Free Chol Soo Lee               7 puntos

Estados Unidos, 2022

Dirección y guion: Julie Ha y Eugene Yi.

Duración: 83 minutos.

Estreno en MUBI.

El 3 de junio de 1973, en plena vía pública, un miembro de una de las pandillas mafiosas del Barrio Chino de San Francisco fue asesinado de varios tiros. Chol Soo Lee, un joven de veintiún años de origen coreano, fue detenido, acusado de homicidio y rápidamente sentenciado a cadena perpetua. Poco importó que varias de las pruebas presentadas en su contra estuvieran plagadas de vicios legales y que los principales testigos –extranjeros caucásicos de vacaciones en la zona– reconocieran al acusado de manera poco creíble, reforzando el racista lugar común “los orientales son todos iguales”. Diez años más tarde, luego de que una pelea en la cárcel de máxima seguridad donde estaba alojado terminara con un muerto, y él mismo condenado por ese hecho a la pena de muerte, Lee recobró su libertad, consecuencia directa de la incansable lucha de asociaciones civiles de asiático-americanos.

El caso Lee, alguna vez ejemplo cabal de búsqueda de imparcialidad y justicia a la hora de hablar de derechos civiles, fue olvidado durante años. Esa historia es la que los realizadores Julie Ha y Eugene Yi –ambos con trayectoria periodística previa– recuperan en su ópera prima, estrenada a comienzos de este año en el Festival de Sundance. Con un notable uso del material de archivo, el primer tercio de Free Chol Soo Lee describe de manera pormenorizada el acto homicida que terminó con la acusación y condena, además de relatar la triste infancia del protagonista en Corea del Sur, su llegada a los Estados Unidos a los doce años y el coqueteo con los bajos fondos y el pequeño crimen antes de su detención. “Yo era un delincuente callejero, pero de ahí a matar a alguien…”, afirma, palabras más, palabras menos, Lee en un fragmento de un noticiero de los años 70.

Sin embargo, en gran medida, esa voz en primera persona es oída a través de la lectura en off de sus memorias, escritas luego de la liberación. El centro narrativo del documental lo ocupa el pedido cada vez más poderoso de que el caso volviera a ser juzgado, un pequeño fuego iniciado por el periodista coreano-estadounidense K. W. Lee y un defensor público famoso por tomar casos difíciles, transformado en grito de justicia por asociaciones de ciudadanos de origen asiático y no asiático. A tal nivel de estado público llegó el caso Lee que -a la manera de Dylan con su “Hurricane”- se compuso y grabó una canción de protesta en honor a su nombre y su lucha. De estructura clásica y buen ritmo, el film vuelve a demostrar que la necesidad política de resolver un crimen –en este caso inmerso en un pedido de la sociedad por detener la violencia en el Chinatown de San Francisco– unida al racismo y la xenofobia casi siempre terminan por tenderle una trampa a un completo e indefenso inocente.

El último tramo de Free Chol Soo Lee no esquiva los duros pormenores de la vida del protagonista luego de salir de prisión, que otros documentalistas hubieran suavizado en busca del bronce. La inmensa fama adquirida, los viajes por todo el país para dar charlas y conferencias, su transformación en un símbolo nacional e internacional y, desde luego, los diez años de encierro, tuvieron seguramente un peso en los estados depresivos, las adicciones y, nuevamente, las malas compañías. Historia de caídas y recaídas, con pequeñas redenciones muy alejadas de la típica estructura hollywoodense (para apreciar precisamente ese arco narrativo ver Sólo ante la ley, el film de 1989 protagonizado por James Woods y Robert Downey Jr. basado en la historia real), Lee sobrevivió con severas quemaduras a un incendio provocado por él mismo y falleció a los 62 años en 2014. El documental de Yi y Ha es un homenaje a ese muchacho acusado injustamente, cuya vida cambió radicalmente de un momento a otro.