Desde Río de Janeiro
“Tenemos imágenes de niños y niñas de tres y cuatro años a los que les sacan los dientes para practicar sexo oral en adultos. Y a otros muchos les dan comida liviana para facilitar el intestino a la ora del sexo anal”.
La autora de semejante denuncia no mostró ninguna imagen, ni hay relatos similares o registros en comisarías de policía.
Como todo eso fue dicho en uno de esos templos evangélicos, y delante de un batallón de niños y niñas – lo que configura crimen, acorde a la legislación – no habrá ninguna sanción, ninguna investigación: es la tal “libertad de expresión” en templos religiosos, asegurada por ley.
Su nombre es Damares Alves, evangélica radical, y fue electa con amplia votación senadora por Brasilia. Antes, ha sido titular del ministerio de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos en el gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro.
Conocida por haber relatado su encuentro con Jesús Cristo cuando estaba trepada en un árbol de guayaba, a lo largo de su actuación como ministra se mostró una radical opositora a la educación sexual en las escuelas, trató de impedir – con ayuda de la policía – que una niña de 12 años que había sido violada se realizase un aborto (un derecho asegurado por ley), entre otras demostraciones de un radicalismo ultraderechista.
También libró una dura batalla para deshacer la Comisión de la Verdad, vetó invariablemente todos los pedidos de indemnización a víctimas de la brutalidad de la dictadura militar (1964-1985) siempre enaltecida por Bolsonaro, impuso cortes violentos al presupuesto destinado a acciones de protección de los Derechos Humanos.
Semejante estupidez ambulante da una clara muestra de cómo será el Senado (en realidad, todo el Congreso: otras aberraciones llegarán a la Cámara de Diputados) a partir de 2023.
Hasta el aterrizaje del ultraderechista Bolsonaro en la presidencia, Damares Alves era una más entre centenares de obscuras secretarias y asesoras de diputados de trayectoria nula.
Instalada en el gobierno, muy rápidamente dio muestras de lo que es la esencia más pura de Bolsonaro y del gobierno encabezado por el peor y más nocivo presidente de la historia de la República.
Fue electa senadora bajo el amparo y la protección de Michelle Bolsonaro, la primera dama igualmente radical en su conservadurismo más bestial y que nunca explicó el depósito de 89 mil reales en su cuenta– unos 20 mil dólares en la época – realizado por el sicario Fabrício Queiróz, íntimo del clan presidencial.
Entre las dos se traza el retrato más preciso de lo que ocurre en mi destrozado país: una mezcla perfecta de radicalismo ultraderechista, retraso que sería increíble si no fuese explicitado a cada día, y corrupción.
Que semejante aberración haya sido electa senadora por la capital de la República muestra el país antes disimulado y que emergió de las tinieblas con una fuerza inesperada.
Un país tenebroso y que a cada día muestra que puede ser letal para la democracia y el futuro.