El Gobierno anunció la creación de la primera empresa pública de base tecnológica para impulsar la industria del cannabis medicinal y el cáñamo industrial en todas sus etapas, generando estándares de calidad e innovación. Se llamará Cannabis Conicet y estará integrada por el Conicet, la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ) y el Hospital de Alta Complejidad El Cruce Néstor Carlos Kirchner.
La actividad de la compañía abarca desde el cultivo, la producción (de aceites, cremas, alimentos, etc.) y el uso clínico e industrial hasta la capacitación y formación de recursos humanos en articulación con el sistema nacional de ciencia y tecnología. El uso terapéutico del cannabis avanzó mucho en los últimos años, al punto que se pronostica que para 2024 la producción global de cannabis medicinal alcanzaría los 42.700 millones de dólares, multiplicando catorce veces el valor de diez años atrás.
Los líderes de este mercado son Israel, Canadá y Estados Unidos; si bien allí el cannabis medicinal es accesible solo para las personas que tienen dinero porque la seguridad social no cubre las patologías que lo utilizan en su tratamiento. En la región también hubieron avances en esta dirección en Colombia y Uruguay, aunque en este último país es legal el cannabis pero la regulación de su distribución es escasa.
Argentina es vanguardia en su legislación que incorpora conceptos nuevos como “producto medicinal”, aunque no farmacéutico, que permite que sea cubierto por las obras sociales. También lo es en el registro de las semillas nacionales, elaboradas por empresas provinciales en asociación con el Conicet.
El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, estuvo presente en el acto de anuncio de la creación de Cannabis Conicet y subrayó “la importancia de que el Estado apoye este tipo de iniciativas, para que democráticamente se pueda acceder al derecho de la salud. El mercado no resuelve este tipo de cuestiones sino el Estado a través de todos los organismos involucrados”.
El ministro también analizó que la iniciativa de una empresa pública permitirá la transferencia de tecnología a las pymes, al tiempo que contribuirá a la creación de trabajo de calidad a nivel nacional. La producción de cannabis para uso medicinal es intensiva en empleo basado en el conocimiento y genera oportunidades crecientes en la investigación y desarrollo, por ejemplo genético, y también encadenamientos de alto valor agregado, como en semillas, automatización y productos medicinales.
Por su parte, la presidenta del Conicet, Ana Franchi, observó que años atrás “las mujeres querían usar el cannabis medicinal con sus familias y el Estado las reprimía, pero se organizaron y siguieron adelante”. Se refirió al trabajo interdisciplinario realizado desde la Red de Cannabis Medicinal (Racme) que nuclea a decenas de especialistas y asociaciones civiles de la materia, coordinados por el Conicet, y a comienzos de este año permitió respaldar el trabajo legislativo que dio nacimiento a la Ley N° 27.669 que establece un marco regulatorio para la industria del cannabis medicinal y el cáñamo industrial.
En particular, dicha ley creó la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal (Ariccame), que es un organismo descentralizado que funcionará en el ámbito del ministerio de Desarrollo Productivo, competente para reglar, controlar y emitir las autorizaciones administrativas con respecto al uso del cannabis y de sus productos derivados.
Así como el Laboratorio del Hospital de Alta Complejidad “El Cruce” Néstor Kirchner y el Laboratorio de la Universidad Nacional de Rosario vienen trabajando en la instalación de equipos que permiten analizar el grado de pureza de los aceites de cannabis, otras empresas públicas provinciales recibieron ayuda de sus gobiernos para avanzar en la materia.
Algunos ejemplos son Agrogenética Riojana Sapem, que contó con apoyo provincial, del INTA y universidades para el cultivo de plantas de cannabis orientadas a la elaboración de derivados para uso medicinal. La Biofábrica Misiones pertenece al gobierno misionero y también participa el INTA, busca poner en valor la biodiversidad de la zona y también usar sus capacidades en la elaboración de bioinsumos y transferencia de tecnología. Un caso emblemático es la empresa Cannava SE, del estado jujeño, que se desarrolló tras la sanción de la Ley 27.350 en 2018, que fue la primera compañía habilitada legalmente para producir cannabis en Argentina y la única que hasta el momento obtuvo un permiso para importar material genético de cannabis. Tiene una planta de producción farmacéutica de escala dedicada a derivados medicinales de cannabis.
En este sistema de investigación y desarrollo nacional se inscribirá la nueva Cannabis Conicet. La empresa ofrecerá capacitación a recursos humanos especializados; estudios científicos sobre el uso terapéutico del cannabis medicinal; controles de calidad estandarizados y el desarrollo de Semillas Conicet para el desarrollo y registro nacional de nuevos cultivares.
Consultada por los posibles usos del cannabis en estudio, la presidenta del Conicet, Ana Franchi, explicó que "está comprobado su uso para el tratamiento de esquizofrenia refractaria, está en estudio el uso en niños con autismo, en el tratamiento para insomnio, enfermedades neurodegenerativas y para el abandono de algunas drogas como la cocaína y heroína".
Además, la investigadora explicó en AM750 que también se espera avanzar en el campo del cáñamo industrial: "Es una posibilidad que ataña a lo productivo, porque tiene muchos usos que reemplazarían al plástico con el beneficio de que es un material biodegradable, y a lo ambiental, porque puede remediar los suelos".