Mi canción favorita coincide con uno de mis primeros recuerdos musicales, estimo tendría unos tres o cuatro años.
Es de noche y hay una fiesta en la casa de mis abuelos, mucha gente grande canta y baila, estamos con mi prima mirando la situación, una pareja anima la velada tocando en vivo: un señor con barba negra y una camisa colorida agita una guitarra criolla y su compañera canta sonriente. Recuerdo la música contagiándose a través de los cuerpos, toda esa gente canta y alguien que me arenga a bailar, metiéndome en ese tuco de palabras y movimiento.
Tuco digo, de familia tana, como mezcla de quilombo, fiesta y hedonismo. Que si bien vinieron escapando de la posguerra y de los nazis, siempre en la casa de mis abuelos hemos celebrado estar vivos con canciones y baile, con comida y bebida. Compartiendo con muchos amigos, amigas y parientes, tutt' insieme.
A la mañana, recién despertado, después de haberme quedado dormido en algún regazo mirando la mesa desde abajo, recuerdo aquella música que quedó cosquilleando en mi panza. Durante mucho tiempo pensé que se llamaba ''bella chaucha'' un nombre super lógico para mí, teniendo en cuenta el estribillo que dice ''bella chau-cha-cha''. Tiempo después descubrí que no hablaba de la vaina de la familia de las leguminosas.
Esa ''chaucha'' era en verdad "ciao'' una despedida en italiano, algo impensable para unas orejas pequeñas que, aun, non hanno capito niente di italiano. Orejas que no han entendido nada de italiano, o casi nada diría. Creo que desde ese día empecé a entender algo de ''lo tano'': ese gusto por la celebración colectiva y el valor profundo que tiene la música. La potencia de reunir y agitar los cuerpos que puede haber en una canción, y que, a veces, se esconde dentro de una guitarra (seguramente en ese agujero misterioso que tiene).
Me animo a aventurar, con el diario del lunes (bueno con el del domingo) que hay una marca en mí a partir de ese momento, algo de identificarme con esa tanada, y de ir en búsqueda de esas celebraciones y esas emociones con la música.
La cosa es que esta canción se llama "Bella Ciao" y me acompaña desde entonces. Vuelve a aparecer de tanto en tanto. En la adolescencia supe también que proviene de la resistencia antifascista italiana de la época de Mussolini, en la cual un partisano le pide a su amada que si muere luchando lo entierre en la montaña bajo la sombra de una bella flor, de modo que toda la gente que pase por alli, lo salude diciendo ''esta es la flor del partisano que murió por la libertad''.
Cuando empecé a tocar el bajo la saqué ''de oreja'' y busqué versiones grabadas. En varias de ellas la cantan empezando lenta, pesada, arrastrando un poco las palabras como llamando a otras voces a sumarse. A medida que avanza va acelerándose y subiendo en intensidad como una avalancha o una arenga casi futbolera.
Tiene una letra muy fácil de seguir, con una estructura responsorial, de modo que quienes no la conocen pueden ir sumándose, retomando el estribillo en medio de todas las estrofas.
Ya de grande fui yo quien se la pasó organizando fiestas y conciertos en esa casa tan maravillosa en una esquina de Palermo, donde con un grupo de amigues montamos el querido Departamento Único de Asuntos Intuitivos e Irregularidades Básicas, pequeño antro de conciertos, agite y clases entre 2008 y 2017.
Allí en una de esas veladas me di el gusto de tocar ''Bella Ciao'' con una banda que tuve que se llamaba Porquesta y que, por esas vueltas de la vida, compartí con Martin Fumero, el hijo de aquella pareja que tocó la noche mítica de la chaucha.
Esa pareja eran Hugo Fumero, guitarrista y cantante santafesino, y su compañera Pepa Vivanco, cantante, flautista y docente que me marcó profundamente con sus clases, su manera de pensar la educación y su magia.
Dicen que la tierra de los mitos es redonda, y estoy completamente de acuerdo.
Este tipo de equívocos en las letras de las canciones me sigue acompañando aunque sea grande y me divierto mucho confundiendo letras de canciones por sus similitudes fonéticas, dejando al sentido armarse desde lo sonoro antes que desde una construcción lógica y gramatical. Porque genera ideas disparatadas y eso es muy importante. Como decía otro tano, Gianni Rodari: "si el viejo proverbio decía que de los errores se aprende, el nuevo proverbio debería decir con los errores se inventa''.
Sebastián Rey nació en Buenos Aires en 1985. Es docente, musicoterapeuta e inventor. Trabaja en torno a la construcción de procesos de escucha colectivos y la invención de instalaciones sonoras. Le gusta hacer laboratorios sonoros para chicos y encuentros con docentes sobre los posibles cruces entre escucha y educación. En los últimos años ha escrito y publicado fanzines sobre estos temas editados por Estudio Repisa. En este momento está presentando la instalación sonora E.S.C.U.C.H.A que realizó junto a Sandra Marín, en El Centro Cultural Parque España de Rosario y el Centro Cultural España de Córdoba. Es miembro del grupo Los Besos con el cual se van de gira por Europa en estos días. Le gusta la pasta al dente y hablar moviendo mucho las manos.