Shan Ishidro, con SH. Rugbiers, doble apellido, caserones con piscina, clubs náuticos, colegios bilingües con nombre de santos en inglés, la iglesia, salvemos las dos vidas, cockers, polo, empleadas domésticas con el uniforme para tal fin paseando golden retrievers, Punta del Este y campos como una extensión natural. La patria, la familia y la propiedad. En la cultura popular, pensar en San Isidro abre todo un imaginario vinculado a una clase alta patricia fuertemente conservadora, católica y clasista, que se traslada a la gestión pública de la mano de intendentes como Gustavo Posse. Y con una fuerte brecha social, donde en un mismo distrito hay casas quinta que contrastan con barrios como La Cava, donde en algunos lugares no hay agua potable. Sin embargo, San Isidro salió del closet este año con la primera marcha del orgullo que se llevó a cabo en este municipio. Un desfile disruptivo y popular en medio de tanto olor a naftalina y aura milicoide.
Con una convocatoria que sus organizadorxs, (un frente de distintos espacios de activismos locales) jamás imaginaron, esta marcha paseó en tanga por el centro de este municipio ondeando banderas del orgullo en un encuentro histórico, emocionante. Drag Queens montadas a la altura de la ocasión, adolescentes con pancartas de ¿dónde está Tehuel? y los colores del colectivo no binario, carteles de “Si dios es todo, también es puto”, familias, pibxs con nuca rapada chapando con todo el cuerpo, miradas cómplices, manos agarradas, strass, glitter, tutús, culos, reinas, un grupo de adultas mayores trans y niñes correteando alrededor.
A esta marcha no le faltó nada, ni siquiera una feria de emprendedorxs en medio de la plaza, donde se podía compran desde fanzines hechos por activistas intersex hasta pines, bijou artesanal, calcos y básicamente un surtido de todo hecho en multicolor. Y como culminación, hubo un escenario diverso con poesía, perreo, lipsyncs, perfos, música en vivo, coreos, putería y todos los condimentos infaltables de una maricoteca, que exhibió el talento de artistas locales de zona norte.
Vecinxs encandiladxs
Entre asombrados y curiosos, los vecinos también quedaron hipnotizados con los shows y se acercaron a sacar fotos; los porteros de un edificio vecino estiraban el cuello para pispear el escenario y hasta las policías, serias y vigilantes, hacían un esfuerzo para resistirse a tirar pasitos con las canciones que sonaron de Britney Spears. (Obviamente no lo hicieron, pero se les notaba). A su vez, lxs participantes destacaron que durante la caminata, (que fue desde el mástil hasta la Plaza Yrigoyen), lxs encargadxs de los negocios y paseantes aplaudieron y acompañaron sumándose al festejo.
El escritor, periodista y conductor Franco Torcchia fue, junto a la periodista y activista trans Nicole Vanucci, uno de lxs conductores de este evento. Él también pondera el carácter disruptivo de la jornada dentro de este territorio político y, desde antes de la pandemia, ya había participado de distintas actividades del movimiento disidente de Zona Norte. “Había personas de más de 50 años para quienes esto era algo inimaginable, y allí estaban viviéndolo con cara de emoción plena. También había gente más chica que, a pesar de haber nacido en este momento histórico, fueron agredidas en las mismas calles por las que marcharon y luego bailaron. Indudablemente este fenómeno, que viene creciendo todos los años, donde cada vez hay más marchas del orgullo en pueblos y distintas ciudades, aunque sean no más que cinco en la plaza central, es un foco de activación, aunque parezca microscópico, es un foco político al fin”, sostiene.
Nicole, por otro lado, también es parte central de la organización de la marcha de Berisso y Ensenada, la zona donde ella nació. “Me sentí súper emocionada ya que estábamos haciendo historia, por ser la primera marcha del orgullo en San Isidro… todxs luchando y visibilizando a las diversidades y por que se cumpla el cupo laboral en la municipalidad. También la reparación histórica a las compañeras trans, que tan mal la pasaron”, asegura sobre esta experiencia.
Mariela, secretaria general de SUTEBA de San Isidro, señala: “Venimos organizando junto a muchos jóvenes de las disidencias esta marcha. Siempre hubo muchos obstáculos, por ejemplo, no respuestas del municipio, se entregaban notas que no fueron respondidas, no brindaban seguridad. Hasta último momento parecía que no se iba a hacer”.
¿Sentís que fue más difícil llevar a cabo la marcha en este distrito por su fuerte impronta católica y conservadora?
Mariela: Totalmente, no solo por una cuestión religiosa, sino por una postura de políticas neoliberales que no admiten las diferencias y la inclusión. La semana pasada se estableció, por unanimidad en el consejo deliberante, a la marcha como de interés municipal, pero una concejala se pronunció en contra, la concejala que representa a Milei.
Felix, Magali, Sofía y Violeta son de San Isidro y tienen entre 13 y 16 años. Para elles, la marcha fue “un re logro después de tantos años de militancia. Somos una bocha. Es un shock a San Isidro”, consideran, y acuerdan con que esta marcha es “un progreso”. “Hoy salimos con alegría. Pero también para mostrar que estamos luchando por la reparación histórica para las travestis mayores de 40 años, que fuimos perseguidas en dictadura y también por los edictos policiales en democracia”, comenta Patricia Alexandra Rivas, una de las organizadoras, junto a Marcela y Solange, que también son activistas trans.
“Estamos tan acostumbrados a los discursos de odio que fue hermoso ver a la gente marchar y la recepción que tuvimos”, cuenta Manuela Schupisser, que estuvo detrás del armado. “San Isidro es un distrito súper excluyente, muy religioso. Estamos viendo acá, a nivel local pero también regional, el aumento de movimientos fascistas y antidemocráticos”. “Nos parece fundamental que se territorialicen las políticas de diversidad y obviamente aportar a un cambio social”, cuenta Nicolás Abratte, que vio crecer esta marcha desde sus orígenes, de la que participaron centros de estudiantes, organizaciones sindicales y políticas y gente autoconvocada.
¿Qué significa para vos esta marcha?
Nicolás: Nací y me críe en San Isidro y como muchos compañerxs, viví en carne propia cómo en nuestros espacios de pertenencia, familias, colegios, lugares que frecuentábamos, recibíamos discriminación y eso es parte de la idiosincrasia de este lugar, que tiene mucho que ver con la iglesia católica y con gente reaccionaria. Y estamos acá para exigir también que el intendente Gustavo Posse cumpla con las leyes que tiene que cumplir, como la ley de cupo laboral trans y que capacite mejor al personal estatal.
¿Cómo caracterizarías la gestión de Posse con respecto a este tema?
Nicolás: Malísimo, le damos un cero. Hace dos semanas hicieron la pantomima de que trabajaban. Pero realmente al consultorio inclusivo, -solo hay uno- donde se garantiza un respeto a las identidades LGBTIQ, que asegura que no se difundan los resultados del test de VIH y a su vez funciona como centro de hormonización, lo llevamos adelante personas del activismo. Para encontrar turno casi tenés que hacer una investigación.
La marcha, la fiesta, el jolgorio, el goce, lo inolvidable. El gesto político, desafiante y popular. “Más de una pelo de cocker se habrá quedado dura”, relata una persona que participó de este evento, “¡espero que haya sido así!”.