Tras la apertura de la pospandemia el contexto nacional e internacional dio al turismo un escenario inmejorable para el crecimiento.
En medio de la crisis económica y siendo uno de los sectores más golpeados por la cuarentena, las provincias del NOA decidieron fortalecer las políticas turística con la creación del Ente Norte Turismo, que mostró su bloque en la reciente edición de la Feria Internacional de Turismo de Buenos Aires.
Con el NOA liderado desde hace décadas por Salta, las provincias más rezagadas a nivel turístico: Catamarca y La Rioja, han sido tal vez las más beneficiadas con el fortalecimiento de la marca Norte País. Región que durante este fin de semana que movilizó a 2 millones de personas, fue el destino más elegido del país junto a la costa bonaerense.
Según el informe del Ministerio de Turismo de la Provincia, este fin de semana XXL generó un impacto de $276 millones y alcanzó un 86% de ocupación hotelera, que se repartió en diferentes regiones, incluyendo la capital, y demostrando que Catamarca ya tiene destinos consolidados como la Puna catamarqueña y Fiambalá.
Este último destino fue incluido en un informe nacional de este fin de semana que afirma que “las ciudades que se destacaron por su elevada ocupación turística fueron Cafayate (98%), la Quebrada de Humahuaca (90%), Termas de Río Hondo (87%), Fiambalá (100%), Puerto Iguazú (95%), Rosario (90%), Colón (100%), Mar del Plata (85%) y Villa Gesell (85%)”.
No es un dato menor, ya que las ciudades que aparecen en la lista están entre los destinos más populares de Argentina.
Pero como La Rioja, Catamarca enfrenta ahora al menos dos desafíos: la necesidad de más infraestructura y mejores servicios que den contención a la elevada demanda turística. En este punto aparece la tentación de acudir al clásico “primero el huevo o la gallina”. Antes la que queja era porque la provincia no era un destino elegido, ahora es porque en algunos casos no se puede dar respuestas a la demanda. Pero la cuestión no llega a un acertijo, está claro que para consolidar un destino turístico generar demanda y garantizar un buen servicio van de la mano.
Antes de la pandemia pocos hubieran pensado que el turismo nacional se iba a posicionar como uno de los motores económicos del país. A los destinos emergentes esta explosión los tomó sin una infraestructura fuerte, más aún cuando la pandemia puso en pausa tanto las estrategias que se venían implementando desde el Estado, como las inversiones del sector privado.
Si bien la Provincia ha puesto a disposición del sector herramientas financieras como los créditos RECATUR para el desarrollo de emprendimientos, y ha hecho una fuerte inversión en la promoción del destino, deberá trabajar también a nivel de lo micro.
Muchos de los destinos de Catamarca son localidades chicas que durante un fin de semana XXL como el que acaba de pasar recibe un aluvión de turistas que a veces representan la misma cantidad de habitantes de un pueblo. A esto debe agregarse las expectativas del turista de vivir experiencias únicas y placenteras, de pasar días ideales, que en definitiva es lo que también se le vende. Esta demanda representa siempre un desafío de satisfacer y más allá del beneficio inmediato del crecimiento de la actividad, las frustraciones se pueden generar de las dos partes del mostrador.
Catamarca y la región han puesto en marcha su potencial turístico, como carta de presentación les basta la naturaleza descomunal y sus culturas. Pero para lograr una actividad sostenible, además del desarrollo de una infraestructura adecuada, se presenta el desafío de dar respuesta al impacto sociocultural que la actividad genera.