En un período de diez días aparecieron 15 ballenas muertas en el Golfo Nuevo de Península Valdés, al noroeste de Chubut. Los investigadores del Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral (PMSBFA) continúan tomando muestras de los animales. Trabajan sobre la hipótesis que conecta a las muertes con la intoxicación por floraciones algales nocivas --el fenómeno se denomina "marea roja"--. La problemática ocurrió en la previa del fin de semana largo más importante para el turismo en la región, pero no afectó al sector. Autoridades provinciales informaron que las unidades de toxinas en la zona descendieron, pero no se puede prever cómo continuará la situación.

Es habitual que mueran ballenas en la Península: alrededor de 40 fallecen por año. "En un golfo donde tenemos gran concentración de animales --este año tuvimos 1400-- es lógico que aparezcan algunos muertos. Lo que llamó la atención en esta oportunidad es que aparecieron ballenas adultas, todas juntas, en un corto período de tiempo. Generalmente lo que más encontramos son juveniles, ballenatos, que es más fácil que mueran porque están en un período mucho más sensible", explica a Página/12 Víctor Fratto, consultor ambiental y rescatista de fauna, exsubsecretario de Conservación y Areas Protegidas de la provincia.

La investigación

Los investigadores del Programa --iniciativa no gubernamental llevada adelante por el Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) y la Universidad de California (ver abajo)-- difundieron la muerte de 15 "individuos adultos y juveniles" de ballena franca austral (eubalaena australis). La primera fue hallada el 24 de septiembre en proximidades de Punta Pardelas, a pocos kilómetros de Puerto Pirámides. Otras aparecieron en la zona del área protegida El Doradillo y en Cerro Avanzado (Puerto Madryn). "Las primeras 72 horas fueron las más importantes porque aparecieron siete", cuenta a este diario Fernando Bersano, director de Fauna de Chubut. El director científico del ICB, Mariano Sironi, indica que no se descarta que "puedan sumarse otros casos en los próximos días". "Hasta que las ballenas no se vayan del área no se puede decir que no aparecerán más. Y si la que muere es una madre que está dando de mamar es probable que el lactante también fallezca, lamentablemente", completa Mariano Coscarella, investigador del Laboratorio de Mamíferos Marinos y del Centro para el Estudio de Sistemas Marinos, ambas áreas del Centro Nacional Patagónico (Cenpat-Conicet), que también interviene en la investigación.

“Las ballenas que examinamos hasta ahora se encontraron en buen estado general, con condición corporal excelente, presentando un correcto espesor en su capa de grasa y abundante presencia de grasa en cavidad abdominal y en diferentes tejidos internos. En varias pudimos constatar la presencia de contenido en el aparato digestivo, indicando su alimentación previa a la muerte. Ningún ejemplar presentó evidencias de lesiones anormales ni heridas traumáticas recientes que expliquen su muerte", describió Agustina Donini, coordinadora de campo del PMSBFA, en el último comunicado del ICB.

Si bien las aguas de Península Valdés son zona de cría y reproducción, las ballenas también se alimentan allí, fundamentalmente cuando inicia la primavera. La hipótesis es que, al alimentarse del zooplancton, ingirieron biotoxinas y murieron intoxicadas. Además de que no presentaban signos de enmallamientos o colisiones, sucede que se detectaron niveles muy elevados de biotoxinas en muestras de plancton y bivalvos del lugar. Las muestras de órganos, tejidos y fluidos de los animales ya han sido preprocesadas y serán analizadas por especialistas del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), en Mar del Plata. Los resultados se conocerán "en un plazo estimado de un par de semanas", dice el comunicado.

Todas las ballenas que aparecen en zonas de acceso público son retiradas con un barco de Prefectura Naval y trasladadas hacia una playa donde se les hacen las necropsias (estudios post-mortem), lejos de la gente por una cuestión de salud pública. "Después van a estar con el vaivén de las olas. En algún momento estarán enterradas en la playa, si hay un mar fuerte se van a meter adentro... van a seguir el ciclo natural que seguiría cualquier ballena que muere, que además es una biomasa importantísima de alimento del cual van a comer varias especies durante años. Incluso, debajo del agua hasta se van a formar arrecifes con los huesos", describe Fratto. Coscarella da detalles de la tarea científica: "Las horas son arduas, el muestreo es muy problemático porque hay que trasladar animales muy grandes. Las necropsias demoran muchas horas y son bastante cansadoras. No siempre se puede llegar a tiempo, porque los animales quizá no pueden ser encontrados fácilmente, algunos vararon en zonas alejadas".


Marea roja

Por su parte, Bersano aclara que el drama no generó la suspensión de "actividad alguna" y que hay "ocupación turística del 100 por ciento" (ver abajo). Informó, además, que bajaron las unidades de toxina.

De acuerdo al Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), la marea roja es un fenómeno que se produce cuando se concentra un número extraordinario de microorganismos productores de toxinas en el mar junto con determinados factores del medio ambiente --temperatura, luz, pH, disponibilidad de ciertos nutrientes y salinidad, entre otros-- que se tornan favorables para su multiplicación. Estos microorganismos producen toxinas que envenenan a peces, mariscos y mamíferos.

La cantidad de toxinas que hay en el mar se mide por "unidades ratón". Cuando fueron encontradas las ballenas muertas este indicador estaba en 14 mil, según puntualiza Fratto. "Con 400 unidades ratón ya se veda (para la comunidad) el consumo de moluscos, bivalvos y gasterópodos", grafica, para dar una idea del escenario. Estos días, la Secretaría de Pesca de Chubut emitió un alerta para que nadie extraiga ni recolecte moluscos, bivalvos y caracoles de las zonas vedadas, ya que "su cocción no elimina la toxina" y el consumo "puede ser letal". 

Ya el jueves, Bersato daba a conocer un giro en la situación de las aguas. "Los valores bajaron de 18 mil unidades a 2790. Esto nos lleva a pensar que esta floración está terminando. Lo optimista es pensar en la finalización del ciclo. Pero que bajen los valores no quiere decir que no vuelva a suceder: si las algas encuentran condiciones óptimas de multiplicación el ciclo vuelve a iniciar. Lo que no se puede predecir es si van a tener o no ese nivel de toxina", explica.

"La ballena no come moluscos, pero cuando viene acá tiene una dieta ocasional de pequeños invertebrados que están flotando en el agua. El tema es que mientras va filtrando para comérselos también filtra a estas microalgas productoras de la toxina. Ese es el mecanismo por el cual se podrían haber intoxicado", describe Fratto. "Marea roja tenemos todos los años, con más o menos concentración. La que tenemos hoy en el Golfo Nuevo la hemos tenido otros años. Este, la marea roja se dio justo en un momento en el cual las ballenas empezaron a comer con el hambre que tenían después de haber parido y amamantado a los cachorros. En otros momentos hemos tenido marea roja más cerca del verano. Este año tuvimos una marea roja con todas las ballenas acá y con un número de unidades ratón bastante elevado. Se dio esa coincidencia", añade el especialista. 

Las ballenas suelen morir "de viejas o de enfermas, y por malnutrición en caso de los ballenatos, que también se ahogan por tormentas". No obstante, el último comunicado del PMSBFA detalla que las ballenas de Península Valdés se ven expuestas regularmente a las toxinas y que se han documentado evidencias en tejidos recolectados en 2004 y 2012. En 2021 murieron 20 animales, entre ellos 13 adultos, por causas que no están claras: "Muchos cuerpos ya estaban muy descompuestos y las muestras que pudimos recolectar eran difíciles de analizar para detectar biotoxinas", recuerda Sironi. "Pero también había altos índices de marea roja y vedas. Diría que este es el segundo suceso por este tema. La gran diferencia es que esas 20 muertes se produjeron a lo largo de tres meses. No habíamos registrado algo como lo que pasó ahora desde que comenzamos con el programa, en 2003", compara.

Actividades humanas: su influencia en la marea roja

Un sector del ambientalismo señala a la pesca contaminante y la actividad de Aluar como causantes del problema, opciones descartadas por los entrevistados para esta nota. El comunicado de los científicos es, no obstante, enfático en relación al "efecto directo" de las actividades humanas en "la ocurrencia de las floraciones algales nocivas costeras"

"Es importante tener en cuenta que el aumento en las frecuencias e intensidad de las mareas rojas es un fenómeno mundial, con impacto en actividades como la pesca, y el turismo, y también en la salud humana", sentencia Sironi. "Lo que estimula a las floraciones algales nocivas tiene que ver con fenómenos complejos como el calentamiento global. Tenemos que apuntar a detenerlo, a que la temperatura del mar no siga subiendo. Otro factor son los nutrientes que llegan de manera artificial al mar, por ejemplo por los efluentes cloacales e industriales mal tratados. Lo mismo sucede con los fertilizantes, que filtran desde los campos hacia los ríos y el mar, aportando nitrógeno, fósforo y otros elementos que las algas utilizan", amplía.

En general, la mortalidad en fauna marina afecta sobre todo a aves y tortugas. En el caso de los mamíferos, los más vulnerables son los pinnípedos, como el lobo marino de California. De acuerdo al texto del ICB, sucesos como el ocurrido en Península Valdés son "raros o poco documentados". El mayor evento registrado a la fecha afectó a más de 300 ballenas sei en el sur de Chile (2015). "Para la ciencia es importante el evento. Es importante saber de qué murieron las ballenas. Van a salir papers y papers que muchos científicos van a aprovechar", concluye Fratto. Mientras se esperan los resultados de la investigación, hay, aunque sea de momento, cierta calma al interior del mar.

El turismo, al 100 por ciento

Leticia Benítez es la presidenta de la Asociación de Agencias de Viajes y Turismo de Península Valdés. "Nos han llegado consultas de la gente queriendo interiorizarse en qué es lo que sucede con el tema de las ballenas y la marea roja. Desde el sector les hemos explicado de qué se trata. Pero no hay ningún tipo de cancelación ni nada por este tema. Todo lo contrario: la ciudad está al 100 por ciento de ocupación; no hay lugar en ningún lado", cuenta a este diario. "Al averiguar e investigar, a la gente le da tranquilidad saber que es un proceso natural dentro del Golfo y que no pasa más que eso. La única precaución es no recolectar ni consumir bivalvos ni caracoles", agrega. Dentro de la temporada, que comienza a mediados de junio y se extiende hasta los primeros días de diciembre, este fin de semana largo de octubre es "históricamente" el más importante de la ciudad en términos turísticos. En la asociación contabilizan 8500 plazas hoteleras ocupadas. También estaban a pleno ciudades vecinas, como Trelew y Puerto Pirámides. En 2019, previamente a la pandemia, habían llegado a la Península 350 mil personas. Las ballenas son las "nenas mimadas" de la región; el principal atractivo. "Estamos dentro de los números normales de ballenas muertas, pero aparecieron en un período corto de tiempo. La intriga y la preocupación vienen más de la gente de afuera", opina Benítez.

Cómo funciona el Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral

El Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral trabaja desde 2003 estudiando "cada ballena que muere en las costas de Península Valdés", define Sironi, a cargo del mismo junto a Marcela Uhart, de la Universidad de California, Davis. Veterinarios y biólogos buscan las causas de los fallecimientos en conexión con "una red de informantes" que incluye a guardaparques, guardafaunas, guías de turismo y pescadores. A los reportes de estos participantes se suman monitoreos en avión. En el campo, los especialistas hacen primero una inspección externa. Toman medidas, sacan fotos, evalúan si hay heridas; y después proceden a las necropsias: esto implica abrir a los mamíferos para comprender cuál era su estado de salud antes de la muerte. Se toman muestras "de todo tipo" --contenido intestinal, sangre, órganos en buenas condiciones, orina, etcétera-- y se analizan en laboratorios. El Programa de Adopción de Ballena Franca Austral invita a apoyar el trabajo de los investigadores, próximo a cumplir 20 años.