Empecinado en burlar las cláusulas de la muerte, el Cuchi Leguizamón no descansa. En su obra, producto del sabio equilibrio entre tradición y proyección, sigue retumbando, gozosa, una forma personal de eternidad, hecha de interminables diálogos con el presente. Entre los numerosos arreglos, adaptaciones y abordajes que desde las más variadas fuentes estilísticas se sirven de la elegancia proverbial y el natural encanto de su música, aparecen ahora una serie de afortunadísimos hallazgos que habilitan novedades para su cancionero. Cuchi inédito y recóndito, un disco doble, interpretado por el Dúo Palo Blanco --Laura Princic y Guadalupe González Táboas--, junto a una gran cantidad de músicos invitados, propone temas inéditos del gran compositor salteño, además de algunos rescates de las distracciones del tiempo.

El 21 de octubre lo presentarán en Santos Dumont 4040 y será además parte del refinado catálogo de Shagrada Medra, que el 26 de octubre a las 22 ofrecerá una escucha compartida en el espacio “La hora azul”, por el canal de YouTube del sello entrerriano.

El trabajo, de gran belleza e invalorable precio cultural, es el resultado de una larga y amorosa pesquisa y posterior reconstrucción que el músico e investigador Roberto Almeida, guitarrista de Palo Blanco, emprendió desde hace años. Su juventud en Salta y la temprana fascinación que le produjo el Dúo Salteño fueron los disparadores del creciente interés por el sonido del Cuchi. Una obra que marcó su vida de músico, y que, después de años de recolección de material y antes de ser disco, fue el motivo de su trabajo final en la Licenciatura en Música Argentina de la Universidad Nacional de San Martín, donde Almeida se graduó en 2018. “Llegó el momento de la tesis y decidí ‘aprovecharla’ para ordenar la gran cantidad de información que había ido recogiendo en tantos años. Ahí se abrieron una cantidad de análisis artísticos, poéticos y musicales sobre la obra del Cuchi”, dice Almeida a Página/12.

Así fue como encaró lo que terminó llamándose Catalogación de la Obra de Gustavo “Cuchi” Leguizamón desde 1941 a 1990: Una sistematización y ampliación de su producción musical conocida, donde ordeno cronológicamente su producción en un contexto biográfico. En ese trabajo quedaron unos treinta temas hasta entonces desconocidos, e incluso inéditos, del Cuchi. “Naturalmente, desde hacía mucho queríamos grabarlos con Palo Blanco”, continua Almeida.

Roberto Almeida, Guadalupe González Táboas y Laura Princic, de Palo Blanco

Cuestión de estilos

En su estilo, Palo Blanco refleja mucho de ese universo sonoro creado por Leguizamón para el Dúo Salteño. Esta referencia es el punto de partida para una experiencia que lleva el sonido Leguizamón más allá, con un gran despliegue de arreglos, producto de un trabajo colectivo.

“Los arreglos vocales en Palo Blanco están a cargo de Laura (Princic). Pensando en el disco ella me invitó a arreglar algunos de los temas que iban apareciendo, fruto de la investigación. Lo hice respetando el estilo del dúo, que tiene similitudes con el sonido del Dúo Salteño, pero que tiene rasgos propios, diferentes y bien definidos. Además, grabamos los arreglos vocales originales que el Cuchi hizo para el Dúo Salteño sobre ‘Zamba para mi Gata’, ‘Canción del Caballo sin Jinete’ y ‘Borrachito de la Noche’, a modo de homenaje”, explica Almeida.

“Para completar los arreglos instrumentales convocamos a amigos de la música, que tradujeran mejor el “paisaje” de cada tema. Cada uno de los músicos convocados conocen la obra y el sonido de Cuchi y lo interpretan con mucha conciencia y talento para lograr que suene cerca del ‘estilo Leguizamón’”, cuenta.

Inédito y recóndito

“Lejos”, una guarania con arreglo de Sergio Zabala, con Tiki Cantero en percusión; “Serenata desolada”, con Nadia Larcher en voz y Mariano Agustoni en piano y teclados; “Estilo de la mala memoria”, con la guitarra de Manu Navarro; “Zamba del espejo”, con el arreglo para piano de Federico Rey y la voz del mismo Cuchi recitando parte de la letra; “Coplas para el caballo que muere”, otra zamba de alta estirpe, introducida por el recitado de Emma Palermo, esposa del Cuchi. Estos son algunos de los temas que, entre el desacato armónico y el romanticismo literario, Leguizamón compuso en letra y música. Es un Leguizamón intimista y existencial; más allá de aquellos retratos profundamente humanos de personajes entrañables que supo hacer en colaboración con el poeta Manuel Castilla, en estos temas repliega sobre su universo interior.

El disco de “Inéditos”, tiene también “Trova de la Macacha”, sobre una letra de César Perdiguero, y “Chacarera de la muerte”, con letra de Manuel Castilla. “En esta chacarera pasó como con ‘Zamba del espejo’, ‘Carnavalito del Tabaco’ y el ‘Vals de los viejos amores’: yo había encontrado por un lado la música, y por el otro, la letra”, comenta Almeida. “Entonces tuve que recomponer la relación entre la melodía y las palabras, sacando datos de distintas fuentes, sobre todo de distintas grabaciones en vivo en las que el Cuchi solía a veces recitar un pedazo de la letra de lo que después tocaba en el piano. También hice transcripciones de esas interpretaciones para delimitar bien la armonía y la melodía y así poder finalmente adaptarle el texto lo más precisamente posible”, detalla el investigador sobre su paciente trabajo.

“Vidala del lloro”, con Jaques Morelenbaum en violoncello; “Canción del caballo sin jinete”, con Martín Neri en guitarra; “Vidala por Güemes”, en un arreglo para cajita musical del mismo Almeida; “Zamba para mi gata”, con Pablo Fraguela en el piano; “Zamba del último carpero”, sobre palabras de Perdiguero, con Santiago Arias en bandoneón, son algunos de los temas que están en la segunda parte del trabajo, “Recónditos”.

-- ¿Cuáles fueron las fuentes principales para reconstruir estas obras?

-- Una parte importante fueron las partituras editadas por Editorial Lagos, que pude completar con la ayuda de Juan Martín y Delfín Leguizamón, queridos amigos e hijos del Cuchi. Ellos me facilitaron manuscritos, grabaciones caseras, poemas, guiones de radio, partituras y artículos de diarios viejos, que resultaron fundamentales para la reconstrucción. Por otro lado yo junté en estos años una buena cantidad de fuentes documentales de diarios, revistas y audios raros, además de reportajes en programas de radio.

-- ¿De qué manera cuidaron el aura sonora de Leguizamón en estos discos?

-- Existen rasgos y gestos melódicos y armónicos del Cuchi que son definitivos para comprender su música. La idea en general fue ligarnos de distintas maneras a esos gestos y desde ahí rememorar su música con nuestras versiones. Los temas de Leguizamón tienen una personalidad que los identifica, y acá pasa como con una persona: si los maquillás y los vestís con otras prendas y accesorios, llega un momento en que no se reconocen, luce más todo lo accesorio que el personaje central. Por eso en cada tema tratamos de respetar introducción, melodía, armonía y letras originales. Los arreglos vocales también cumplen esas premisas que consideramos esenciales, sobre todo para mostrar este conjunto de temas Inéditos que creemos deben ser presentados lo más parecido a como fueron creados. Solo en el caso de algunos temas poco escuchados nos dimos un poco más de libertad para versionar introducciones y desarrollos de cada tema.

-- ¿Qué lugar le darías a la obra de Leguizamón, en el contexto del folklore?

-- Es un gran renovador del folklore. Sentía un gran amor y respeto por su tierra, su paisaje, su gente y sus costumbres, pero se expresaba con un espíritu crítico haciendo caso omiso a convencionalismos que le pusieran un corset a la expresión artística y la condenaran a un estancamiento. Hizo un gran aporte a nuestra música desde lo melódico, lo armónico y hasta desde la forma de las especies que abordó. Simplemente su piano se fue nutriendo de rasgos de múltiples corrientes musicales, aunque con un importante color impresionista, que aportaron elementos para la evolución de su estilo único que logra la “traducción del paisaje” de su aldea salteña, y que en gracias piano llega a ser universal.

-- ¿Creés que se valora lo suficiente la obra del Cuchi?

-- En el contexto de la música argentina todavía se le debe un mayor reconocimiento al Cuchi. Suele ser celebrado y difundido con mayor énfasis en los aniversarios, con el puñado de temas más conocidos. Pero sería importante profundizar su estilo y las razones de una obra que nunca deja de sorprender por su calidad y su belleza. Pensé mi tesis y este disco como una contribución a eso. En el mundo académico, el Cuchi es estudiado con fruición, como compositor y como pianista. Su obra es muy valorada por sus características estilísticas únicas, su ingenio melódico y su libertad armónica, que lo colocan entre lo clásico y lo contemporáneo. Es hora de que toda esa riqueza circule más por fuera de la academia.

El dúo Palo Blanco

Laura Princic y Guadalupe González Táboas formaron Palo Blanco en 2001. Dos voces claras y de gran belleza y una actitud vanguardista para el folklore distinguieron el estilo con el que, en dos discos publicados, recrearon páginas de Jorge Fandermole, Raúl Carnota, Atahualpa Yupanqui y Eduardo Falú, entre otros. Por las características del contrapunto vocal de los arreglos, descendencia directa del Dúo Salteño, Laura y Guadalupe asumen con total naturalidad el destino de hacer un trabajo integral sobre la música de Leguizamón.

“Tenemos una identidad marcada por el tipo de armonías que utilizamos en el dúo. Cuando empezamos, mis arreglos sonaban a Dúo Salteño, aunque abordábamos otros autores. A partir del trabajo de Roberto (Almeida) sobre la catalogación de la obra completa de Leguizamón, nos propusimos darle soporte sonoro. Así terminamos de afirmar esta profunda identidad, con este disco doble de veinte canciones del Cuchi. Como bien dice el Coco Botelli: qué importa si mi canto está influenciado, si esa influencia me honra”, dice Princic.

Ambas destacan la riqueza que sumaron al trabajo los numerosos invitados, todos nombres destacados en la música argentina actual. “Lo más atractivo de este desafío fue confiar en los compañeros que se involucraron en este trabajo, aportaron diversidad y belleza”, coinciden.

-- ¿Creen que existe un "sonido Leguizamón"?

Princic: -- ¡Por supuesto que existe! La música es como una pintura que no se ve o que se ve con otros sentidos. Si uno observa un cuadro puede, a grandes rasgos y sin ser un erudito, interpretar de quién es esa pintura. Lo mismo sucede con un sonido como el de Leguizamón, tiene una estética, un color que lo define, una sonoridad que lo nombra. Para cuidar ese sonido respetamos sus formas, texturas, colores, impronta.

González Táboas: -- Más que un sonido hay una “Identidad Leguizamón”, que se plasma tanto en su búsqueda melódica y armónica, como en su poesía, tan profunda y existencial. Tratamos en estos discos de honrarla procurando respetar el lenguaje que le es característico, incluso cuando encaramos sonoridades diferentes, como en el uso de la marimba o algunos efectos sonoros del teclado o la caja de música.

-- ¿Qué lugar le darían a la obra de Leguizamón en la música argentina?

 

Princic: -- Uno muy destacado, por la profunda belleza de sus composiciones. En cualquier guitarreada siempre aparece en el aire sonando como un duende, sobrevolando las mesas su sonido en la boca de alguna cantora o cantor. Esto demuestra que ya forma parte de nuestro acervo cultural, y si la música del Cuchi suena en la sobremesa, con la familia y los amigos, es que ha logrado, para mí, llegar a lo más alto, el corazón del pueblo. El Teuco Castilla define bien el lugar que ocupa cuando nos dice: “Tengan cuidado, cuando se acerquen bien van a quedar ensoñados por el resto de sus vidas”…