En la semana en la que se conocerá la inflación del INDEC correspondiente al mes de septiembre, quedó probado que más allá de que el Gobierno crea que el alza de precios es un fenómeno multicausal, vino trabajando en una especie de torniquete político al poder económico para intentar lograr resultados concretos ante remarcaciones sin justificación lógica. Hay hitos sueltos que dan algunas señales de que poner en orden a los formadores de precios puede redundar en mejores condiciones. Todo mientras en la Casa Rosada no descartan que el número de inflación de septiembre se inicie con 6 y no con 7, lo que todos pronostican, públicos y privados.
El jueves último, la Secretaría de Comercio Interior cerró con 81 empresas líderes la renovación de Precios Cuidados, un programa de valores de referencia que se creó cuando Axel Kicillof era ministro de Economía de Cristina Kirchner y Augusto Costa, el secretario de Comercio. En el marco de una inflación disparada, hubo tres acontecimientos que marcaron que las empresas acepten aumentos -en lo que queda del año- que representan la mitad del IPC del INDEC. El primer gesto, la aparición del ministro de Economía, Sergio Massa, en la mesa de las negociaciones. El segundo, las gestiones de la secretaría de Comercio que conduce Matías Tombolini de aclararles a los privados que el pedido del ministro era una suba menor a la inflación o nada. Algunas empresas, las grandes que se nuclean en la Coordinadora de Productores de Alimentos (Copal), salieron luego de eso a operar que el Gobierno quería un congelamiento de precios total.
Y la tercera pata que logró una suba menor a la inflación, pero es sintomática del peso de la política en las decisiones económicas, fue el mensaje público en Twitter que dio CFK semanas atrás. La vicepresidenta se quejó, en base a informes que ella maneja, de que los márgenes de ganancia de las empresas están muy por sobre la inflación y desfasados de otros indicadores. Según supo Página/12, esos datos se colaron en la discusión con las empresas y se sumaron a las herramientas anteriores que cambiaron el tono de la discusión, dado que las empresas pedían mucho más incremento sin entrar en razones.
Los mensajes de la vice se basaron en diferentes informes, entre ellos el de márgenes brutos que publica el INDEC y otro del instituto privado IAEF, que lejos está de ser un polo progresista de debate económico. Massa, que fue uno de los mayores impulsores de normas micro como la Ley de Góndolas, puso varias veces sobre la mesa que la tasa de acumulación va más rápido que los salarios. Esa premisa, que parece muy técnica, se explica fácil diciendo que el síntoma sólo se puede dar si las empresas están ganando más.
Lo que se cuenta aquí es una gestualidad nueva de un hecho puntual que no resuelve la inflación desatada ni la carencia distributiva de la Argentina, pero sí expone una manera más efectiva de negociar. Otro dato: diferentes funcionarios del Gobierno hablaron con la Copal, que conduce Daniel Funes de Rioja, y les dijeron que, si quieren dólares para importar, “que se pongan las pilas con los precios” porque en el proceso de nueva administración del comercio exterior se consideran todas las variables. En síntesis, si exigen divisas, cumplan o se cierra el grifo. Por supuesto que las fuerzas a medirse son disímiles y el Gobierno, en casi tres cuartos de gestión, ha demostrado escasa muñeca para controlar especuladores.
Del 10 al 3 por ciento
La suba promedio ponderada de Precios Cuidados para octubre es de 3,3 por ciento y para el acumulado de acá a fin de año, del 12. ¿Cómo se explica, si no es a través de un esbozo de negociación más dura, que las mismas empresas que mandaron listas con subas de hasta 20 puntos, hayan aceptado aumentos mínimos y por productos de primera línea?
Algunos casos: volvió la Coca Cola etiqueta roja, la más consumida del mercado; se sumaron las dos marcas de bizcochos líderes (Don Satur y 9 de Oro). Esas dos no sólo se llevan casi el 100 por ciento del mercado del rubro, sino que la segunda no estaba en Cuidados y la produce Molino Cañuelas, la firma del empresario Aldo Navilli, el “señor del pan”, dado que monopoliza buena parte de la producción de derivados de la harina. La empresa venía con remarcaciones muy fuertes.
Lo mismo pasa con la leche en sachet La Serenísima, que se lleva el 50 del consumo total y acepta una suba de 3 puntos con una inflación del doble. Esa empresa, de Mastellone, había mandado el lunes último listas rebotadas con subas superiores al 10 por ciento. Mastellone, que está asociada desde algunos años a Arcor, es una de las empresas que recompuso ganancias y salió de los números rojos de la era Macri. Arcor, de los Pagani, también: en la era Cambiemos tuvo, por primera vez desde 2001-2002 balances en rojo. Hoy reporta ganancias, aún en un contexto complejo.
Vigilar, controlar y el IPC de septiembre
Precios Cuidados opera en los grandes supermercados nucleados en la Asociación de Supermercados Unidos (ASU). Es decir, alcanza sólo al 25 por ciento del consumo total de la Argentina (unos 3000 comercios en todo el país). En los tiempos de Costa fue muy importante el programa porque llegó a tener niveles muy altos de demanda: según los híper, en su mejor momento, representaba un cuarto de la facturación diaria del sector. Hoy está lejos de eso, pero el número muestra que, si se hace bien, es efectivo.
¿Qué es que se haga bien? Que se promocione (en su momento se invirtió fuerte en promoción y se usó el Fútbol para Todos para informarlo), se negoció con los supermercados para que los expusieran visible y en punta de góndola; pero sobre todo se controló fuerte el abastecimiento. Es que, si no hay controles, por más que las empresas firmen subas del 3, si no se encuentra producto es casi testimonial. “Octubre va a ser un mes con controles durísimos”, avisan en el Gobierno. Se refieren a que a los inspectores habituales se sumará un acuerdo con la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires para monitorear “cumplimiento de los precios y abastecimiento”. Así, se verá en la cancha si el Gobierno es capaz, no sólo de controlar, sino de sancionar si no se cumplen las promesas. Un empresario del sector agroexportador, el ceo de la multinacional china Syngenta, Antonio Aracre, sorprendió sugiriendo una forma clave para controlar precios y abastecimiento. En diálogo con IP Noticias, pidió que se penalice con el 1 por ciento de su facturación a las empresas que no cumplen los acuerdos de precios.
El caso de Cuidados y la mano política es una anécdota visible en la final del mundo que se juegan el Gobierno, el Frente de Todos de cara al 2023 y, en particular, Massa, que ordenó la crisis general, pero tiene en los precios un talón de Aquiles. El desafío es domar el precio de los alimentos, que se cubren en parte con Cuidados pero siguen desbordados (como detalló la semana pasada este diario), en los comercios barriales y chinos, donde compran 8 de cada 10 argentinos y las empresas recomponen márgenes récord. Hay en ese frente un inicio de trabajo que incluye a los distribuidores, mayoristas y precios de salida de fábrica, pero muy incipiente.
Todo esto se da mientras en el Gobierno especulan con que el número de inflación de septiembre podría ser menor a 7 por ciento, que es lo que vienen pronosticando las consultoras privadas. Para Massa, más allá de que cualquier inflación superior a los dos puntos es anti natural, importa el camino y la desaceleración. Si ocurre esto que afirman en la Rosada, habría un julio de 7,4 (el mes de la crisis por la salida de Martín Guzmán), un agosto de 7 y un septiembre también más bajo. Se juega mucho el ministro en ese mes, dado que la inflación del 100 por ciento está casi jugada, pero no es lo mismo llegar a fin de año más cerca de los 5 puntos que de los 7 sostenidos. En su entorno sigue sosteniendo que es posible una estabilización de la inflación en un 4 por ciento para febrero del año próximo.
Los menos esperanzados con una baja apuntan, de todos modos, que hay que mirar qué pasa con otros rubros que no son alimentos, dado que el IPC es un promedio de diferentes sectores. Un ejemplo: se espera, en septiembre, de nuevo precios muy al alza en textiles, a pesar del compromiso del sector de no aumentar más que la inflación. Habrá que esperar para ver cuál de las teorías termina haciéndose realidad.