Carmelo Arden Quin fue uno de esos jóvenes que tempranamente se volcó con avidez a las lecturas sobre temas políticos y culturales y que, bajo el impacto provocado por la expansión de los fascismos de los años 30 y la destrucción generada por la Segunda Guerra Mundial, no solo se sintió preparado para defender sus ideales políticos y para involucrarse en los debates ideológicos, sino que también entendió que era necesario integrar agrupaciones capaces de enfrentar el statu quo para fundar sus propias utopías.
Así, el suyo fue el perfil de un joven emprendedor que impulsó el trabajo colectivo en proyectos artísticos y literarios. Formaciones culturales que se estructuraron sobre la base de las prácticas intelectuales y políticas que interpretaban tanto el tiempo de la Guerra Civil Española, la contienda internacional y la posguerra, como las transformaciones radicalizadas de finales de los 60 y sus proyecciones hacia el mundo globalizado. En aquel joven nacido en 1913, que pronto abrazó el paradigma de la invención y que hacia la primera década del siglo XXI aún estaba dispuesto a seguir creando nuevas formas sensibles para intervenir sobre la realidad de esos tiempos, se había ido forjando una poética cada vez más abierta hacia lo plural y lo lúdico.
La hipótesis curatorial de Carmelo Arden Quin, en la trama del arte constructivo sostiene que la visión integradora de este artista fue el motor que impulsó la construcción de una red que, al mismo tiempo, le permitió mantener la vitalidad de su propuesta. Para reinsertar sus trabajos plásticos y literarios en la red configuradora de esa trama dinámica de intercambios –la cual, más allá de los límites territoriales, fue enlazando contactos trasnacionales–, propongo reponer el entramado que a su vez le dio carácter al arte y las ideas del artista.
La exposición toma como punto de partida su temprano vínculo con Joaquín Torres García, relación que subrayó la marca epocal del trabajo colectivo en Arden Quin, ya que el maestro del arte constructivo había trasladado su experiencia parisina de Cercle et Carré a Uruguay al crear la Asociación de Arte Constructivo y, más tarde, el Taller Torres García, agrupaciones que estuvieron bajo su guía, pero en las que también existía una apertura hacia el intercambio de opiniones, recogidas en los proyectos editoriales que encararon.
Desde 1935, entonces, Arden Quin abrió su horizonte hacia las ideas de vanguardia, y comprendió la importancia del trabajo grupal y la creación de sus propias revistas para la circulación de las ideas y propuestas estéticas.
A partir de este enfoque, el guión curatorial recorre desde su participación en el comité de redacción de Arturo. Revista de artes abstractas hasta la fundación de la publicación literaria Ailleurs, desde la incipiente agrupación que dio lugar a las presentaciones del Movimiento Arte Concreto Invención (MACI) hasta el grupo MADI, desde el Centre de Recherches et d’Études MADI de la rue Froidevaux hasta la porteña Asociación de Arte Nuevo, desde su regreso definitivo a París hasta su proyección en el extendido movimiento MADI Internacional, todos ellos espacios en los que Arden Quin asumió el rol de catalizador de las relaciones colaborativas.
Para presentar la obra y la trayectoria de Arden Quin, el relato curatorial se apropia del juego de formas y palabras trazado en 1984 (para la exposición MADI Maintenant, Galerie Alexandre de la Salle, Saint-Paul-de-Vence; Galleria d’arte Il Salotto, Como; Galleria Luisella D’Alessandro, Turín; Espace Donguy, París, 28 de septiembre al 30 de octubre de 1984) que, como sus poemas móviles, mixtura las formas geométricas, superficies planas, perforadas o galbées, formatos de marco recortado, obras articuladas, transformables y coplanales que se fueron desplegando en el universo lúdico de su arte MADI. Asentada sobre sus tránsitos entre Montevideo, Buenos Aires y París que, más tarde, se proyectaron a Europa y Latinoamérica, esta compleja cartografía que se retroalimenta también mapea los recorridos que propone la exposición "Carmelo Arden Quin, en la trama del arte constructivo". […]
Pensar el corpus de obra legado por Arden Quin supone considerar la diversidad dentro de un repertorio de formas MADI creadas antes de partir de Buenos Aires, y recreadas a través del tiempo con el mismo vigor con el que, desde sus convicciones marxistas, volvió una y otra vez a los proyectos colectivos. El diálogo entre sus obras y las de los artistas del Centre de Recherches et d’Études MADI, de la Asociación Arte Nuevo y del Movimiento MADI Internacional que propone el recorrido de esta exposición muestra la vitalidad de esos intercambios.
En este sentido, hacer foco en su trayectoria implica contemplar esta doble dimensión de acción-creación que retroalimentó su propia poética.
Testigo de la inmediata posguerra rioplatense, del tiempo de la reconstrucción europea y del Mayo francés, sostuvo la libertad en el momento creativo y la participación del espectador en la construcción de sentidos y después de cruzar el siglo habiendo redoblado la apuesta por lo grupal, continuó creando hasta el final de sus días. Inscribir su obra en la trama del arte constructivo supone, entonces, reconocer que Arden Quin fue un artista moderno que conquistó el deseo inalienable del hombre de inventar.
* Curadora de la exposición. Fragmento editado del ensayo incluido en el libro catálogo de próxima aparición. La exposición “Carmelo Arden Quin, en la trama del arte constructivo” se exhibe en el Museo Nacional de Bellas Artes, Avenida del Libertador 1473, hasta el 20 de noviembre, con entrada libre y gratuita.