“Si me llega a agarrar mi profesora, me caga a bifes”, confiesa David Lebón. El legendario cantante y guitarrista toda la semana anduvo mal de las cuerdas vocales, al punto de casi perder la voz, por lo que aprovechó esta ventana vocal para poder hablar sobre su nuevo disco, la segunda parte de Lebón & Co: publicado a mediados de septiembre y con fecha de presentación en los escenarios el 27 de noviembre en el Luna Park. Si bien ese día será el estreno oficial, el músico ya se encuentra tanteado estas reversiones de sus clásicos en los shows que ofrece en otras ciudades de la Argentina. “A la profesora la veo todos los días a las 19. Tenemos algo así como una entrevista vocal en la que hago ejercicios”, describe. “No fumo, no tomo alcohol ni tampoco drogas. Ya pasó toda esa época. Me cuido para seguir haciendo lo que más me gusta”.
-¿Sentís que tu voz cambió con respecto a la de tus días en Seru Giran, por ejemplo?
-Esas cosas van cambiando y uno se adapta. O sos feliz, o te quedás parado y empezás a pensar por qué cambio. Cuando sucede esto último, te agarra una cosa en la cabeza. Yo sigo haciendo lo de siempre, que me encanta y que se puede decir que es cercano al rock. También me gustan las baladas. Crecí con The Beatles y con ellos aprendí sobre la armonía. La armonía es muy linda. Cuando está en armonía, un ser humano se siente muy bien, muy claro y muy tranquilo. Y si encima ese estado te da temas, ¿qué más se puede pedir? Esa es mi comida preferida: la armonía, el amor y la tranquilidad. Ya toqué rock, toqué con la Pesada del Rock and Roll, toqué con muchos grupos que estuvieron buenos. Sucedió en una época en la que teníamos que arreglar algo en el país, e hicimos lo imposible y lo logramos. Algunos cayeron, mientras que otros como yo fuimos secuestrados, golpeados y torturados. Estoy vivo, por suerte, y contento.
-A pesar de los altibajos que tuviste a lo largo de tu carrera, la historia finalmente se amigó con vos. Cuando parecía que te había soltado la mano, apareció este reconocimiento con un proyecto en en el revisitás tu obra.
-Me considero una persona agradecida. Eso me lo enseñó mi madre. Es muy difícil a veces porque no tenemos ningún artefacto que nos diga en qué nos están mintiendo. Eso te lo da el tiempo. Yo a los 70 años me doy cuenta en seguida de todo y tengo el mejor público de todos. Mi público busca paz, amor, cariño, una salida y una forma de estar mejor. Yo trato de hacer lo mejor que puedo. Y la verdad es que esta segunda parte de Lebón & Co está muy buena. Cuando escuché la versión de Antonio Carmona del tema que le mandé (se refiere a “Mi despedida”), desde ese día no puedo parar de llorar. Es hermosa.
-¿De quién fue la idea de exorcizar estos temas? ¿Cómo fue volver a encontrarte con estas canciones tuyas?
-Hace muchos años, Santana empezó a invitar a cantantes conocidos para hacer temas juntos. Y me gustó esa idea. Más allá de lo propiamente discográfico, la intención era que se pudieran hacer colaboraciones con gente conocida. Eso es muy bonito porque es muy de hermandad. Después de mucho tiempo de pensarlo, se me ocurrió a mí llevarlo cabo. Le dije a mí señora, quien también es mi mánager: “¿Qué te parece hacer un disco con invitados?”. Cuando hice mi primera grabación como solista (titulado igual que el músico y publicado en 1973, muy en sintonía con la estética rockera y blusera de Johnny Winter), los discos no tenían buen sonido y todo eso. Así que versionar esas canciones, al igual que las de Seru Giran, funcionó muy bien. Estoy muy feliz. El sello con el que estoy me trató hermosamente, me dio una mano increíble. No tengo palabras para los músicos de la banda. Son unos genios todos. El productor de los dos discos, Gabriel Pedernera, también es un genio y un divino. Tampoco tengo palabras para los invitados que están en el disco. De verdad me emociono porque no sabía que me querían tanto.
-Si la curaduría de las canciones y de los invitados del primer volumen tiene una intención más familiar, el nuevo Lebón & Co es más abarcativo en cuanto a géneros y colaboradores. ¿Quién se quedó afuera de la lista de duetos que tenías en mente?
-Me hubiera gustado que estuvieran Eric Clapton y Paul McCartney. Al igual que ellos dos, también son divinos los músicos que participan en el álbum. Estoy muy enamorado de Latinoamérica, del idioma español y de otra forma de trabajar. Con lo que se puede. Por eso se hace de corazón. Tengo una hija en Italia y cada vez que voy a visitarla extraño mucho a la Argentina. A pesar de todas las cosas que pasan. Soy argentino, conozco bien al argentino, y lo lindo es que la música a nuestro país le está haciendo muy bien. Porque lo calma. La gente está muy nerviosa y con muchos problemas, pero al momento de encontrarse con la música lo hace como si fuera a pedir un remedio. Dame, dame, dame.
Con el aliciente de haber recibido por primera vez en 2020 el Gardel de Oro por la primera parte de Lebón & Co, la secuela es todavía más ambiciosa y variopinta. De hecho, tiene dos temas más que su antecesor. Si Skay Beilison aporta su tempramento sonoro en “Ese tren”, Abel Pintos es cómplice de una fabulosa versión de “El trigre y el dragón”. Fabiana Cantilo se prestó para recrear “En la vereda del sol”, en tanto que Soledad aparece en “San Francisco y el lobo”. Antonio Carmona y Juanes son los artistas internacionales de este repertorio. Al lado del español, David Lebón le da un giro emotivo a “Mi despedida”, mientras que con el colombiano la groovea en “Creo que me suelto”. Conociendo Rusia representa a la nueva generación de artistas locales en “Tiempo sin sueños”, y con Charly García rescata un tema del disco Serú ‘92: “Nos veremos otra vez”.
-¿Cómo fue la selección del repertorio en esta ocasión?
Fue difícil y a la vez no. Lo que hice fue mirar para atrás. Y fue lo mejor, porque me sentí como un músico que va a gabar un disco y nada más. No me metí en la producción, ni en el sonido, ni en nada. Eso se lo dejé al productor. Descansé, toqué cuando quise, y canté cuando tenía ganas. Fue hermoso. Los dos discos, la verdad, los disfruté como nunca lo había hecho.
-Tomando en cuenta que hubo una pandemia de por medio, ¿cuánto te llevó este disco?
-Al igual que el primero, el nuevo tardó bastante. Cuando tenés invitados, a veces hay que esperar a que vengan de gira para que pongan su voz o la guitarra. Capaz los agarrás trabajando y no pueden hacerlo en ese momento. Tengo paciencia y el sello también.
-Repensar un tema perfecto como “Seminare” no debe haber sido fácil. ¿Cómo fue la simbiosis con Diego Torres para lograr esta revisión?
-Hace muchos años grabé con la madre de Dieguito Torres el tema “El tiempo es veloz”. Recuerdo que él estaba jovencito. Fue en la época de La banda del Golden Rocket. Ya de chiquito era muy simpático y me cayó muy bien. Luego él empezó a trabajar para afuera y no llegamos a conocernos. Lo que pasó con Diego, Antonio, Juanes y un montón de gente que no conocía no sé cómo explicarlo. Me gusta hablar personalmente con los músicos y no a través de managers. Yo no sabía que era tan conocido en otros lugares. Y la verdad es que tuvieron la mejor comigo, tuvieron un respeto increíble. Me emociona. Pensé que me conocían acá y nada más. Veo que me equivoqué.
-¿Qué tal estuvo el reencuentro con Charly?
-Fue hermoso. No tengo palabras. Fue hermoso porque él quería hacerlo y yo quería que él estuviera en el disco. No quería molestarlo, pero nos amamos mucho los dos. Somos muy amigos y no somos mentirosos entre nosotros. Si bien él tiene su estudio, quiso venir al mío. Con su ayudante, se tomó un auto y se vino al estudio. Se preparó y pusimos su teclado. Tocamos súper lindo, cantamos súper lindo también. Luego me quedé con él toda la tarde. Al momento de trabajar, me hizo acordar mucho a Seru. Fue muy emocionante.
-Dato aparte fue el tema que hiciste con tu hija Nayla, que originalmente le dedicaste en 1980.
-Ella vive en Uruguay y es cantante lírica. No canta así normal. Y lo hizo muy lindo en el disco. Lo loco es que Hugo Fattoruso dijo que sí para hacer ese tema. Si yo no tocaba con él alguna vez, me iba a ir muy triste de este planeta. Mi hija también hace tortas y brownies, y le llevó a él un montón de esa comida. Dijo que aceptó la invitación porque todo lo que comimos estaba muy rico. Como siempre voy a Uruguay, nos encontramos. Es una persona maravillosa, un ser con una humildad impresionante. Y además lo aman en todo el mundo. Es impresionante cómo lo adoran en Japón y Estados Unidos. Él de verdad es un capo. A veces uno no es conocido en su país, pero en Uruguay lo aman. Toca mucho por allá. Camina por las calles y es como yo acá. Me quieren y puedo andar tranquilo por eso. Nadie me va a matar. Espero...
-¿Habrá tercer volumen de Lebón & Co?
-Hay dos cosas que quiero hacer: un próximo disco de canciones nuevas en castellano, y otro en inglés. Aunque ese disco será de temas que me gustaban de chico durante los años que viví en Estados Unidos.