Desde París
¿Dónde encontrar combustible?. Aplicaciones, mapas interactivos, consejos y miles de llamados telefónicos: Francia se está volviendo una experta en la búsqueda de combustible debido a la huelga que paraliza desde hace 12 días una buena parte de la distribución de la multinacional petrolera TotalEnergies y Esso-Exxon Mobil, cuyos trabajadores votaron un paro de 24 horas suplementarias mientras que el presidente francés, Emmanuel Macron, llamó a una “solución rápida” y denunció el bloqueo, el cual, aseguró, ”no es una forma de negociar”.
Gobierno y presidencia parecen reaccionar con extrema lentitud, como si no hubiesen desde el principio tomado en serio los reclamos de mejoras salariales que los empleados de TotalEnergies y Esso-Exxon Mobil vienen planteando desde hace rato. TotalEnergies da, igualmente, la sensación de estar viviendo en otro mundo: durante el verano concedió una rebaja de 20 céntimos por litro de nafta y este año repartió 10 mil millones de euros de beneficios entre sus accionistas (primer semestre de 2022). Los sindicatos critican a una empresa sorda y ciega que, a su vez, se ha favorecido con la negativa del gobierno de cobrar un gravamen sobre los extraordinarios beneficios de los grandes grupos energéticos de Europa. TotalEnergies se olvidó, en el camino, de la inflación que afecta a toda la sociedad y, por consiguiente, de sus empleados.
Reclamo de aumento salarial
El movimiento se inició a finales de septiembre en las refinerías francesas y en los depósitos de carburantes administrados por los dos mastodontes y fue tornándose más denso con el paso de los días. Los sindicatos exigen un aumento salarial del 10% para este año, 7% corresponde a la inflación y 3% al reparto de los beneficios. TotalEnergies se niega a otorgar dicho aumento ahora, quiere hacerlo en 2023 y alega que las medidas que ya tomó equivalen a un aumento del 3,5%. La CGT logró que la directiva de la empresa aceptara adelantar las negociaciones salariales previstas para el mes de noviembre. Sin embargo, para entablar ahora la negociación Total exige que se ponga fin a la huelga, una posición a la que los sindicatos llaman “chantaje”. El patronado francés se sumó ayer a la orquesta para presionar y culpabilizar a los sindicatos, a quienes pidió que “acepten la mano tendida” de TotalEnergies y Esso-Exxon Mobil.
Reservas estratégicas de combustible
Para frenar las consecuencias de los paros el gobierno desbloqueó sus reservas estratégicas de combustible y autorizó a los camiones cisternas a circular el domingo. Por su parte, TotalEnergies importó combustible. Ninguna medida tuvo efecto, al contrario. A lo largo del fin de semana, en París y sus alrededores no se conseguía combustible, la gran mayoría de las estaciones de servicio estaban cerradas, en ruptura de stock o faltantes de uno o más tipos de combustible. Como si nada ocurriera, el gobierno insistía en los medios en que todo iría bien. Como siempre, entre la retórica y la realidad había un abismo que recién este lunes el Ejecutivo se decidió a asumir. La Primera ministra francesa, Elisabeth Borne, convocó este mismo lunes por la noche a una reunión con los ministros y responsables afectados por la crisis del combustible.
El fin de semana las cifras oficiales daban cuenta de un 15% de estaciones de servicio con problemas cuando, en realidad, la cifra era mucho más alta para quienes buscaban por todas partes cargar el tanque. Hoy, luego de que el personal de las refinerías de TotalEnergies votara la extensión de la huelga a la cual se sumaron unas 15 estaciones de servicio situadas en las autopistas y pertenecientes a una de las filiales de TotalEnergies, el porcentaje reconocido pasó de 15% a 30% y a un 50% en París y su región (Isla de Francia). Nada, por el momento, parece despejar un problema que se fue agrandando de a poco, casi en silencio, y ello pese a que afectaba a un sector esencial como es el del combustible y que, según cálculos no oficiales pero certeros, ya ha colapsado la distribución de combustible en más del 60% del país.
Resulta asombrosa la metodología de tortuga adoptada por el Ejecutivo para solucionar esta crisis que afecta el corazón de cualquier economía. Gobierno y Presidencia se contentaron con llamados a la calma y “al sentido de responsabilidad” de las personas al mismo tiempo que el conflicto sindical, liderado por la CGT, se endurecería. El tema de la “responsabilidad” individual es una de las temáticas más utilizadas en este segundo mandato presidencial de Emmanuel Macron. Tiene, sin embargo, límites y desde esos límites la responsabilidad se transfiere al poder. El auto es un útil de trabajo y hay hoy decenas de miles de trabajadores que no pueden asumirlo o difícilmente por falta de combustible. En París, sus periferias y en el Norte de Francia hay gigantescas colas para conseguir, con suerte y una paciencia de más de 5 horas, algunos litros de nafta. A la espera se le suman los aumentos desencadenados por las mismas huelgas. Los precios por litro aumentaron en unos 10 céntimos y el diésel llegó a los 1,8035 euros (1, 75 dólares), y ello pese a los 30 céntimos de rebaja aprobada por el Estado para domar la inflación.
La acción sindical está fomentando una situación grave que se va acoplando, en las fechas, a los llamados, por parte del gobierno, a la moderación del consumo de gas y electricidad (“la responsabilidad”) para evitar cortes en el curso del invierno, a la inflación y, por último, a la manifestación del próximo 16 de octubre (domingo) convocada por la izquierda contra “la vida cara” y las políticas liberales de Macron. Hay que recordar que, entre 2018 y 2019, el mayor conflicto social que se produjo en Europa Occidental estalló en Francia a raíz del precio del combustible y su cínica adaptación a una supuesta “transición ecológica” cuyo costo recaía principalmente sobre los más pobres. Con el combustible nació en esos años el largo y violento conflicto con los chalecos amarillos. Sindicatos movilizados, falta ya critica de abastecimiento, población enardecida y un gobierno sumamente inquieto empiezan a formar la posible figura de una crisis muy grave.