“La fiscalía fracasó. Ni siquiera leyeron la causa, no vieron toda la documentación, no vieron las fotos de lo construido. Ustedes, señores jueces, no pueden avalar el relato de los fiscales, falso en todo”. Con estas palabras, la defensa de Lázaro Báez cerró este martes su alegato que, en tres jornadas, redondeó más de 20 horas.
“Quedó nuevamente en claro que el Estado no pagó nada que no se hubiera construido, de manera que no hubo perjuicio para el Estado —señalaron Juan Villanueva y Martín Liniado, los abogados de Báez—. Que las rutas se ejecutaron bien. Que no hubo un solo testigo que dijera que alguien lo instruyó para beneficiar a Báez. Y Lázaro no puede haber sido el organizador de una asociación ilícita, como señalan los fiscales, dado que no hay un mensaje, una orden, algún elemento que indique que jugaba ese papel.
Estuvieron durante años, dos veces por semana, visitándolo en la cárcel para extorsionarlo, exigiéndole que se arrepienta de algo que no hizo. Como se negó, fueron contra sus hijos. Le escucharon los diálogos telefónicos, violando su derecho a la defensa. Y hasta arrasaron con su dignidad mostrando su celda por televisión”.
Las últimas seis horas del alegato, protagonizado principalmente por Villanueva, estuvieron centradas en lo que viene siendo más notorio: durante tres años y tres meses el juicio fue una sucesión de derrotas para los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola. Hasta los testigos convocados por la fiscalía declararon, bajo juramento, en contra de la acusación. Por lo tanto, en el alegato final, Luciani y Mola plantearon cuestiones que nunca se debatieron en el juicio y, sobre todo, trajeron elementos de otras causas judiciales.
Los mensajes de José López
Los fiscales, por ejemplo, usaron los mensajes de José López —el exfuncionario que dejó los nueve millones de dólares en el convento de General Rodríguez—. “Nosotros nunca pudimos peritar esas llamadas —señaló Villanueva— y los doctores Luciani y Mola no las pidieron como prueba en el momento que correspondía. Después, el último día, en su alegato, pretendieron usar tres mensajes de Báez a López haciendo creer que tenían una relación de estrecha confianza. En uno de los tres mensajes —siguió relatando Villanueva—, Báez le escribió a López: ‘¿Lo puedo llamar, compañero?’ Los peronistas le dicen compañero hasta a su perro, pero Luciani-Mola valoraron el uso del término compañero como de relación cercana”.
Villanueva dio los guarismos: 3 mensajes de Báez a López; 634 con Nicolás Caputo (el letrado no lo nombró, pero ya se sabe que es el amigo de la vida de Mauricio Macri); 301 con otro empresario vinculado al macrismo, Eduardo Gutiérrez, y 232 con un tercer empresario relacionado con el gobierno de Macri. “De un total de 6.023 mensajes, apenas 3 con Báez”, completó la defensa.
En esta materia, como ya reseñó Página/12, los fiscales consideraron incriminante un mensaje del exsubsecretario de Obras Públicas, Abel Fatala, señalándole a López “lo de Juana está encaminado”. Para Luciani-Mola era una prueba de un negociado. La defensa de Fatala contestó: “Se trató de la estatua de Juana Azurduy, regalada por Bolivia, que había que traer a Buenos Aires en un camión gigantesco, transitando rutas nacionales. Eso es lo que se le avisó a Vialidad Nacional. Los fiscales podrían haberle preguntado al ingeniero Fatala, que siempre aceptó todas las preguntas. Pero prefirieron usarlo para una acusación falsa".
La mentira de las fotos de las obras
Villanueva y Liniado destinaron un capítulo a exhibir las fotografías de las obras y demostraron que las tomas de cada una de las rutas estaban en carpetas del expediente en las que constaban las auditorías que se hicieron. Fueron poniéndolas en pantalla, ruta por ruta. Los fiscales argumentaron en su momento que eran fotos en blanco y negro que no se veían bien: Villanueva mostró que las fotos eran en color y se veían perfectamente.
Con las fotos, la defensa de Báez desmintió que no existieran terraplenes como afirmaron Luciani-Mola en un capítulo particularmente histriónico de su alegato. Los fiscales presentaron un dibujo en el cual un terraplén no llegaba ni a las rodillas de un ser humano. En verdad, en algunos terrenos como los patagónicos tienen tramos en los que los terraplenes se construyen bajo la tierra, para evitar levantar el terreno y que surjan mayores problemas con agua o nieve. La defensa mostró fotos de alcantarillas que permitieron ver los terraplenes, de considerable altura, desde el costado, demoliendo el argumento fiscal.
En las fotos mostradas por Villanueva, todas tomadas de las auditorías, también había alguna en que los inspectores reclamaban arreglos o elementos de señalización faltantes.
Lázaro Baez no era cajero de banco, sino gerente general
La defensa de Báez contestó toda la acusación fiscal. Demostró que el santacruceño no era un cajero de banco, sino el gerente general del Banco de Santa Cruz, privatizado por entonces; que ingresó a la construcción tres años antes de que Néstor Kirchner fuera candidato a presidente y cuándo nadie pensaba que iba a serlo, menos todavía que podía llegar a la Casa Rosada.
Ganó su primera obra recién en 2006 y la auditoría mandada a hacer por el propio macrismo concluyó que no había defectos en la construcción, que era falso que las rutas no fueran a ningún lado o que se hubieran pagado obras que no se hicieron. También, Villanueva insistió en que Báez ganó las licitaciones porque ofreció los precios más bajos y que éstas mismas obras que se están juzgando ya fueron motivo de un proceso judicial en Comodoro Rivadavia, en que el constructor fue absuelto.
Los últimos minutos apuntaron a lo que fue la persecución del constructor que —según contabilizó Villanueva— lleva seis años y seis meses en prisión preventiva. “Lo extorsionaron en el penal de Ezeiza. Lo visitaban dos veces por semana para exigirle que firme una declaración como arrepentido. Después lo amenazaron con encarcelar a sus hijos y es lo que hicieron. Y a lo largo de todo el proceso, escucharon las llamadas con sus abogados, violando el más elemental derecho de defensa. Ustedes, señores jueces, no pueden avalar una acusación falsa, menos todavía con los métodos que se usaron contra Báez. Ustedes no pueden avalar el fracaso de los fiscales”, concluyó Villanueva.