Con 20 años de historia, la xiloteca de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) se ha transformado en un punto de referencia en la ciudad neuquina de San Martín de los Andes. Se trata de un espacio valorizado por estudiantes y docentes que alberga 160 especies arbóreas y arbustivas del país, y ofrece una porción de historia en cada una de sus muestras.

Nacida como un proyecto de extensión universitaria, esta “biblioteca de maderas” ubicada en la sede andina de la casa de estudios permanece abierta al público general y concentra una gran variedad de especies. Su conservación es de gran utilidad para la ciencia y, principalmente, para el ejercicio de la docencia.

“Este espacio nos permite enseñarles a los estudiantes a reconocer las especies de importancia forestal. De allí el valor de nutrir la colección con todas las piezas que podamos reunir”, explicó Andrea Medina, docente de Dendrología en el Asentamiento Universitario de San Martín de los Andes (AUSMA)

Según detalló la Ingeniera en Recursos Naturales, el estudio y conservación de la madera como materia prima “es primordial para la humanidad por sus múltiples usos -como la construcción de viviendas o para calefaccionar un espacio- y por ser un producto biológico generado por los árboles que guarda una relación estrecha con el ambiente en el que crece”.

“Los árboles son un registro de diferentes eventos que pueden haber ocurrido a su alrededor, como un período de glaciación o una erupción volcánica. Todo eso queda grabado en la madera. En el caso de los incendios, por ejemplo, a través de cicatrices que se observan en los anillos de las diferentes especies. Eso nos permite recrear lo que pasó hasta miles de años atrás”, precisó la docente.

De hecho, el estudio de esa madera permite conocer qué tan primitiva es, cuánto ha evolucionado y, por lo tanto, realizar interpretaciones ecológicas. Un ejemplo de eso es la capacidad de determinar si está adaptada para sobrellevar períodos de sequía o de heladas.

La xiloteca recibió el nombre de Luis Francisco Lerín, un francés que fue el primer carpintero que tuvo la ciudad. En los primeros años, la preocupación era cómo mantener la higiene en el interior de ese espacio, pero luego las especies pasaron a guardarse en muebles construidos con una madera denominada “Cedro del himalaya”, ideal por su fuerte aroma y una resina que sirve para ahuyentar insectos.

La colección, que se nutre mayormente del aporte de los estudiantes, consta de muestras macroscópicas por un lado, que son de 18 por 10 por 2 centímetros y tienen como objetivo determinar las características estéticas de la madera (aroma, olor, tipo de dibujo), y muestras microscópicas por el otro, de 2 por 2 por 2 centímetros que sirven para observar la anatomía de la madera.

Una vez cubiertas las especies de importancia forestal, estudiadas en carreras que se dictan en la UNCo, Medina contó que el desafío es continuar aumentando la colección con ejemplares novedosos. “Nos sirve contar con material de referencia para cualquier necesidad, es información científica que está a disposición de la comunidad”, explicó.

Avanzar con las piezas microscópicas, que son sacadas de las muestras macroscópicas, es uno de los grandes retos, según la docente. El otro, más ambicioso, es hacer un relanzamiento de la xiloteca. La idea es una inauguración formal abierta al público que nunca se hizo, con una idea clara: “Queremos ponerle luz al pasado, contar como se vivía en la región décadas atrás y explicar la relación directa con la madera. Es necesario que el conocimiento científico no quede encapsulado y llegue a la población”, concluyó.