El 13 de octubre de 1972, a través del decreto ley 19.888 se creó la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), la primera del conurbano. El nacimiento de la casa de estudios en la zona sur del Gran Buenos Aires fue parte del Plan de Creación de Nuevas Universidades Públicas, pero también surgió del trabajo de una comunidad que se movilizó para que su ciudad fuera elegida.

“El aporte de la UNLZ a la comunidad no fue sólo una cuestión de cercanía”, reflexiona el rector de la institución, Diego Molea, en diálogo con el Suplemento Universidad, y subraya: “Lo más importante que trajo esta universidad y luego las siguientes creadas en el conurbano fue la construcción de una matriz pedagógica distinta, porque formamos estudiantes y futuros profesionales con sensibilidad social, que no piensen sólo en lo individual”.

El camino comenzó a fines de la década de 1960. Por entonces el médico y entonces decano de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Alberto Taquini (h), desarrolló el Plan de Creación de Nuevas Universidades Públicas ante la preocupación que le generaba el notorio incremento de la matrícula en las casas de estudios existentes, producto del progresivo aumento de egresados de la educación media, la creciente migración de los jóvenes del interior y el acceso que permitió el desarancelamiento durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón.

El Plan proponía que Quilmes fuera la sede para la zona sur, con la idea de “descomprimir La Plata y la UBA con un punto intermedio entre ambas”, recuerda Taquini. Sin embargo, esa intención se modificó. En el bosque de Santa Catalina se encontraba el Instituto Fitotécnico de la UNLP. Su director era el ingeniero Luis Mazotti y uno de los técnicos de su equipo de trabajo era su colega Néstor Vinelli. Ambos conformarían la Comisión Pro Universidad, que impulsó a Lomas como el lugar preferido.

Finalmente, el 13 de octubre de 1972, se creó la UNLZ. El anuncio se realizó un día más tarde, durante un acto en la Plaza Grigera. Vinelli fue nombrado delegado organizador y, algunos meses después, rector organizador.

En el cierre del ciclo lectivo de aquel año, se lanzó una fuerte campaña de difusión y apoyo a la universidad con el objetivo de reunir una cantidad de ingresantes acorde a lo proyectado. La movilización comunitaria logró una matrícula superior a los tres mil alumnos, quienes en la noche del 20 de agosto de 1973 comenzaron el primer cuatrimestre de la historia de la UNLZ en las aulas de la Escuela Normal Antonio Mentruyt (ENAM). Los primeros ingresantes y docentes recuerdan el paso por distintos establecimientos de la región que prestaban sus instalaciones en el turno vespertino, como los colegios nacionales de Adrogué y Banfield, entre otros.

Con la universidad en funcionamiento y una matrícula que había llegado a los 4.500 alumnos en 1974, era necesario obtener un predio donde la casa de estudios pudiera funcionar en el futuro. El 19 de junio de ese año, por resolución del Ministerio de Educación, se ordenó la entrega en tenencia del predio ubicado en el Cruce de Lomas de Zamora, donde actualmente se encuentra el campus.

Compañeras y compañeros que faltan

El 29 de marzo de 1976, la dictadura cívico militar sancionó la ley 21.276 “para la normalización de las universidades”, que establecía que el gobierno sería ejercido por el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, y que la designación de rectores y decanos dependería de esa cartera.

La represión en las casas de estudios, en marcha desde 1974, se profundizó a partir del golpe. Prueba de ello es la cantidad de víctimas del terrorismo de Estado integrantes de la comunidad universitaria. Julio Molina, Pablo Musso, Ramón “Moncho” Pérez, María Cristina Bienposto, Jorge Antonio Brinoli, Rodolfo Ernesto Torres, José Nicasio Fernández Álvarez y Esteban Fernando Roldán son los estudiantes de la UNLZ que se encuentran desaparecidos, al igual que Carlos Alberto Ocerín Fernández, exfuncionario de la casa de estudios entre 1974 y 1975. A ellos se les suma Hugo Hansen, asesinado en 1974 por un grupo de tareas de la Triple A en la puerta del Rectorado.

Crecer en democracia

Con el retorno a la democracia, en 1983, se dispuso la aplicación de los estatutos derogados por el régimen militar y fue designado José Marcelo Arteaga como rector normalizador de la UNLZ. En ese momento, la matrícula era de alrededor de 13 mil alumnos y se pusieron en marcha dos nuevas carreras dependientes del Rectorado: Abogacía e Ingeniería Industrial, que se desprendió de Ingeniería y Ciencias Agrarias.

La universidad ya había comenzado el desarrollo del campus. En 1980 se colocó la piedra fundamental que impulsó la construcción del primer edificio en el predio de Juan XXIII y Camino de Cintura (Ruta 4): la Facultad de Ciencias Económicas.

En ese período, se crearon las facultades de Derecho e Ingeniería, y se inició la construcción de los edificios de ambas en el campus. También, finalizaron las obras y se inauguró la sede de la Facultad de Ciencias Sociales, el segundo edificio que tuvo ese espacio.

Durante la década de 1990, la UNLZ no permaneció ajena a la realidad del país. Fueron tiempos convulsionados: las nuevas leyes educativas que impuso el neoliberalismo encontraron amplio rechazo en la comunidad universitaria. Las movilizaciones en las calles se replicaron puertas adentro de las casas de estudios. Con la sanción de la Ley de Educación Superior, las universidades debieron adecuar sus estatutos y así lo hizo la institución lomense.

En 1995, la elección de Carlos Petignat como rector marcó un hito. Fue el primer egresado de la casa en ocupar ese cargo. A partir de allí, la institucionalidad se fortaleció.

Con la llegada del nuevo siglo, la universidad experimentó grandes cambios: la construcción del Rectorado y la Facultad de Ciencias Agrarias en el predio del Cruce de Lomas completó un viejo anhelo. “Fue el gran desafío que nos propusimos todos los que teníamos responsabilidades políticas: tener un campus universitario”, recuerda el vicerrector administrativo, Horacio Gegunde, a este suplemento.

Molea se enorgullece: “Además de un lugar en común, como comunidad universitaria compartimos miradas, valores y un mismo proyecto que trabajamos entre todos, docentes, nodocentes, estudiantes y autoridades”.

La mirada hacia el centenario

Cuando se cumplen 50 años se vuelve necesario pensar en la Universidad del futuro. “Nuestra misión inicial, la que nos dieron quienes la crearon, ya está cumplida. Ahora tenemos que proyectar y nuestro desafío es pensar la Universidad de los próximos 50 años”, sostiene Molea.

En esa línea, el Consejo Superior de la UNLZ refrendó el Acta del Cincuentenario, un documento que lleva la firma del rector, los vicerrectores y los cinco decanos, y en el que se ratifica “el compromiso institucional con el conurbano bonaerense como territorio y con la juventud como sujeto”.

“El gran desafío que tiene la educación y las universidades es poder romper con viejos preconceptos pedagógicos”, considera Gegunde y reflexiona: “La pandemia nos ayudó y tuvimos que desarrollar otros métodos y utilizar otras tecnologías. Lo que no podemos es volver a lo anterior, porque si la universidad, y el sistema educativo en general, vuelve a lo anterior, otras instituciones van a empezar a ocupar nuestro lugar”.

“La emergencia sanitaria mundial, provocada por el COVID-19, aceleró la incorporación de instrumentos digitales que, de alguna manera, marcan el camino de la ‘universidad del futuro’, caracterizándose por un perfil cada vez más internacional, global y colaborativo”, coincide María Fernanda Vazquez, decana de la Facultad de Derecho, y añade: “Este nuevo paradigma nos permite visualizar los diferentes ‘posibles’ en la configuración de la universidad del futuro”.

En el mismo sentido, el decano de la Facultad de Ciencias Económicas, Gabriel Franchignoni, afirma: “La universidad se tiene que adaptar, no sólo a la tecnología, sino también a los estudiantes que están ingresando, que ya no son los mismos de antes. Ahora tienen otras inquietudes, otras necesidades, otros tiempos de atención”.

En cuanto al futuro de los profesionales que egresarán de la universidad, su par de Ciencias Agrarias, Néstor Urretabizkaya, imagina “a un profesional con capacidad de resolver problemas con más información disponible de manera inmediata y con la capacidad de fomentar cambios en el proceso productivo”.

“La tecnología que viene hará que muy probablemente el ingeniero no esté mucho tiempo físico en la empresa, sino que esté desde fuera. Que alguien, por ejemplo, esté haciendo algún trabajo en una máquina y que otro lo esté terminando desde otro país”, grafica Oscar Pascal, decano de la Facultad de Ingeniería.

Además de los desafíos tecnológicos, las autoridades coinciden en que debe profundizarse el compromiso de colaboración con los distintos actores sociales. Así lo considera el decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Gustavo Naón: “El sistema universitario tiene que seguir formando profesionales comprometidos con la mejora de sus territorios, la mejora de las condiciones de vida de la comunidad, comprometidos con las necesidades de un proyecto de país que busque la igualdad de oportunidades y la justicia social”.

Con la mirada puesta en los desafíos, Molea resume: “La enorme responsabilidad en este tiempo es atender temas de agenda mundial, que son problemas del presente y del futuro inmediato, como la sustentabilidad, el medioambiente, la seguridad alimentaria, la inteligencia artificial y todo lo que podamos hacer en pos de mejorar la calidad de vida”.

50 años, 50 celebraciones 

La UNLZ comenzó los festejos por el medio siglo de vida a principios de 2022, cuando dio inicio a la serie “50 años en 50 eventos”, que culminará el jueves 13 de octubre con las actuaciones de Fabiana Cantilo, Turf, Miranda y Los Palmeras en el Festival del Cincuentenario.

Un día antes, en el acto oficial del que participaron autoridades nacionales, provinciales y locales, se entregaron distinciones a integrantes de la comunidad universitaria, seguido de un homenaje al cantautor Víctor Heredia en el Día del Respeto a la Diversidad Cultural.

Los eventos, que mostraron a través de distintas actividades académicas, sociales y culturales el trabajo cotidiano de la institución, se inauguraron con las obras de Martín Ron, uno de los muralistas más destacados a nivel internacional: la escena interior representa una típica postal de la casa de cualquier estudiante, con el mate, los apuntes y los bizcochos que acompañan; afuera, una joven en un colectivo repleto que aprovecha el tiempo de viaje para leer sus apuntes.

Con ese puntapié inicial, la institución continuó con la organización de diferentes eventos que incluyeron obras de teatro, jornadas deportivas, encuentros académicos, inauguración de proyectos de extensión, conversatorios de ciencia y técnica, y encuentros con estudiantes de escuelas secundarias.

El año del cincuentenario también fue la oportunidad para celebrar las tres décadas de la Escuela Tecnológica Ingeniero Giúdici (ETIG), dependiente de la Facultad de Ingeniería, y del Museo Pío Collivadino.

Octubre comenzó con la Maratón Solidaria, de la que participaron más de 400 personas, y continuó con el XXIV Congreso de la REDCOM en la Facultad de Ciencias Sociales y la Feria “Ciencia de 4 estaciones” en Ingeniería, en la que los estudiantes de 6° año de la ETIG presentaron el auto que construyeron y con el que participarán del Desafío Eco YPF en diciembre.

Durante la semana previa al aniversario se rindió homenaje a la docencia universitaria, con el reconocimiento a 50 docentes de las distintas facultades; se presentaron el Libro del Cincuentenario y una muestra gráfica que, en conjunto, recorren las cinco décadas de historia. También se cerró la cápsula del tiempo en la que se dejaron mensajes para la generación del centenario.

Por otro lado, se colocó la piedra fundamental de la Plaza del Cincuentenario, que se ubicará en el centro del campus universitario.

Un consenso hacia el futuro 

El Consejo Superior de la UNLZ refrendó el Acta del Cincuentenario, un documento que lleva la firma del rector, los vicerrectores y los cinco decanos, en el que se ratifica “el compromiso institucional con el conurbano bonaerense como territorio y con la juventud como sujeto”.

“Si en aquel 1972 el desafío consistía en descentralizar los conglomerados de las universidades centenarias, hoy la realidad nos interpela en otro tono”, contextualiza el escrito y continúa: “Integramos, con orgullo, una de las regiones más relegadas de la Argentina: el conurbano bonaerense. Víctima de una invisibilización que se traduce, para sus habitantes, en prejuicios y postergación. Trabajamos, además, con la juventud, como población mayoritaria de nuestra institución. Ese colectivo que padece la incertidumbre y la falta de oportunidades como problemáticas recurrentes”.

En ese sentido, el documento consensuado destaca la “convicción de que, así como las universidades somos una expresión virtuosa del ejercicio de lo público, las políticas de Estado a largo plazo deben generar herramientas de transformación. Por eso, es nuestro deber construirlas y defenderlas”.

En esa línea remarca que el desafío es “asumir, desde la educación pública, la reconstrucción de un país donde todos y todas deseen vivir, en un marco de desarrollo, justicia y bienestar”.

“Este es nuestro compromiso, como comunidad universitaria, con la generación del centenario”, concluye.