“Somos militantes del charango”, lanza Rolando Goldman y ese “nosotros” inclusivo abraza a la Orquesta Argentina de Charangos, primera experiencia en el país –y tal vez en el mundo– en llevar el instrumento a este formato. El proyecto, dirigido y creado por Goldman, surgió en 2012, y la novedad es la salida de su primer disco, ConCuerdas, que no se restringe a la música andina, sino que se le anima ritmos folklóricos de todo el país, e incluso a la cumbia y al tango. Una de las perlitas del disco es la original versión de “Libertango”, clásico de Astor Piazzolla. “La clave está en la forma en la que abordamos el repertorio, con mucho entusiasmo y compromiso. Estamos convencidos de que el charango lo merece”, dice Goldman, un especialista en la materia. “De alguna forma, imaginando la formación de una orquesta clásica de cuerdas con violines, violas, violonchelos y contrabajos, nosotros abordamos este espacio con distintos registros y tamaños de charango”, explica el músico y docente. La presentación del álbum será hoy las 20 en la Sala Argentina del Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151), con entrada gratuita.
“Las orquesta son experiencias muy interesantes porque se pone lo colectivo por sobre lo individual, hay un espíritu solidario. Un músico puede tocar maravillosamente bien pero nunca en la orquesta va a intentar lucirse por sobre el resto, porque el resultado no va a ser bueno”, resalta Goldman. Además de él, la orquesta está integrada por Julián Galileo Goldman, Matías Klausen, Ximena Antonio (charangos 1º); Diego Glaser, Marilina Witko y Nicolás Lemos (charangos 2º); Santiago Paniagua y Laura Beltramini (maulinchos); Damián Verdún, Gonzalo La Ferrera, Javier Moreira y Juan Ignacio Rivero (ronrocos en Mim); y Aldana Bello, Daniel Navarro y Eliseo Álvarez Prado (ronrocos en Lam). Además de hauynos, carnavalitos y bailecitos, arreglados especialmente por la orquesta, suenan versiones de la bellísima “Guanuqueando” (Ricardo Vilca), la vidala “Subo” (Chivo Valladares), “Chacarera del 55” (“Cuchi” Leguizamón), y las cumbias “La Danza de Los Mirlos” y “Pídeme la Luna” (Leo Dan), entre otras.
–¿Cómo llegaron a este primer disco?
–Fue un proceso que iniciamos hace más de cinco años alrededor del charango. Por un lado, sentimos y comprobamos que el instrumento ha tenido una expansión enorme, porque si bien el charango tiene como referencia de origen la región andina, se ha expandido enormemente por todo el país y en muchísimos otros lugares del mundo. Y también esa expansión se ha dado en los géneros que se abordan con el instrumento. Quizás hace algunas décadas había ciertos prejuicios sobre si correspondía o no abordar otros géneros, pero eso ha sido totalmente superado. Hay cada vez más jóvenes que se acercan al instrumento y muchísimo público que se entusiasma con ir escuchar músicas que se hacen con el charango. Si bien no sabemos de la existencia de otra orquesta de estas características, el hecho de ser la primera en sí no es algo que para nosotros sea un valor. El valor está en los espacios que va ganando el instrumento.
–¿A qué se debe esa expansión territorial y estética?
–La guitarra llegó a América desde España y a su vez a España había llegado desde la cultura árabe. Son culturas que van atravesando todo el planeta, y en el caso del charango la conquista española vino a arrasar con lo que había en el continente, pero simultáneamente a traer aspectos de su arte, con instrumentos como la vihuela antigua, que recorrió todo el continente, y en cada lugar fueron apareciendo instrumentos con características propias pero similares. El charango es uno de esos casos. Esta vuelta que pega el charango y que se asienta firmemente en esta región (Bolivia, Perú, parte de Chile y la Argentina) y luego se expande es, por un lado, por el interés de los intérpretes y el público, por otro lado, hay una identidad muy marcada del timbre del sonido del charango como referente de nuestra cultura y quizás como reacción a intentos de desvanecer nuestros valores culturales. En el imaginario, como producto de una cuestión colonizadora, estaba la idea de que el charango era un instrumento menor que solo servía para hacer una determinada música muy sencilla. Si hubiera sido un instrumento netamente europeo habría estado en los conservatorios de todo el mundo mucho antes que ahora. Y luego de mucho esfuerzo, el charango hoy se enseña como un instrumento más en las instituciones artísticas, en los conservatorios y escuelas de música.