Manifestantes anticapitalistas sembraron el caos ayer en la ciudad alemana de Hamburgo, que alberga la cumbre del G20, incendiando vehículos, lanzando bengalas contra helicópteros de la policía y bloqueando a la primera dama estadounidense, Melania Trump, en su residencia.
Cientos de activistas de izquierda radical forzaron a la esposa del presidente estadounidense, Donald Trump, a cancelar su programa. La policía de Hamburgo tuvo que pedir refuerzos de otras partes de Alemania, mientras que la canciller alemana, Angela Merkel, señaló que las manifestaciones violentas eran “inaceptables”. Merkel, anfitriona del G20, afirmó que ella entendía a los manifestantes pacíficos pero que las protestas violentas, que “ponen vidas en peligro”, son “inaceptables”.
Antes del concierto programado para anoche en la Filarmónica del Elba, al que debían acudir los mandatarios y sus cónyuges, los manifestantes trataron de bloquear los accesos a la sala de conciertos. A las 17:15, hora local, unos 500 manifestantes, muchos del grupo Attac, emergieron por las calles
aledañas y se concentraron a unos 400 metros del resplandeciente edificio, rodeado de agua. Un cordón policial protegía la única calle que desemboca en el puente de acceso al auditorio, de reciente construcción. Al final, fueron dispersados por la policía, que tenía sus cañones de agua listos para disparar, y los mandatarios pudieron llegar al sitio.
En la víspera de la cumbre de los líderes de las 20 primeras economías del mundo, la protesta que llevaron a cabo unas 12.000 personas degeneró en violencia. Los disturbios empezaron poco después de que arrancara la marcha, cuando las fuerzas de seguridad observaron la presencia de un millar de encapuchados mezclados en la manifestación “Welcome to Hell” (“Bienvenido al infierno”). Repetidamente se les conminó a que se descubrieran el rostro, pero visto que ignoraban esas advertencias los antidisturbios detuvieron la manifestación y dispersaron a los alborotadores con cañones de agua y gases lacrimógenos. En la marcha participaban unos 12.000 manifestantes, que aspiraban a llegar a 300 metros del centro de congresos.
Los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes duraron horas en las calles de la segunda ciudad Alemania, dejando 160 policías heridos,y 70 detenidos. No se sabía cuántos manifestantes resultaron heridos. Andreas Blechschmidt, uno de los organizadores de las manifestaciones, criticó una respuesta “masiva” y exagerada por parte de la policía, que echó mano de las porras.
“La policía debería haber reaccionado proporcionalmente. No era necesario. Mucha gente resultó herida”, declaró Blechschmidt a la cadena N-TV. Unas 30 personas fueron arrestadas. “La guerra, el cambio climático, la explotación son el resultado del sistema capitalista que el G-20 apoya y que 20.000 policías están defendiendo aquí”, afirmó Georg Ismail, quien participó en la protesta.
Los altercados comenzaron ayer temprano cuando grupos de manifestantes, bien organizados, trataron de bloquear el acceso al recinto del encuentro a las delegaciones oficiales. Y consiguieron ralentizar los cortejos diplomáticos que intentaban abrirse camino en medio de la agitación, y de paso perturbar un poco el inicio de las negociaciones del G-20.
La policía de Hamburgo informó en la mañana de ayer que se había detectado la presencia de objetos sobre las vías en una estación de tren, lo que afectó el tránsito de algunos ferrocarriles. Las fuentes policiales indicaron que durante toda la noche se habían observado en varios puntos de la ciudad a grupos de personas que pretendían proseguir con las protestas registradas el jueves hasta pasada la medianoche, mientras que en el barrio de Altona fueron incendiados varios automóviles, muchos de la policía y nubes de humo negro cubrieron parte del centro de Hamburgo y del barrio cercano de Altona a inicios de la mañana.
La policía, que vigilaba el lugar con media docena de helicópteros, atajó rápidamente la movilización con sus agentes antidisturbios, cañones de agua y gases lacrimógenos. Según Benjamin Laub, de 53 años, su barrio se asemeja a una zona “en estado de excepción” desde hace días.
“Hace ya una semana que se escuchan helicópteros constantemente, los buses están detenidos, la gente deja sus automóviles estacionados en sus casas y, por primera vez en Alemana, me llevo mi pasaporte cuando salgo” debido a los controles policiales, se quejó. En cambio, Markus Munch, de 48 años, no mostró mucha simpatía por esos “idiotas” que se estaban manifestando. “Es una catástrofe total que una minoría pueda provocar un altercado así”, declaró Munch. “Esos idiotas no tienen nada mejor que hacer que manifestarse. Tienen que sacarlos de aquí”.
“Con 200 personas hemos mostrado a millones que es posible llevar la protesta a las calles, que no debemos aceptar todo lo que viene de arriba”’, declaró sin embargo uno de los manifestantes, que no quiere dar su nombre por temor a las represalias de la policía. “Y creo que hemos dado a conocer un mensaje bastante bueno: que es posible protestar y que uno no tiene porqué tener miedo de la policía”, afirmó.
Las autoridades han dispuesto un operativo de unos 19.000 agentes para preservar el orden durante la cumbre, en que la canciller Angela Merkel recibe en su calidad de anfitriona del grupo a los líderes de los veinte potencias industriales y países emergentes.