplatense y ex camarista de la dictadura, en el marco de un juicio que lo tenía como acusado de abusar de amigas de sus hijas. 27 mujeres lo denunciaron por abuso sexual, y en 2004 se inició el juicio, pero en 2006 se decretó la prescripción de los delitos y la justicia falló a favor del victimario. En 2016, a los 85 años, O´Neill murió impune.
Con guion y dirección a cargo de Susana Nieri, el caso llega ahora a la pantalla grande. Algo incorrecto se suma este jueves con expectativa a los estrenos del cine nacional para poner la lupa sobre la complicidad de la justicia frente a la violencia. La película, que tiene elementos de ficción, cuenta con las actuaciones de Eleonora Wexler, César Bordón, Maru Cesanelli, Stella Matute, María Eva Coria, Daniel Coelho y un gran elenco marplatense.
Filmada durante la pandemia, en Mar del Plata, el lugar donde ocurrieron los hechos, la película cuenta la vida de dos mujeres que llegan a la ciudad con distintos objetivos. Victoria (interpretada por Cesanelli) vuelve para tratar de hacer justicia por su hermana, que es una de las víctimas del reconocido juez García Avellaneda (Bordón), y Rosario (Wexler) regresa para reencontrarse con ese mismo hombre, su padre. Con el Encuentro Nacional de Mujeres como marco, las historias de ambas mujeres comienzan a cruzarse. De la mano de Victoria, Rosario conocerá la verdad, y juntas buscarán reparación.
Luego de tres documentales que abordan las violencias contra las mujeres - El toro por las astas, Ella se lo buscó y Gotas de lluvia-, Algo incorrecto es el primer largometraje de ficción de la cineasta cordobesa que ya ha cosechado el premio WIP del festival La mujer y el cine 2022. Nieri fue quien convocó a Eleonora Wexler para interpretar el rol clave de Rosario García Avellaneda, y la elección no fue azarosa.
En 2021, Wexler interpretó en cine el éxito de Yo nena, yo princesa, donde se puso en la piel de Gabriela Mansilla, la mamá de Luana, la primera niña trans en el mundo que pudo obtener su DNI de acuerdo a su identidad de género autopercibida. Y en esta ocasión, su personaje transita un camino similar.
“Todos los proyectos de cine que me llegaron en el último tiempo, tuvieron que ver con una temática que se emparentaba. De hecho, vengo de filmar también Historias invisibles, que no se estrenó todavía y que aborda la problemática de la trata de personas”, comenta la actriz en diálogo con Página/12, y agrega: “Creo que estas posibilidades me llegan para poder contar y visibilizar estas cuestiones tan importantes que nos atraviesan”.
-¿Y cómo surge este protagónico en particular?
-De la mano de la directora. Yo conocía a Susana por su trabajo como activista, y por sus documentales. Hacía nueve años que ella tenía la idea de llevar esta historia al cine, y cuando leí el guion dije: “No puedo dejar de contar esto”. Era una gran responsabilidad y un compromiso social, que es lo que me tocó hacer el año pasado con Yo nena, yo princesa. Estas películas son puertas para que otra gente pueda denunciar o recordar si le pasó algo similar. Porque lo que le pasa a Rosario es que ella tiene un bloqueo absoluto, y los recuerdos aparecen con el tiempo cuando toma contacto con la denunciante. Es lo mismo que les ocurre a muchas víctimas, que bloquean esos pensamientos para poder seguir subsistiendo.
-No obstante, aquí lo particular es que ella no era víctima directa sino testigo.
-Sí. Ella empieza a recordar que, siendo chicas, sus amiguitas dejaban de ir a su casa y recuerda sus miradas de terror. Fue muy fuerte filmar en Mar del Plata, y en medio del rodaje le llegaron a la producción mails de personas que nos contaban: “A mí me pasó. Gracias por visibilizar esto”. Hubo un gran revuelo en la ciudad, y fue muy movilizante para todos porque, de alguna manera, lo que ocurrió allí estaba en el aire.
-¿Cómo te impactó en lo personal?
-En general, frente a cualquier personaje entro y salgo bien. Pero en este caso, este rol me tomó un montón. Filmé durante tres semanas, y cuando volví a Buenos Aires seguía tensionada con el tema.
-Hay algo en este argumento que remite a lo que se cuenta en La historia oficial.
-Sí, precisamente para la interpretación, uno de mis referentes fue esa película, y por eso volví a verla antes de filmar. Porque, salvando las distancias, había algo de esa historia que se vinculaba a lo que íbamos a contar. La actuación de Norma Aleandro es increíble, y Rosario, al igual que aquel personaje, carga con algo que está dentro de ella pero que no lo puede ver, porque si lo hace se le desarma el mundo. De hecho, cuando sabe la verdad, lo que conocía hasta ese momento se le rompe en mil pedazos. Y al mismo tiempo, hay además una búsqueda de identidad, porque ella de repente se pregunta: “¿Quién soy yo? ¿Quién fui? ¿Viví en una mentira todo este tiempo?”. Y es que para Rosario, su padre era algo así como un modelo a seguir, y su amor y su opinión eran todo para ella.
-¿Indagaste en la historia real? Se conoce que fue la hija de O´Neill quien recogió los testimonios de muchas de las víctimas.
-Sí, se me hiela la sangre. ¿Qué se hace con toda esa información? O´Neill era de estos tipos poderosos que nunca se tocan. Por eso me pareció muy valioso y potente que Susana retomara este caso, porque siento que, de alguna forma, esta película viene a poner justicia donde no la hubo.
-¿Qué reflexiones te disparó precisamente esa situación de impunidad?
-La causa quedó cajoneada durante años. Las mujeres van a la justicia a denunciar, pero se sienten en falta por hacerlo y tienen miedo. Eso es algo que me sigue pareciendo tremendo. Porque sigue sucediendo. Y en estos casos, donde además hay tipos poderosos, la situación es mucho peor, porque se vuelven inimputables, debido a que tienen amigos en el poder. A mí me genera mucha impotencia. Pero pienso que, a través del arte, podemos tener la posibilidad de aunque sea redimir un poco a quienes hayan sufrido.