El juicio contra el fabricante Airbus y la aerolínea Air France por homicidios involuntarios comenzó este lunes en Francia con la lectura del nombre de las 228 personas que murieron en 2009 en la tragedia aérea entre Río de Janeiro y París, conocida también como la tragedia de Fernando de Noronha, ya que la aeronave cayó al mar y el punto más próximo era ese archipiélago, a 350 kilómetros de la costa brasileña.
Más de cincuenta allegados de las víctimas se hallaban en la abarrotada sala del tribunal correccional de París, donde los tres magistrados leyeron el nombre de los fallecidos en un silencio sepulcral.
Poco antes, el presidente ejecutivo de Airbus, Guillaume Faury, y la directora general de Air France, Anne Rigail, escucharon rodeados de sus abogados de qué se les acusa como responsables de ambas empresas.
El 1 de junio de 2009, el avión del vuelo AF447 se estrelló en plena noche, casi cuatro horas después de despegar de Río de Janeiro. Sus 216 pasajeros y 12 miembros de la tripulación murieron en el accidente. Entre ellos, se encontraba Pablo Dreyfus, hijo del publicista Gabriel Dreyfus, y el único pasajero argentino en el avión.
Los primeros cadáveres y restos de la aeronave fueron hallados días después. Pero las cajas negras fueron localizadas casi dos años más tarde, el 2 de abril de 2011, a 3.900 metros de profundidad en la cuarta fase de búsqueda.
Las cajas negras confirmaron que los pilotos, desorientados por un fallo técnico en medio de la noche cerca del Ecuador, fueron incapaces de frenar la caída del aparato, que se produjo en menos de cinco minutos.
Aunque los jueces de instrucción sobreseyeron el caso en 2019, los familiares de las víctimas y los sindicatos de pilotos recurrieron y, en mayo de 2021, la Justicia envió a juicio a ambas empresas.
"No paran de decirnos que el sistema aéreo, el transporte aéreo, tiene por lema la seguridad. En este caso, vemos que a veces la seguridad se deja de lado", dijo a AFP Sébastien Busy, abogado de familiares de víctimas.
"Verdad judicial"
Para el letrado, el objetivo de sus clientes es doble: "obtener la verdad judicial, para entender qué pasó precisamente esa noche" y también construir con este juicio "la seguridad [aérea] de mañana".
Sin embargo, los familiares de las víctimas acogen el juicio con sentimientos encontrados.
"No espero nada de este proceso", aseguró Nelson Faria Marinho, presidente de la asociación brasileña de víctimas del vuelo AF447 y cuyo hijo murió en el accidente con 40 años. Este hombre de 79 años no viajó a París por falta de recursos.
Su homóloga de la asociación de allegados de víctimas Entraide et Solidarité AF447, Danièle Lamy, espera por su parte que este proceso, tras un "combate judicial", "sea el juicio de Airbus y de Air France" y no "el de los pilotos".
Para el sindicato de pilotos del grupo Air France (SPAF), es "esencial que un tribunal pueda escuchar a todas las partes y pronunciarse sobre las diferentes responsabilidades durante un proceso público, donde se pondrá de manifiesto la importancia de la seguridad de los vuelos".
Víctimas de 33 nacionalidades
El avión, que había entrado en servicio cuatro años antes, transportaba pasajeros de 33 nacionalidades: 61 franceses, 58 brasileños y 28 alemanes, así como italianos (9), españoles (2) y un argentino, entre otros.
En total, 476 allegados se constituyeron como partes civiles en este juicio, que se anuncia bastante técnico y cuya duración está prevista hasta el 8 de diciembre.
El tribunal debe determinar si Airbus y Air France, que enfrentan una multa de 225.000 euros (unos 220.000 dólares), cometieron errores vinculados con la tragedia. Ambas rechazan haber cometido cualquier infracción penal.
Según los informes de peritos, la congelación de las sondas de velocidad Pitot provocaron una perturbación en las mediciones de velocidad del Airbus A330, lo que desorientó a los pilotos hasta que perdieron el control del avión.
Para la corte de apelación, que dio marcha atrás al sobreseimiento del caso, Air France no implementó una "formación adaptada" ni la "información" necesaria para que los pilotos pudieran "reaccionar" a ese fallo técnico.
A Airbus se le juzga por "subestimar la gravedad" de los fallos de las sondas de velocidad, por no tomar las disposiciones necesarias para informar de urgencia a las tripulaciones ni formarlas eficazmente.
Los fallos en estas sondas se multiplicaron en los meses precedentes al accidente. Tras la catástrofe, el modelo se cambió en todo el mundo y se introdujo una formación reforzada sobre la pérdida de altitud.