Existe un claro cambio de paradigma. Las cadenas globales de valor que lograron consolidar su funcionamiento a partir de la década del noventa se paralizan frente a este nuevo escenario y se transforman regionalizándose. En la literatura especializada, este concepto es denominado “decoupling”, desacople en español. Esto, a su vez, impacta en fenómenos monetarios y financieros.
¿Qué es lo que cambió? La evidente tensión entre Estados Unidos, China y Rusia, a raíz de sus disputas comerciales y guerras por la debacle estadounidense, que termina de cristalizarse en la polarización del mundo a partir del conflicto con epicentro en Ucrania.
El conflicto bélico tuvo un impacto directo en la economía mundial. Rusia y Ucrania producen el 30 por ciento del trigo que se consume en el mundo, el 30 por ciento de la cebada y el 75 por ciento del aceite de girasol. Asimismo, Rusia es el principal exportador de gas del mundo y tiene una gran participación en las ventas al exterior de carbón, petróleo crudo y fertilizantes. La guerra provocó que se ralentice la comercialización de los alimentos y la energía, alcanzando una escalada sin precedentes en sus precios y presionando al alza la inflación mundial.
De esta manera, a la desaceleración del crecimiento que trajo aparejado la covid-19, se le añade la proyección que realiza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que estima que en caso de seguir esta situación el PBI mundial caería en un punto porcentual al tiempo que la inflación global se acrecentaría en dos puntos y medio.
A su vez, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proyecta que con el cierre de puertos del Mar Negro Ucrania tiene bloqueadas más de 20 millones de toneladas de cereales por la guerra. Dado este escenario, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), prevé un descenso en el comercio mundial de cereales para la campaña 2022/23. Claro que este párate en Ucrania tiene como contrapartida la oportunidad que se le presenta a otros países de incrementar su inserción en este mercado aprovechando la suba de los precios internacionales.
Decoupling
También se observan cambios en las relaciones comerciales a nivel mundial, producto de las sanciones económicas a Rusia y el cierre de puertos del Mar Negro. Con respecto al primer factor, tanto el G7 como la Unión Europea anunciaron la intención de prohibir o reducir gradualmente sus importaciones de petróleo, carbón y gas natural rusos. A su vez, muchas compañías señalaron que cesarían sus operaciones en Rusia. Ello, sumado al incremento en el precio del transporte por las subas de la energía, afectó al común funcionamiento de las cadenas globales de valor tornándolas “menos globales”.
Por su parte, el Banco Mundial prevé que la tasa de crecimiento del comercio global decrezca hasta alcanzar un 4 por ciento para el año 2022, con desvíos sin precedentes en el valor agregado promedio de las cadenas de abastecimiento globales, y con una actividad mundial que se retrotrae hacia los sectores de servicios menos intensivos en comercio.
Sistema monetario internacional
En el mercado mundial se intercambian mercancías producidas y consumidas en distintas naciones. Esas transacciones están mediadas por dinero, pero no cualquier tipo de dinero sino dinero mundial. Éste el fundamento del sistema monetario internacional, que ha tenido distintas etapas.
A la luz de la historia reciente, a partir del crecimiento de China y otras naciones, en particular el área Brics, fue gestándose un mundo multipolar que, con las sanciones por parte de Estados Unidos a Rusia en 2022, comenzó a cristalizar el bloqueo de una parte de reservas rusas localizadas en el exterior, la desconexión de bancos rusos del sistema Swift, entre otras.
Observado de conjunto, Estados Unidos y Europa impiden que el dólar sea dinero mundial. Es decir que se pague en dólares a través del sistema de comunicación para transacciones financieras más utilizado en el mundo (Swift). La consecuencia es que esta acción fuerza a comerciar con otros dineros nacionales, mediante otros sistemas y que otras naciones comiencen a cumplir el rol de atesoramiento. No obstante, más del 80 por ciento de las transacciones en el mundo continúan realizándose con el dólar.
Al ser la descripta una etapa reciente, sólo pueden realizarse algunas previsiones. Si bien recién está desplegándose, este proceso ya comienza a configurarse. Se advierte que, tanto en la producción como en la comercialización de bienes y servicios como en su contrapartida monetaria y financiera, toma fuerza una tendencia a la transición de las Cadenas Globales de Valor a las Cadenas Regionales, que seguirá la ruta del intercambio mercantil. Son los abanderados del libre comercio y de la globalización los que lo obturan y fuerzan al desacople.
* Economistas UBA-UNdAv.