El sinceramiento brutal de Mauricio Macri sobre la Argentina de fracasados no alcanzó a ocultar dos desbarres del oficialismo con la represión a los mapuches en el sur y a los hinchas de Gimnasia en La Plata. Dos escenarios: uno donde se desprecia a los que se quiere gobernar y otro donde el que gobierna transgrede sus principios. El que sigue a Macri se congratula con ese desprecio porque cree que no le alcanza. Pero el que votó al Frente de Todos se ve ensanguchado entre dos alternativas que detesta.
Al gobierno se le escapó la tortuga o alguien le abrió la puerta. La represión a los mapuches fue una sobreactuación presionada por la campaña de los medios que echan leña al conflicto de tierras. Y también por los otros propietarios que temen que reclamen sus tierras. Es real que existe un conflicto pero hay una ley que encuadra ese tipo de diferencias.
Sea quien fuere el que tenga razón en ese conflicto, el desenlace con chicos abandonados en el bosque, siete mujeres presas, y cuatro de ellas trasladadas en forma irregular a Buenos Aires, a cientos de kilómetros de sus hogares, no parece la mejor forma de solucionarlo. La justicia y el gobierno provincial hicieron un abordaje demagógico ante el silencio del gobierno nacional que aportó las fuerzas de seguridad.
La represión como camino elegido para afrontar el conflicto provocó la renuncia de Elizabeth Gómez Alcorta, la ministra de las Mujeres y Diversidades, porque “la forma como se desalojó a mujeres y niños de la comunidad Lafken Winkul Mapu, con participación de fuerzas federales, me resulta incompatible con los valores que defiendo como proyecto político”.
La carta de renuncia es más larga, pero la frase que se reproduce sintetiza lo que sintieron muchos de los que votaron a este gobierno. La represión de un conflicto es incompatible con los valores del proyecto político que se votó. La represión y el maltrato a las mujeres provocó la reacción crítica de los organismos de derechos humanos.
Y también logró la confluencia de los distintos sectores y agrupamientos que representan a los mapuches en el Parlamento Mapuche para criticar al gobierno. “Estamos dispuestos a dialogar, --dijo Orlando Carriqueo, el coordinador del Parlamento Mapuche de Río Negro--, queremos que valoren eso, si el Estado no lo hace es porque busca el conflicto”.
Los reclamos de tierra por parte de los pueblos originarios tienen mala prensa en la Capital Federal y en los distritos donde se producen. Es prácticamente una esencia atávica la defensa de los intereses de los poderosos en temas relacionados con la tierra. Se tergiversan los reclamos, se los califica de “falsos indígenas” o se los acusa de atentar contra la unidad del territorio nacional y se generalizan posiciones cuando en el universo de pueblos originarios se desenvuelven muchas corrientes.
Para algunos, los movimientos populares deberían dejar de lado los reclamos de minorías como los pueblos originarios y centrarse en los reclamos generales relacionados sobre todo sobre las cuestiones laborales y salariales. Otras veces los reclamos de pueblos originarios, o cuestiones de derechos humanos o relacionadas con políticas de género han sido manipuladas por las grandes potencias para jaquear a gobiernos populares. Algunas veces con razón. Y otras veces se han tomado estas agendas para tapar las fallas de fondo que generan injusticias y desigualdad.
Algunos análisis achacan al tema mapuche parte del motivo por el rechazo a la reforma de la Constitución en Chile. Y toman lo pluricultural como una mala palabra. En los temas relacionados con la tierra, el sentido común hegemónico es el del patrón de estancia y el peón sometido. Es el mensaje que hegemoniza la información de los medios corporativos cuando se refieren a los mapuches, a las retenciones o a Vicentín.
La salida a estas situaciones no es abandonar esos reclamos, sino tomarlos como parte de los reclamos del conjunto, englobados en una nación y un pueblo que han resultado de múltiples vertientes étnicas y culturales. Son reclamos de minorías que mejoran al conjunto. Como parte del pueblo argentino, los pueblos originarios tienen un espacio legítimo en el movimiento nacional y popular, con el respeto a su propia lengua y sus costumbres y tradiciones. Ese bagaje tan rico forma parte del acervo argentino.
La represión a los mapuches en Villa Mascardi fue pocas horas antes de la violencia desatada en La Plata, antes del partido entre Gimnasia y Boca. Hay toda clase de versiones sobre la forma como la policía comenzó a disparar gases y balas de goma sobre los hinchas.
El periodista Gabriel Fernández, cuyo relato se multiplicó en las redes, señala: “hice la cola con miles de personas, incluídas familias con pibes muy chicos, para ingresar al estadio. La policía empezó a disparar balas de goma sin que nadie, nadie, nadie, hiciera nada en su contra (...)La cantidad de balas disparadas era gigantesca, al punto que me disuadió de correrme hacia otra puerta de ingreso. Pero allí, además de balas disparaban gases”.
Para Fernández, se trató de una encerrona de la bonaerense para perjudicar al gobernador Axel Kicillof. Y aunque Sergio Berni dijo que habían reprimido un enfrentamiento entre barras bravas, el periodista afirma que la de Gimnasia ya estaba adentro y la de Boca no estaba. También se dijo que el club había sobrevendido entradas lo que habría provocado los desórdenes. Pero el testimonio de Gabriel Fernández desmiente incluso que se hubieran producido.
El gobernador Kicillof es uno de los políticos que tiene mejor imagen a nivel nacional por lo que se ha convertido en blanco de los ataques de Juntos por el Cambio sin que, hasta ahora, tuvieran demasiado éxito. La bonaerense es una de las fuerzas armadas más grandes de este país y tiene antecedentes de operaciones políticas. La designación de Sergio Berni como ministro de Seguridad al frente de la institución policial más compleja del país fue para garantizar su encuadramiento orgánico. Que la represión haya sido un operativo para perjudicar al gobernador, significa que hubo un desborde que superó al médico militar.
Kicillof criticó duramente la violencia del operativo policial. Berni dijo que su renuncia estaba siempre a disposición del gobernador y que los responsables de la represión van a ser echados de la policía. No sería de extrañar que a medida que se avance hacia las elecciones se repitan estos hechos en la provincia que constituye el distrito electoral más importante del país y donde el Frente de Todos tiene un candidato que mide bien.
Casi al mismo tiempo que en el Frente de Todos era manifiesto el malhumor y ciertas sombras de desilusión por la represión en Río Negro y en La Plata, Mauricio Macri, que ya había sugerido en broma que la solución al calentamiento global era el intercambio de parejas, agregó en España y también ante las cámaras de televisión que “la Argentina debe ser la sociedad más fracasada de los últimos 70 años”. El pensamiento descarnado de Macri revela que desprecia a los argentinos porque son fracasados y como él no lo es, quiere gobernarlos para sacarlos de ese fracaso.
En una escena complicada para el Frente de Todos, Macri abre la boca y cierra las rutas de fuga. Pero no evita el debate intenso en su interior. En lo que resta de este año y el próximo, el derrotero hacia las elecciones estará marcado por una fuerte polémica dentro del Frente de Todos, si además de la inflación que no cede, se le agregan episodios de represión.