Una modificación en el Código Alimentario Nacional habilitará en las próximas semanas la utilización de técnicas radioactivas en más tipos de alimentos de los actualmente permitidos. En adelante, la irradación estará permitida para las carnes bovina, porcina y caprina, los pescados y mariscos, las frutas, los vegetales, los cereales y las harinas, según confirmaron fuentes de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). Esta técnica está contemplada en el Código Alimentario Argentino (CAA) desde 1988 para la papa, los ajos, las cebollas, los espárragos, las frutillas, las especias, los condimentos vegetales desecados y hongos de cultivo. Expertos y expertas de distintas áreas relacionadas a la alimentación sostuvieron diferentes posturas respecto a esta técnica.
“La irradiación de alimentos se basa en el uso de radiación para bajar la carga microbiana que traen los alimentos, lo cual les genera una mayor vida útil. Es importante que se entienda que no incorpora material radiactivo al alimento, sino que es como hacerle una radiografía. En ese sentido es muy distinto al uso de pesticidas”, aseguró en diálogo con PáginaI12 Mariana Koppmann, autora del libro Cazabacterias en la cocina y especialista en Calidad e Inocuidad de los Alimentos. Koppmann explicó, además, que “se aplica desde hace mucho tiempo y es totalmente seguro siempre que las dosis de radiación sean las adecuadas. De lo contrario, se puede generar algún componente en el alimento que a largo plazo puede ser malo, pero de todas formas en una proporción muy baja”.
La especialista recordó que en Argentina, “se usa hace muchísimos años para las especias, pero no en la venta minorista, sino en las que se usan, por ejemplo, para hacer salamines. También se usa en las papas para evitar la brotación”. “En algunos lugares la implementación de esta técnica tuvo resistencia, como por ejemplo en Estados Unidos. Por eso su uso se tiene que aclarar en la etiqueta del envase. De todas formas, en ese país se usa en los alimentos de los hogares de ancianos para que la comida tenga menos riesgos”, añadió Koppmann.
En Argentina, una vez publicados los cambios en el Boletín Oficial, los productores podrán aplicar la irradiación pero, al igual que en Estados Unidos, deberán indicarlo con un rótulo que advierta “Alimento tratado con energía ionizante” o “Contiene componentes tratados con energía ionizante”, según corresponda. Ese rótulo también deberá incluir el logotipo recomendado por el Comité de Etiquetado de Alimentos del Codex Alimentarius (logo de Radura).
En la misma línea que Koppmann, la gerenta de Aplicaciones y Tecnologías de las Radiaciones de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Celina Horak, sostuvo que esta técnica “no sólo prolonga la conservación del alimento, sino que también actúa en forma eficaz para la eliminación de agentes patógenos, es decir causantes de enfermedades, como la escherischia coli, salmonella, cólera, listeriosis, etc”. “La radiación en alimentos posee más de 60 años de investigación y, como justamente involucra radiaciones y se sabe los temores que esto genera, ha sido sumamente estudiada por distintos organismos internacionales y comités de expertos en los cuales se investigó hasta el más mínimo detalle para determinar su seguridad”, detalló Horak.
Por su parte, Adriana Contarini, licenciada en tecnología de alimentos e integrante de la Cátedra de Soberanía Alimentaria de la carrera de Nutrición de la Facultad de Medicina de la UBA, advirtió que “es importante pensar cuál es el verdadero objetivo”. “Siempre que se utiliza un método de conservación el argumento es superar la estacionalidad de los productos; sin embargo, pareciera ser que prima el aspecto comercial que es el aumento de la rentabilidad del productor”. “Cuando se alarga la ‘vida útil’ de un alimento hay una consecuencia. Cuanto mayor es el tiempo que pasa desde la cosecha o bien desde el sacrificio del animal, menor será la cantidad de nutrientes que se hayan conservado”, añadió.